cultura
Jim Sheridan: «Daniel Day-Lewis tiene una profunda humanidad y es también un poeta»
El director irlandés recibió este miércoles el Giraldillo de Honor del Festival de Cine Europeo de Sevilla y presentó su última película, 'Re-creation'
Jim Sheridan: «El cine para mí es un sistema de creencia y si no crees lo que ves, no hay cine»
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Iniciar sesiónJim Sheridan (Dublín, 1949) es uno de los cineastas más interesantes de cuantos emergieron en la escena europea de finales de los años ochenta. Tras dedicarse al principio de su carrera al teatro, donde brilló como dramaturgo, cosechó un gran éxito de público y ... crítica cuando debutó como director de cine en 1989 con su película 'Mi pie izquierdo'. Protagonizada por Daniel Day-Lewis, quien ganó su primer Oscar al Mejor Actor, aquel filme fue el inicio de una colaboración entre ambos que dio posteriormente otros frutos muy notables, como los dramas 'En el nombre del padre' (1993) y 'The boxer' (1997). Ayer, el realizador irlandés recibió el Giraldillo de Honor del XXII Festival de Cine Europeo de Sevilla en reconocimiento a toda su trayectoria profesional. Además, presentó su último largometraje, 'Re-creation', que ha escrito y codirigido con David Merriman y que es la reconstrucción de un juicio que nunca se celebró, el del periodista británico Ian Bailey, condenado en ausencia por el asesinato de Sophie Toscan du Plantier, en uno de los sucesos más impactantes en la historia reciente de Irlanda. Este drama con claros aires teatrales es también un homenaje al clásico 'Doce hombres sin piedad' de Sidney Lumet.
—¿Qué significa para usted recibir el Giraldillo de Honor del Festival de Cine Europeo de Sevilla?
—Me sorprendió y me ha honrado mucho que me lo den. Me encanta Sevilla porque tiene sol y música. Tenía muchas ganas de venir porque así he podido escapar del invierno del norte.
—Este festival, además de ser un abanderado del cine europeo, hace también una importante defensa del cine de autor. ¿Qué opina de que el certamen tenga esa marca distintiva hacia el cine de autor?
—Me parece fantástico porque cada vez es más difícil hacer cine de autor. Cuanto más pasa el tiempo, cada vez vemos cine del mínimo denominador común. Sin embargo, creo que hay una gran ventaja para las plataformas de streaming. En la Academia Europea del Cine yo digo que tenemos que hacer que las películas europeas tengan un idioma común, lo cual está ocurriendo ahora gracias a la tecnología. Creo que eso conseguirá cambiar la experiencia del cine en todas partes.
—Su cine ha tenido una mirada especial hacia los conflictos sociales y políticos de Irlanda.
—Sí. Recuerdo que hace años yo venía mucho a España. Estuve varias veces en el norte de España cuando había problemas de terrorismo en el País Vasco. Yo les decía que 'En el nombre del padre' mostraba la historia de un padre no violento. La gente malentendió esa historia y pensaban que la película planteaba una venganza contra los ingleses, pero realmente no era así. En ese filme plasmé una historia contra la injusticia, pero en el centro sobresale la mirada de un padre que no es violento.
—En sus películas hay una profunda dimensión ética y emocional.
—Efectivamente. Estoy intentando llegar a la verdad de las situaciones de las que yo vengo. James Joyce dijo sobre Irlanda: «La historia es una pesadilla de la que estoy intentando despertarme». No es que nosotros hayamos elegido ser complicados. No es que hayamos elegido estar siempre peleando. Es la historia de la que venimos. Somos probablemente el país poscolonial más documentado del mundo occidental.
—Usted ha contado siempre con unos grandes actores, destacando en especial la figura de Daniel Day-Lewis, que está considerado uno de los mejores actores del mundo y con el que ha llegado a colaborar en tres películas. ¿Cómo fue ese trabajo que hicieron juntos?
—Ha sido estupendo trabajar con Daniel y es genial volver a verlo en la película de su hijo. Es un actor muy bueno, pero aún es una persona mejor todavía. Tiene una profunda humanidad y es también un poeta. Sólo elige trabajar para llegar a la verdad, no para ser un problema. Él es muy específico a la hora de aplicar la interpretación del método. No aplica esa interpretación como un loco, lo hace con mucha dirección.
—Entonces supongo que entendió perfectamente cuando Daniel Day-Lewis estuvo unos años fuera del circuito cinematográfico y se centró en su vida personal.
—Por supuesto. Es como que necesita cargar las pilas. Él funciona a un nivel tan intenso que creo que le saca mucha energía. A veces siente que está cargado y que ha fundido todo el combustible que le da el push para seguir adelante.
—¿Cómo se las arregla para combinar el realismo social con la búsqueda de lo poético y lo espiritual en su cine?
—El realismo social es de donde yo vengo en el teatro. Intento capturar lo que denomino las emociones que son invisibles. Si las emociones son invisibles, entonces lo visible estorba a lo invisible. No me interesa hacer imágenes ilustrativas, me interesa más la verdad más profunda, y no sé si soy muy fuerte a la hora de hacer imágenes de un cuadro. Mi fortaleza es la verdad emocional. La gente malinterpreta de qué van las películas en su esencia. Los espectadores piensan que es mitología o narrativa, pero en realidad en lo profundo se trata de un intercambio muy simple con el público. Lo importante es si creo o no creo. Esto es algo muy religioso. Es más profundo que la narrativa mitológica normal. A lo que me refiero con esto es que cuando alguien llega a ver una película, proyecta sus creencias en lo que viene de la pantalla. Si al final esas creencias colisionan, entonces la persona no cree en lo que ve. Y si no crees en lo que ves, estás fuera. Tienes que capturar las creencias de las personas.
—Usted ha hablado en muchas ocasiones de los estados del midwest americano, ¿por qué?
—En la América profunda no hay una cultura europea o colectiva, es un individualismo de alto nivel. El guionista de 'Taxi driver', Paul Schroeder, mostró un individualismo protestante de alto nivel. Lo raro es que todo el mundo entendió ese individualismo del protestantismo. Esa es al final la película que se va a hacer popular. Eso es mucho más difícil de conseguir en las películas colectivas. Cuando se traduce de Irlanda a España o Francia, se tiene que encontrar una fórmula para superar cosas de la cultura más primitiva, no en el sentido más negativo, sino en el más primordial y religioso. Al cine le encanta lo cruel y los chivos expiatorios. El cine es violento y de forma fácil gira para satisfacer los orígenes primitivos de la violencia. Yo ya he dejado esas cosas. Me parece difícil hacer sexo y violencia en un set de rodaje. Es que no lo entiendo. En las películas de cowboys, cuando el cowboy besaba a la chica los niños gritaban 'boooo' porque pensaban que se había acabado la película. Los adultos los callaban. Pero los niños eran los que tenían razón porque entendieron que no puedes tomar el masculino y el femenino y unirlos a mitad de la película. Tienes que esperar al final de la película. Los mejores besos son los que hay al final de 'Cinema Paradiso'. Es difícil creer en un beso, es una cuestión tan primitiva que lo emocional desaparece y no puedes entrar. El cine puede ser así de íntimo.
—En su última película, 'Re-creation', retrata un juicio que nunca se llevó a cabo y hace también una mirada muy teatral a través de los actores.
—Tuve dificultad con ese filme. Yo estaba haciendo otra película distinta y, de repente, se quedaron sin dinero. Necesité tomar una decisión muy rápida delimitando la historia a un solo set. Decidí hacerle un homenaje a Sidney Lumet y a su 'Doce hombres in piedad'. Tuvimos solamente cinco días para rodar la película. Tuve que buscar una solución. Al final me gustó el resultado que conseguimos con esta historia. Se muestra una paleta muy limitada, pero me interesa porque la película habla de muchas cosas que son verdad.
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