Juan Fernández-Miranda: «Si algo tiene la Transición es el respeto a la institucionalidad. Pedro Sánchez es exactamente lo contrario»
El periodista de ABC presenta en Sevilla 'Objetivo: democracia', un ensayo que resalta lo esencial que fue la Transición, pero sin mitificarla
Juan Fernández-Miranda gana el Premio Espasa de Ensayo con una crónica sobre el regreso de la democracia a España
Sevilla
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Iniciar sesiónJuan Fernández-Miranda es de los periodistas que mejor conocen los entresijos del periodo más importante de la historia reciente de España, la Transición. Fruto de esa profunda investigación ha surgido el libro 'Objetivo: democracia', que fue galardonado con el premio Espasa de Ensayo. ... En esta obra aborda los diecinueve meses que separan la muerte de Franco de las primeras elecciones democráticas. El corresponsal político de ABC hace una crónica en presente en la que se reivindica la importancia de esta época y el papel protagonista que tuvo el «triángulo virtuoso» formado por el Rey Juan Carlos I, Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez. Igualmente, este ensayo supone una defensa de la Transición frente a los ataques que ha recibido, sobre todo de grupos de extrema izquierda.
—¿Por qué es importante reivindicar la Transición en el momento actual?
—Ahora es un momento clave para reivindicar la Transición por tres motivos. En primer lugar, porque dentro de un año se cumplen cincuenta años de la muerte de Franco y hay que empezar a contar bien lo que pasó a raíz de la muerte del dictador. También hay que reivindicar este periodo porque en los últimos diez años yo sólo he escuchado hablar de la Transición para mal, especialmente a la extrema izquierda y a grupúsculos de extrema derecha. Y en tercer lugar, porque quienes defendemos la Transición estamos demasiado callados. Hay que dar un paso adelante para defender la Transición porque lo que está en juego es la democracia liberal, y la Transición fue un modelo equiparable al de los países de nuestro entorno.
—¿Qué lecciones cree que aprendimos como país en esos diecinueve meses entre la muerte de Franco y las primeras elecciones democráticas?
—En esos diecinueve meses, por primera vez en décadas, podríamos decir en un siglo, que sean los historiadores quienes lo establezcan, la clase política arrastró a la ciudadanía al consenso y no al revés. Hoy, la clase política de España arrastra a la ciudadanía hacia el enfrentamiento. Aunque la Transición esté a punto de cumplir cincuenta años, su espíritu está vigente y hay que reivindicarlo.
—Su libro habla de tres figuras esenciales en la construcción de la Transición, Don Juan Carlos, Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez.
—Este triángulo, que yo llamo «virtuoso», fue esencial porque construye la parte nuclear de la Transición. Cuando Don Juan Carlos fue proclamado Rey, el 22 de noviembre de 1975, está solo. Ha heredado el poder de Franco, hay unas instituciones que habían sido nombradas por este último que lo vigilan y está solo. En ese momento acudió a un profesor suyo en los 60 y asesor de confianza, Torcuato Fernández-Miranda. Le ofrece ser presidente del Gobierno, pero Torcuato dice que prefiere ser presidente de las Cortes. A continuación, el Rey nombra a Adolfo Suárez presidente del Gobierno. Cuando se consigue tener el triángulo, el Rey está en disposición para lanzar adelante la reforma. Me gusta decir que la Transición es un viaje en tren: el Rey establece la estación de destino, la democracia; Torcuato Fernández-Miranda diseña las vías y la locomotora, y Adolfo Suárez es el maquinista. Los tres hicieron en esos diecinueve meses algo insólito: pasar de una dictadura a que el pueblo votara, y no fue un proceso fácil, ya que hubo todo tipo de amenazas.
—¿Cree que es injusto que valoremos al Rey Juan Carlos por sus acciones de los últimos años y nos olvidemos de lo que hizo en esa época?
—Es injusto que juzguemos a Juan Carlos I por sus errores y no por sus aciertos. Una sociedad crítica debe saber compatibilizar ambos juicios. Los errores cometidos por Juan Carlos I deben ser criticados desde una perspectiva crítica y libre, pero el entusiasmo de algunos por sobreponer ese tipo de errores a un proceso político como la Transición no puede imponerse. El Rey Juan Carlos fue un estadista, y gracias a su mirada política, a su visión de Estado y a su generosidad, hoy estamos en democracia. Eso no hace bueno los errores que cometió, pero es infinitamente más importante en términos históricos.
—¿La Transición se ha mitificado demasiado hasta el punto de ocultarse los errores que hubo?
—Absolutamente. El problema de la Transición es que se mitificó. Hasta los 90 se hizo un esfuerzo por contarla y los grandes libros de la Transición son de esta época, pero después se nos ha olvidado porque se mitificó. La principal amenaza de la Transición es su mitificación. Hay que hacer un análisis ponderado. Desde mi perspectiva fue un éxito rotundo, pero eso no significa que todo estuviera bien. Es más, creo que el problema no está tanto en la Transición como que en los sucesivos años no se ha seguido dando pedales para que la democracia se vaya perfeccionando, por eso ahora hay un cierto desapego, cierta desafección por la clase política.
«Felipe González era un hombre de Estado. Pedro Sánchez es un líder político que antepone su poder al interés general»
Juan Fernández-Mirada
—¿Por qué cree que la izquierda está atacando tanto la Transición?
—Lo que más me sorprende a fecha de hoy es que la izquierda ataque la Transición, cuando fue un proceso político en el que la izquierda fue esencial. Entendió la época en la que vivía y consiguió que media España se reincorporara a la toma de decisiones del país. Eso se hizo con mucha generosidad y con altura de miras. Que ahora se cuente la historia de un modo radicalmente opuesto me sorprende mucho. Que la izquierda española renuncie a sus padres me parece que es un error histórico que hay que combatir.
—El Gobierno de Pedro Sánchez está pactando con Bildu, pero los padres de este partido político trataron de boicotear continuamente a la Transición.
—Más que boicotearla trataron de reventarla. Yo creo que el Gobierno de Pedro Sánchez es legítimo porque tiene los votos en el Parlamento, pero también creo que la Transición nos enseñó que los grandes asuntos hay que pactarlos con los grandes partidos. No se puede aprobar por un voto decisiones que afectan al conjunto de los ciudadanos. Creo que ahí este Gobierno antepone sus intereses al de los ciudadanos. Si algo nos legó la Transición son los grandes consensos y Pedro Sánchez no los tiene. El 23 de julio, tanto el votante de izquierda como el de derecha apostó más por la moderación que por los extremos. Subieron el PSOE y el PP y bajaron Vox y Sumar. Sin embargo, la lectura que hizo el presidente Sánchez al ser reelegido es que había que ir de nuevo con los radicales, llámese Bildu, Junts, Esquerra o Sumar.
—¿Qué diferencias hay entre Pedro Sánchez y el Felipe González de esa época de la Transición que usted retrata, que se iba a convertir en el líder del PSOE?
—Felipe González era un hombre de Estado y supo entender el proceso que se abría en España, llevando el Partido Socialista a posiciones moderadas con 34 años. Supo pactar con Suárez e incorporar el PSOE al modelo democrático. Pedro Sánchez es un líder político que antepone su poder al interés general.
—¿Cómo vio la respuesta que el domingo le dio el pueblo de Valencia a los políticos cuando visitaron Paiporta?
—El caso de la DANA de Valencia ha sido paradigmático de partidos políticos que se han visto superados. En el caso de Carlos Mazón habrá que ver cuál es su responsabilidad y tiene más que ver con una reacción tardía que con tacticismos políticos. Midió mal la dimensión de la crisis y el acto de atribuir toda la responsabilidad a la Generalitat valenciana, cuando el Gobierno de España ya debería de haber entrado y haber puesto en marcha una intervención desde el Estado de Alarma del Ejército, la Guardia Civil y la Policía. Pero la obsesión de ganarle la batalla al adversario les impidió ver la dimensión del problema de la catástrofe. Eso se llama tacticismo y en política es nefasto.
—¿Por qué cree que la política se ha radicalizado tanto cuando en la Transición teníamos a Suárez, Fraga, González, Carrillo o Roca?
—Tiene que ver con los populismos, que han llevado al descrédito a la política en España y son una amenaza para la democracia liberal. Y luego tiene mucho que ver con la forma de hacer política de Sánchez, que lleva seis años siendo presidente del Gobierno. Sánchez es el principal motor de la polarización en España y del desgaste de las instituciones. Si algo tiene la Transición es el respeto a la institucionalidad. Sánchez es exactamente lo contrario.
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