Juan Manuel Cañizares: «Mi vida cambió cuando murió Paco de Lucía»
El compositor, Premio Nacional de Música 2023, participa en el homenaje de los Grammy al maestro de Algeciras, con quien colaboró durante 10 años
Un homenaje a Paco de Lucía en Cádiz abre en abril la agenda de los Grammy Latinos en Andalucía
Miguel Poveda, Diego Amador, Rubem Dantas o su hermano Pepe, en el homenaje de los Grammy a Paco de Lucía en Cádiz
Sevilla
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Iniciar sesiónEl guitarrista, compositor y pedagogo Juan Manuel Cañizares (Sabadell, 1966), flamante Premio Nacional de Música, compartió 10 años con Paco de Lucía, al que considera su maestro. Este sábado, tocará con José María Bandera -sobrino de Paco y compañero también de esos años- ... y con Niño Josele una de las obras míticas del genio de Algeciras: 'Entre dos aguas'. Esta y otras muchas actuaciones forman parte del homenaje que los Grammy Latinos han organizado en el Gran Teatro Falla de Cádiz para homenajear al artista cuando se cumplen 10 años de su fallecimiento.
-Acompañó durante 10 años a Paco de Lucía, ¿qué aprendió del maestro?
-Paco era mi ídolo. Para mí fue un sueño estar con él. Cada noche era una masterclass. El ritmo era su centro de gravedad. Era muy consciente de ello porque si no había buen ritmo él no estaba a gusto. En los primeros conciertos el buen tempo era algo exagerado para todos los que le acompañábamos. Por otro lado, ver a Paco frente a mí en los ensayos... Es un sentimiento que no sé expresar. Lo otro es más objetivo, el ritmo está o no está. Teníamos que tener un ritmo muy seguro para darle todo el abanico de posibilidades que él tenía ya y poder desarrollarlo bien.
-Usted, además de músico y compositor, se ha dedicado a la enseñanza. ¿Ha puesto en práctica lo aprendido con el maestro de Algeciras?
-Sobre todo conmigo mismo. Con Paco de Lucía se aprende mucho la precisión. Revolucionó la técnica y el estilo de tocar. Al guitarrista que estaba a su lado se le iba a pegar esa forma de entender la música. Su precisión y rapidez eran increíbles y a la vez las conjugaba con la emoción. Lo reunía todo. Era un maravilla, tocar con él era un regalo.
-En su curriculum usted mismo destaca la transcripción de la Suite Iberia de Albéniz para el 'Concierto de Aranjuez' que adaptó Paco de Lucía. ¿Por el resultado o por lo que significó para su trayectoria?
-Sí, fue muy importante para mí. Él estaba grabando el disco del 'Concierto de Aranjuez'. Estábamos de gira en Italia y me pidió la transcripción de tres piezas de la Suite de Albéniz porque quería encontrar un equilibrio en la obra. Yo era muy joven, nunca lo había intentado pero me lancé. Empecé a transcribir con pentagrama, con papel, lápiz y goma de borrar. Fue un mes muy duro porque teníamos viaje por la mañana, prueba de sonido, concierto, cenábamos y después nos poníamos a revisar lo que yo había ido trabajando mientras Paco conducía. Nos acostábamos muy tarde y nos levantábamos temprano y nunca teníamos el tiempo para ensayar los tres juntos. Cuando por fin metimos las tres guitarras nos dimos cuenta de la dimensión de lo que habíamos hecho pero, sobre todo, de la dimensión de la obra del maestro Albéniz. Fue una experiencia muy luminosa. A raíz de esa grabación, que quedó tan bonita, se me ocurrió que podía yo seguir transcribiendo la suite y grabarla para un disco. Fue el detonante de todos mis discos de después: Falla por Cañizares, Albéniz por Cañizares, Granados por Cañizares...
-¿Sirvieron esas piezas para despojar la idea de que el flamenco sólo tenía sitio en los tablaos?
-El flamenco ha adquirido un estatus de profesional desde hace tiempo. En aquel entonces hacíamos las cosas lo mejor que podíamos hacerlas, porque nos gustaba, y luego las consecuencias de eso han sido muy positivas afortunadamente. No teníamos la sensación de estar creando algo extramusical, sólo de hacer algo bueno y bonito. Teníamos la sensación de estar trabajando mucho y con mucho cariño. Esa profesionalización del flamenco lo notas cuando viajas al extranjero. Ya entonces, cuando viajaba con Paco, me daba cuenta. Desde Japón a América, y por supuesto Europa. Era una labor que había hecho Paco de Lucía desde que tenía 17 años con sus conciertos, con los que empezó a crear público. Fue también determinante su trío con Larry Coryel y McLaughlin. El flamenco se expandió al mundo del jazz y hubo muchos aficionados del jazz que empezaron a conocer la música de Paco de Lucía y, a través de él, de la guitarra y el flamenco. Yo tuve la suerte de estar 10 años con él y comprobé cómo se iba incrementando la expectación. Llenaba teatros de ópera: Berlín, México, Tokio, Nueva York...
-Un ejemplo de esa externalización son los Grammy Latinos. ¿Qué importancia tiene que haya una categoría dedicada al flamenco?
-Los Grammy Latinos son muy importantes y que haya una categoría dedicada al flamenco es vital porque llega a mucha gente. Cualquier artista que esté es buenísimo, todo aporta, da reconocimiento y hace que salga a la luz esta música que es tan maravillosa. Una música que aunque la hace el pueblo se lleva a los teatros más grandes del mundo. Es una música que necesita de ensayo, de trabajo, en el caso de la guitarra flamenca especialmente porque todo lo que toques lo tienes que hacer al ritmo, no puedes pensar en otra cosa. Por ejemplo, la bulería es el 3/4 más rápido del mundo. Tienes que ser muy profesional para enfrentar todas esas vicisitudes que implican tocar una obra flamenca.
-Ha dedicado una de sus obras más importantes, el Concierto al Andalus a Paco de Lucía. ¿Cómo fue su composición?
-Llevaba muy poco compuesto, cuando recibí la llamada de mi amigo y luthier Vicente Carrillo dándome la noticia de que Paco había muerto. Mi vida cambió en aquel momento. Cada nota que yo escribía en el pentagrama era una lágrima que me corría por la mejilla pensando en él. Yo porté su féretro. En el segundo movimiento reflejé todo lo que tenía en mi corazón. La gente me lo comenta, que es una obra muy emocionante. Lo es porque ha nacido de la tristeza, el desarraigo de cuando se va un amigo. Pero también quise acabarlo con alegría como homenaje también a él. Los tanguillos tienen guiño al 'Entre dos aguas' y a 'Río Ancho' y también a 'Monasterio de sal'. Es una pieza que tiene un abanico muy amplio de emociones, desde la tristeza más profunda a una alegría luminosa.
-Recientemente le fue otorgado el Premio Nacional de Música. ¿Le ha llegado en el mejor momento de su carrera?
-Las cosas llegan cuando llegan. Llevo 51 años tocando la guitarra y siempre he trabajado con humildad y a fondo, dando lo mejor de mí mismo. He hecho una gran labor importante porque he transcrito de Falla a Scarlatti. Es un reconocimiento a ese puente que he tendido entre la música clásica y flamenca. Lo digo con toda humildad porque me lo dicen los propios compañeros de clásico.
-Pero, ¿es usted tan esclavo de la guitarra como Paco de Lucía?
-No soy tan perfeccionista. Soy consciente de que soy un ser humano y un día u otro, fallamos. Cuando aprendemos a andar también nos caemos. Tocando la guitarra los fallos en sí no me duelen, al contrario, me sirven para cambiar de actitud. Pero entiendo lo de Paco porque él era el summum de la guitarra. Era una persona que la sufría mucho, se tiraba cuatro horas para una frase, quería dar lo mejor de sí mismo. Cada día le entiendo más, la guitarra es muy difícil.
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