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Jimena Blázquez: «Queremos que el visitante se traslade a Sevilla para ver exposiciones únicas»
La nueva directora del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo señala las líneas maestras del centro para el futuro e insiste en que el visitante tendrá una experiencia muy sensorial
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Jimena Blázquez asume sus primeros desafíos como directora del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo está en pleno proceso de cambio en una nueva etapa en la que por primera vez una mujer es directora de este espacio. Jimena Blázquez Abascal (Cádiz, 1974), bien conocida por su trayectoria como coleccionista de arte, ... es la creadora de la Fundación Montenmedio Contemporánea y ahora asume este desafío con el que pretende colocar al CAAC como uno de los museos de referencia a nivel nacional e internacional.
—Después de dos meses y medio del nombramiento, ¿cómo está llevando su nuevo puesto al frente del CAAC?
—Con ilusión y muchas ganas de trabajar. Con mucho respeto y humildad. Esta es una institución que he seguido desde mi primera formación. Ha sido una referencia primero en los años de universidad y luego en el doctorado. Es una etapa muy ilusionante porque se puede ayudar desde aquí a muchos artistas y colectivos.
—Su nombramiento ha sido una apuesta personal del consejero de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal.
—Ellos estudiaron mi perfil y desde la primera llamada a la última pasó un proceso largo de ocho meses. Ha sido una apuesta porque buscaban un cambio y una nueva etapa en el museo. También el hecho de que sea mujer creo que muestra otro tipo de estrategia y de dinámica.
—¿Cómo vivió la polémica que se creó cuando su antecesor en el cargo, Juan Antonio Álvarez Reyes, fue cesado por Cultura después de una impecable trayectoria de trece años al frente de este centro?
—Lo viví desde el ángulo que me tocaba. Conozco bien a Juan Antonio y admiro el trabajo que ha hecho. He intentado que el cambio y el proceso de transición fuera lo más fácil y ágil posible tanto para él como para mí. Le propuse una mesa de diálogo y de intercambio de ideas para facilitar esa transición.
—La semana pasada usted alabó públicamente la labor de Álvarez Reyes durante la presentación de las exposiciones del CAAC para 2024, entre las que destaca una que él había programado dedicada a Manuel Salinas.
—He respetado la programación que él tenía, por ejemplo las exposiciones de Manuel Salinas y de Pepa Caballero. Todo lo que él había dejado muy cerrado se ha respetado. También hay cosas como la exposición de la parte latinoamericana de la colección Jorge Pérez que estaba ya en conversaciones muy avanzadas. Ahí he cambiado una serie de obras o algunos conceptos que estaban aún en el aire. Ese es un proyecto que él había iniciado y que yo he continuado y he cerrado de otra manera.
—En ese sentido está buscando nuevas perspectivas, ¿no es así?
—Claro. Hay muchos artistas que yo conocía y que no habían expuesto antes aquí sus trabajos. Me parecía interesante traer una mirada más comprometida del arte latinoamericano y acercar a artistas que no se conocen tanto aquí.
—También ha anunciado que el CAAC y el C3A de Córdoba contarán con un presupuesto global de 900.000 euros y de unos 600.000 euros para exposiciones. ¿Es esa cantidad suficiente para que estos espacios sean más reconocidos a nivel internacional?
—Es un presupuesto que está bastante bien. Estamos buscando además formas para que haya mecenazgos en ciertas exposiciones. Creo que la internacionalización del CAAC no viene tanto del presupuesto, viene más de la programación y de cómo vamos a intentar traer a artistas relevantes internacionales que el público español y andaluz no conozca. Que tengan una voz establecida en el extranjero, como Delcy Morelos. También nos interesa que trabajen aquí para darle una especificidad. Que el visitante se tenga que trasladar hasta Sevilla para ver proyectos que van a ser únicos como el de Delcy. Eso tiene mucho que ver con esa idea de sostenibilidad que para mí es esencial. Un museo del siglo XXI no puede seguir poniendo y quitando pladur en una exposición y otra o transportando obras desde sitios como Colombia o China. Creo que para enraizar el museo aquí en Sevilla y en lo local es muy importante implicar a los artesanos locales, a la producción local, a la ciudadanía. Hemos conseguido que un agricultor nos esté plantando maíz para la exposición de Delcy. Queremos que los proyectos vayan madurando y fecundando desde aquí. Intentaremos ahorrar presupuesto en cosas como los transportes, que el público no ve. Desde la dirección queremos ser responsables a la hora de gastar esos fondos. Para mí es esencial trabajar en esa idea de lo sostenible.
—El consejero habló hace meses de la posibilidad de trasladar el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo a las Reales Atarazanas, proyecto que parece haberse paralizado. ¿Qué cambios son necesarios para que el visitante vea el CAAC de otra forma?
—Nosotros vamos a trabajar en la programación, pero también en la accesibilidad. Deseamos que el museo no sólo se disfrute desde el ángulo de la visión. Nos interesa que el visitante tenga una experiencia en torno al ver y al sentir. Es un museo que se da mucho a eso porque invita a que las personas puedan disfrutarlo en familia. Por eso creo que es importante abrir puertas como la del claustro del patio de Pérgolas. Que cuando se traspase la taquilla te dé la sensación de entrar en un sitio muy mágico. Cuando yo entro todas las mañanas a este edificio siento toda esta historia, la memoria que se ha vivido en este espacio. Y eso hay que volverlo a recuperar. La idea es también ir devolviéndole su estado original a la zona monumental de la iglesia. Ahora está panelada. Queremos que los artistas trabajen en la especificidad de un edificio donde ha habido una historia y unos momentos que son muy enriquecedores para artistas contemporáneos en su proceso de creatividad. No hay otro museo como este. Aquí tenemos un elemento que es único e irreproducible.
—¿Cómo se puede conseguir que el público le pierda el respeto a este espacio y que lo haga suyo?
—Creo mucho en la especificidad y en cómo hacer hace ese proyecto tuyo, como usted dice, porque se ha hecho aquí. Queremos que el público venga sabiendo que va a ver cosas únicas y que todo el proyecto se ha hecho aquí. También queremos mejorar la comunicación, la accesibilidad y la gráfica. Es importante seguir trabajando en proyectos educativos y en actividades que involucren otras disciplinas. Tenemos un programa hasta ahora muy enfocado en la música, pero vamos a incorporar también el baile, las performances y otro tipo de lenguajes creativos y multidisciplinares. Trabajamos en el concepto de un museo polifónico, no sólo en la idea del ver, sino del sentir, del oír, del oler, de estar aquí y experimentar con tu cuerpo.
—Usted tiene buenos contactos con artistas latinoamericanos. ¿Qué es lo que vamos a ver ahora en marzo en la exposición 'Territorios: arte contemporáneo latinoamericano en la colección de Jorge M. Pérez'?
—Jorge es un coleccionista muy comprometido. Es cubano y tiene su colección en Miami. Esta abarca no sólo a artistas latinoamericanos. La selección que hemos hecho está dividida en varios capítulos que tratarán la polifonía de todo un continente como es Latinoamérica, que es tan rico en todo: en texturas, en controversias, en violencia, en género... Es un continente muy colorido y pasional. Vamos a intentar que la exposición toque todos esos temas. Artistas más desconocidos como Julio Galán o Ana Segovia estarán presentes. Luego hay otros más conocidos como Ana Mendieta o Glenda León, una artista cubana que vive en España. Todos ellos mostrarán un prisma de lo que es Latinoamérica.
Jimena Blázquez en el patio junto a la iglesia del antiguo monasterio de la Cartuja, sede del CAAC
—¿Por qué cree que la exposición de Delcy Morelos nos va a sorprender tanto?
—Es una artista que lleva mucho tiempo trabajando, pero no se le ha prestado suficiente atención. La primera obra que vi de ella fue en la última Bienal de Venecia y dije: «¡Guau! ¿Qué es esto?». A lo mejor eso me pasó porque vengo de una formación en la que estudié mucho a los 'land artists', así como la especificidad y la tierra. Ella lleva mucho tiempo buscando la sostenibilidad dentro del espacio museístico. A raíz de su proyecto en Venecia ha salido a la luz su obra. Con su exposición en el CAAC va a crear un sentimiento de volver a enraizarnos con la tierra porque su material principal son las especias, la tierra, la arena. Todos esos elementos van a estar presentes. Es algo que hueles, tocas y respiras. Es un proyecto muy envolvente.
—También imagino que va a ser muy especial la exposición sobre la colección fotográfica del CAAC bajo la mirada de Alberto García-Alix.
—No estaba en principio programada. Ahora se acaba de terminar una exposición, 'Devenir pintura', sobre la pintura dentro de los fondos de la colección del CAAC. Y en este proceso de estudio de los fondos de la colección en el que estoy inmersa pensé que quién mejor que Alberto García-Alix, que es muy buen amigo mío, para hacer una revisión, estudio y análisis de los fondos fotográficos de nuestra colección y sacarlos a la luz.
—¿El coleccionismo es una pasión, una vocación o una perdición?
—Lo que sí que no es una profesión. Es un compromiso y una responsabilidad. Más que coleccionista es una manera de involucrarse, implicarse y de apoyar a un sector fundamental en nuestra sociedad. Empecé muy joven con el primer dinero que ganaba mientras otros amigos míos se iban a lo mejor de copas. Para mí era una forma de ir a los estudios, tener una conversación con los artistas e involucrarme en lo que estaban haciendo.
—En ARCO le dieron un importante premio como coleccionista.
—Fue una sorpresa y un honor recibir un premio tan prestigioso porque yo hago las cosas sin esperar nada a cambio.
—Es curioso que el otro gran museo de la ciudad, el de Bellas Artes, lo esté dirigiendo también una mujer, Valme Muñoz. ¿Eso podría dar lugar a una futura sinergia?
—Hace unos días tuve una primera reunión con ella. Cuando paso aquí el fin de semana siempre voy al Bellas Artes. Sí, puede ser que hubiera algún tipo de colaboración. Hay artistas contemporáneos a los que les interesa los momentos de pintura que se vivieron en Sevilla en el siglo XVII porque fueron únicos. Ella ya ha hecho alguna pincelada con artistas contemporáneos como la exposición de Pierre Gonnord. Son cosas que se pueden ir hablando con tiempo.
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