crónica
Histórico concierto de C. Tangana en la Plaza de España
El artista madrileño despidió su exitosísima gira «Sin cantar ni afinar tour» con una propuesta musical y escénica de un nivel excelso
C. Tangana despidió anoche en Sevilla su gira española ante 18.000 personas
Se desmaya el inmenso telón. Anémicas lámparas iluminan con timidez seis mesas que copan lo que parece ser una sala de fiestas, un reservado que algún capo adinerado ha elegido para darse un homenaje en forma juerga. Elegantes camareros sirven copas a los exclusivos ... invitados de una noche que apunta a ser memorable. Al fondo, tubas, trompa, trompetas y cornetas integran una sección de metales que anuncian sonidos de guerra. A escasos metros, violines, violas y cellos impregnan de elegancia el ambiente.
En el centro del escenario, el versátil y genial C. Tangana —ayer cantante, actor y maestro de ceremonias—, convertido en una versión cañí de Tommy Shelby, jefe supremo de los mafiosos Peaky Blinders, que financia una fiesta por todo lo alto gracias a negocios de dudosa reputación, pero que nadie cuestiona porque «esta noche vamos a pasarlo bien».
Se presentó El Madrileño en Sevilla con su exitosísima gira «Sin cantar ni afinar tour», la cual abrochó ayer de manera excepcional con un soberbio concierto teatralizado ante una abarrotada Plaza de España, en la segunda cita del Icónica Sevilla Fest, del que ABC de Sevilla es medio oficial.
Se agradece una barbaridad propuestas como la de C. Tangana. Tan laboriosa como arriesgada, tan festiva como emocionante, tan curiosa como sensible y, en definitiva, tan real como la vida misma. La realización del show que se va transmitiendo en la pantalla frontal gigante es una pasada. Algo inaudito, al menos en España. Sumerge al espectador en una película de un nivel altísimo. «La primera vez que propuse hacer este concierto me dijeron que era imposible, hoy terminamos la gira en nuestro país sumando más de treinta conciertos. ¡Vamos, Sevilla!», saludó el artista ganador de varios premios Grammy Latino.
El solo hecho de intentar dar una vuelta de tuerca al concepto tradicional de concierto merece ser alabado independientemente del resultado final. Pero si además la desbordante puesta en escena y todas y cada una de las performances que 'El Madrileño' y sus amigos desarrollaron anoche provocan una felicidad casi extática en las 18.000 personas que agotaron las entradas hace semanas para la cita hispalense, el reconocimiento debe ser, y lo fue, mayúsculo.
Decía el Nobel R. Tagore que «el bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen». Algo así debió pensar el bueno de Pucho cuando decidió dedicarse a la música como frontman, completamente consciente de la ineficacia de su voz para tales menesteres (de ahí el nombre de la gira). Bendita la hora en que lo pensó. C. Tangana tiene muchísimas virtudes que compensan ese déficit. Lo de ayer fue una descomunal travesía hacia la felicidad y la euforia.
C. Tangana demostró ser un artista sagaz y poliédrico, capaz de fusionar estilos con una facilidad tan pasmosa como envidiable. Ora bachata, ora marchas de Semana Santa, ora pop, ora flamenco, ora trap, ora, por supuesto, flamenco. Y en todos los envites sale ganador gracias a una propuesta estudiadísima que en muchos momentos frisa con la perfección y que en directo luce incontenible. Porque sus shows tienen todos los ingredientes para triunfar en mayúsculas.
El universo Tangana es transversal y valiente. Tamaña multicolor cascada de sonidos, luces, sampleos y demás recursos musicales le convierten en el pope supremo del pop en castellano y en la personalidad más estimulante del panorama musical español del último lustro.
'El Madrileño' tiene patente de corso para hablar y decir lo que le dé la realísima gana sin que prensa, público y el basurero de las redes le afeen sus ocurrencias políticamente incorrectas. Bravo por él. «He cambiado la industria de un país entero», dice en una de sus letras. Si no fuese así, no sería posible que el Bola, el cantaor trianero estuvo excelso en todas sus participaciones a lo largo de la noche, saliese airoso de interpretar a viva voz el 'Yo quiero ser mataor' de Antonio Molina.
El Bola estuvo sublime en su desgarrada versión de 'Alegría de vivir', de Ray Heredia, como fabuloso epílogo del hit 'Los tontos', sin duda uno de los grandes momentos de la noche gracias en gran medida al talento de otro de los 'jefes' que ha cautivado a Tangana, un Kiko Veneno en permanente estado de gracia. Antonio Carmona en 'Me maten' y La Húngara y El Niño de Elche también añadieron talento y viveza a un setlist eficaz y brillante de marcado carácter coral.
Pasadas la hora y media de vibrante espectáculo, en las que la lista de éxitos es casi innumerable ('Te olvidaste', 'Ateo', 'Demasiadas mujeres', 'Llorando en la limo', 'Muriendo de envidia', etcétera), el público se despidió con la sensación de haber asistido al cierre de una gira histórica de la música en castellano. Lo fue.
Tras dos conciertos de auténtico lujo, el de anoche y el que protagonizó el viernes Paul Kalkbrenner, el festival descansa musicalmente hasta el jueves, cuando retome la actividad con 50 Cent. No obstante, cabe recordar que este domingo es gratuito el acceso a Icónica Lights para todo aquel que tenga una entrada para alguno de los conciertos programados para esta segunda edición.
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