Guionista y director

Javier Vila: «El rodaje de 'Velintonia, 3' tuvo un punto claustrofóbico, un paralelismo con lo que vivía Aleixandre»

La película documental sobre la casa madrileña del poeta se presenta este martes en el Festival de Cine Europeo de Sevilla

Velintonia, la casa de los poetas del siglo XX, comienza su resurgir

Javier Vila, guionista y director de 'Velintonia, 3' Víctor rodríguez

Javier Vila sabía poco –«como casi todos», reconoce– de Velintonia, la casa en la capital madrileña en la que vivió buena parte de su vida el Nobel de Literatura Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid,1984) hasta el descubrimiento de una canción del grupo sevillano ... Maga, 'La casa en el número 3', dedicada a ese hogar que prácticamente se convirtió en el mundo de un literato enfermo. Allí, en ese chalet del distrito de Chamberí (en la calle del mismo nombre que la propia casa, ahora Vicente Aleixandre), el poeta recibía a amigos y seguidores. A los grandes nombres de las letras españolas y a los aspirantes a engrosar esa lista.

Pese a ser un lugar casi mágico, testigo y protagonista invisible de la historia de un país y de sus poetas, el inmueble ha estado cerrado, prácticamente en estado de abandono desde el fallecimiento en 1986 de la hermana de Aleixandre. Hasta que este abril fue adquirido por la Comunidad de Madrid para convertirla en Casa de la Poesía en 2027. Por eso, ahora que vuelve a la vida ese «templo» del enorme cedro libanés, cobra tanto valor la película documental que ha firmado Vila (guion y dirección) y que este martes se presenta en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (después de su premier mundial en Málaga) y compite en la Sección Talento Andaluz de la 51ª edición del Festival de Huelva de Cine Iberoamericano antes de su estreno en cines el 28 de este mes. 'Velintonia 3', cuya filmación ha estado sujeta a los propios vaivenes de la negociación para su recuperación, se convertirá en un testimonio audiovisual de cómo han sido estas cuatro décadas de silencio.

Y de cómo encontraron la residencia mucho tiempo después algunos de los que compartieron charlas y cafés con el penúltimo Nobel español. «Me pareció increíble el estado de la casa y su historia, pasaron por allí los miembros de la Generación del 27 hasta los Novísimos. Es un símbolo de comunidad, era un sitio de reunión y de creación. Y me llamó la atención las huellas que había dejado todo ese paso del tiempo. Su cama, en la que escribía, la luz que le entraba por la ventana... Desde un punto de vista cinematográfico me llamó mucho la atención poder hablar de un personaje a través de esos rastros», cuenta el cineasta sobre el germen del proyecto, para el que también se ha valido de la ingente correspondencia que Aleixandre mantuvo con sus colegas. «Las cartas eran la tecnología de la época», reflexiona.

A algunos de los más jóvenes de ellos, hoy octogenarios, ha reunido el equipo de 'Velintonia 3' en esta película. Los novísimos Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Marcos Ricardo Barnatán, Antonio Colinas y Jaime Siles que, con sus recuerdos y junto a las lecturas de los actores Antonio de la Torre, Ana Fernández, Mona Martínez y Manolo Solo de escritos y cartas del propio Aleixandre, Federico García Lorca, Neruda, Miguel Hernández o Carmen Conde, reconstruyen la historia del edificio. «Lo planteamos como un encuentro a dos, que era la forma favorita de Aleixandre para encontrarse con la gente. Pero antes de pararse en el salón para hablar, le dijimos que entraran en la casa y se olvidaran de las cámaras, fue muy potente esa reacción», recuerda Javier Vila. 

Fachada del número 3 de la calle Velintonia, donde vivió el poeta durante buena parte de su vida

La de los que en algún momento ya estuvieron y las de los jóvenes que participan en la dimensión performativa del documental: Raquel Lanseros, Juan Gallego Benot, María Alcantarilla, Izara Batres, Marina Casado, Andrés París y Laura Rodríguez. «Por ejemplo, Marina Casado contaba que había sido una niña bastante solitaria y que su pandilla era la del 27, esos poetas eran sus amigos», explica el director, que también cuenta las sensaciones del propio equipo durante el rodaje. «Tuvo un punto claustrofóbico. Estuvimos tres semanas y fue un paralelismo a lo que vivía Vicente. Sabíamos hasta la hora exacta en la que entraba el rayo de sol por la ventana».

Pese a ese ambiente de enclaustramiento –el Nobel vivía prácticamente recostado por sus problemas de salud– las reuniones en su biblioteca o salón eran motivo de felicidad. «Tuvo un carácter muy abierto, uno de sus temas fundamentales era el amor y él entendía la amistad como la forma más perfecta del amor. Además, por su enfermedad, usaba la visita de sus amigos para ver a través de sus ojos. Tenía ese espíritu innato, es lo que yo creo se llamaría ahora network, porque además él conectaba a todas la generaciones», desarrolla Vila.

«Él tenía sus creencias políticas, pero no se cerraba puertas. Su vida no tuvo grandes hitos como Lorca»

La película documental (producción de Surnames Narradores Transmedia y MLK Producciones, en coproducción con TVE, con la participación de Canal Sur, el apoyo del ICAA y la Junta de Andalucía, y la colaboración del Ayuntamiento de Sevilla y la Diputación de Málaga) proyecta la figura de un escritor que pese a ser distinguido con el más alto premio de la literatura mundial, es un desconocido para muchos españoles. «Él era bisexual, y en esa época que no tiene nada que ver con la actual. Por eso creo es difícil llegar a él, su poder y su potencia es cuando estás dentro de él, de su mundo interior, tanto en la casa, de puertas para dentro, como en su mente en su punto creativo», cuenta Vila, para quien también tiene algo que ver el poco reconocimiento para con el poeta su posicionamiento político. «Él tenía sus creencias, pero no se cerraba las puertas. Su vida no tuvo hitos memorables o un titular. Lorca tuvo ese final en la Guerra Civil, o Miguel Hernández, o Alberti que iba a las barricadas, pero Aleixandre no».

Arriba, Vicente Molina Foix y Javier Lostale; abajo, lectura poética en el jardín de la casa y puerta de acceso al inmueble

Cuando acabó el conflicto fratricida, el número 3 de la calle Velintonia (el propio Aleixandre fue quien consiguió la aceptación de la castellanización del término Wellingtonia, recogida por vez primera en el Diccionario de la RAE, en 1970, en su decimonovena edición) volvió a convertirse en un centro cultural, «un faro». La escritora y crítica Rosa Pereda así lo dice al principio de la cinta: «Era la isla donde se podía hablar y pensar, un resquicio de la libertad».

Vila habla del espíritu de coralidad de la película, que cuenta con la música original de Isabel Royán. La compositora es otro personaje, pues a lo largo del documental va recogiendo los sonidos de la casa. «Desde el punto de vista cinematográfico también era muy interesante. Cuando tú estás mucho tiempo en una casa acabas por saber de dónde procede cada sonido». La banda sonora, por supuesto, también incluye esa canción de Maga que prendió la mecha de su creación, «un documental de autor». Y el piano, que tantas veces tocó Federico García Lorca en una habitación en la que leyó por primera vez sus 'Sonetos del amor oscuro'.

«Cada plano, cada desconchón que grabamos, cada puerta rota, cada ventana, era una especie de denuncia silenciosa, no quería hacer una reivindicación muy evidente», subraya Vila sobre un documental del que dice se sentirá muy satisfecho si consigue que alguien la vea y se acerque a la obra del poeta sevillano de nacimiento, aunque malagueño de corazón. De hecho, una referencia a la ciudad costasoleña en verso guía el recorrido de esta idea de Vila: 'Todo lo veré a mi vuelta, en cuanto nos reunamos en la Quimérica Velintonia. Quimérica porque Velintonia va al mar, hace mucho que va al mar'.

Preguntado sobre el verdadero protagonista de esta película, el director lo tiene claro: Vicente Aleixandre, aunque su vida fuera indivisible de esa casa. «Para mí no es solo una película: es una acción artística y social que busca recuperar la Quimérica Velintonia frente a su deterioro, recordando que no basta con proteger un edificio; hay que devolverle su condición de mito, de lugar vivo y generador de pensamiento, tal como Aleixandre lo soñó. La película actúa como premonición, como motor de conciencias de lo que fue y de lo que podría ser», incluye en sus notas el autor. O como dice la propia Rosa Pereda en su intervención: «Mientras lo recordemos, no estará muerto del todo». Y es que la Casa de los Poetas era, ante todo, la Casa de la Amistad.

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