literatura
Juan Bonilla: «La enfermedad te permite amar las cosas con más intensidad»
El poeta ha recibido este miércoles en Sevilla el XV Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado
Juan Bonilla recibe en Sevilla el XV Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado por 'Los días heterónomos'

Juan Bonilla (Jerez, 1966) es uno de los grandes escritores españoles de las últimas décadas, algo que está avalado por una larga trayectoria como ensayista y narrador, habiendo ganado como novelista importantes premios como el Biblioteca Breve por 'Los príncipes nubios' (2003) ... o el Nacional de Narrativa por 'Totalidad sexual del cosmos' (2019). En cuanto al apartado poético, este autor comenzó en 1994 una brillante carrera lírica con su primer poemario, 'Partes de guerra'. Recientemente ha sido galardonado con el XV Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado -que organiza el Ayuntamiento de Sevilla- por su séptimo libro de poesía, 'Los días heterónomos', que este miércoles le ha entregado el alcalde, José Luis Sanz, en el Ayuntamiento y que ha sido publicado por la Fundación José Manuel Lara dentro de su colección Vandalia. En esta obra el poeta reflexiona sobre cómo la enfermedad ha cambiado su mirada a la hora de concebir la vida.
Dice Bonilla que del premio «me gustan fundamentalmente dos cosas. La primera se refiere al propio nombre del galardón, Hermanos Machado, dos poetas que para mí han sido muy importantes». «Por otro lado -añade- el verdadero premio, más allá del dinero que recibes, es la publicación en Vandalia, una colección que se ha convertido en una referencia por su importancia y en la que yo ya había participado con la publicación de una antología de poesía vanguardista latinoamericana -'Tierra negra con alas'-, que preparé junto a Juan Manuel Bonet».
El prólogo del libro, el poema 'Prescripción facultativa', es una declaración de principios porque introduce al lector en el tema de la enfermedad, que ha padecido el poeta en los últimos años. «Es un prólogo para que el resto del libro se lea en ese tono. Es el prólogo para que se vea que es un libro de un extranjero. ¿Qué entiendo yo por extranjero? Pues alguien al que la enfermedad de repente le ha robado la cotidianeidad de un día para otro. Es como si tuvieras que exiliarte del lugar donde has vivido siempre, cobrando las cosas un espesor, un sentido y una luz distintas», asegura Bonilla. Pero esto no es negativo según el autor de 'Nadie conoce a nadie', «porque la enfermedad te hace amar las cosas con más intensidad y te permite buscar la belleza con más precisión, ya que te das cuenta de que el mundo está lleno de belleza y equilibrio. Ante la cosa siniestra de buscar lo negativo, esa situación que en principio es delicada te ayuda a buscar un acto de agradecimiento, ya que este libro es un acto de agradecimiento al mundo».
En cuanto el título de la obra, 'Los días heterónomos', el término heterónomo alude, según Bonilla, «a aquello que te impide que se desarrolle tu naturaleza con una normalidad. Tú estas en una cotidianeidad. Eres autónomo, como es mi caso, y de repente ocurre algo que te transforma en heterónomo porque el mundo se te llena de impedimentos. El mundo se te hace más pequeño, pero a la vez la vida se agiganta. El mundo es el lugar donde suceden las cosas y la vida es el fuego que se hace en ese lugar. El terreno de juego se ha acortado, pero eso no hace que el fuego termine, sino que se más hondo».

En un apartado de esta obra hay homenajes a distintos poetas y escritores como Dante Alighieri o Cansinos Assens. Entre ellos destaca uno a Antonio Machado, ya que en el poema 'Patria' se reproduce el último verso que se encontró del autor de 'Campos de Castilla' cuando falleció en Collioure: «Estos días azules y este sol de la infancia». «Quería utilizar ese verso que encontraron en su abrigo, ya que que me parece la historia más emocionante de la poesía española. Es un verso muy conmovedor. A partir de ahí uso esa idea de los recuerdos de la infancia para la última parte del poemario, donde he recogido unos poemas mucho más expansivos, desparramados sobre la página y sin cuidado métrico. Esos versos son casi poemas de un adolescente y ahí es donde vuelvo a esos días azules de la infancia».
Mientras Juan Bonilla caminaba a diario los seis kilómetros por prescripción médica, el poeta iba pensando en poemas como un ejercicio reparador para limpiar la mente. «En vez de estar pensando en controlar el reloj o en mirar otras cosas, se me ocurrían mientras iba andando algunos poemas que eran por lo general muy malos y que por supuesto no han entrado en libro. Hay un poema que he titulado 'Diez mil pasos' y que habla sobre esta disciplina diaria que he hecho con esto de andar. Soy un paciente muy bueno», asegura.
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