Flamenco SINCEJILLA
Un Gazpacho de Morón para aliviar el calor
El Pele, El Granaíno, Farruquito y Antonio Rey son algunos de los protagonistas del cartel para este 1 de julio, Sara Baras será homenajeada en Las Cabezas de San Juan y Luis Perdiguero publica nuevo disco
Marcelo Sousa, lección magistral de cante
El Pele, cantaor flamenco, de blanco durante una actuación
El primer Gazpacho de Morón se celebró en 1961. Un plato de jamón, media botella de vino y un lebrillo de gazpacho incluían esas 300 pesetas para ver un espectáculo encabezado por Antonio Mairena, Gabriela Ortega y Juan Talega, además de ... Fernanda y Bernarda de Utrera, Pepe Ríos, Perrate, unos jóvenes Bambino y Lebrijano, Manolito de María, Joselero de Morón, Platero de Alcalá, Diego y Paco del Gastor, entonces Paquito, Manolo Morilla, Andorrano, Fernando de Morón y Gitanillo de la Puebla de Cazalla. O sea, una brutalidad por menos de dos euros. Cambian los tiempos. Los bolsillos, los artistas y las costumbres. Pero el evento mayor del flamenco en Morón de la Frontera continúa este sábado 1 de julio a las diez de la noche en la plaza del ayuntamiento.
En la tierra de la guitarra por excelencia lo que más atrae en esta LVI edición es el cante: El Pele, Pedro El Granaíno y David Carpio en un mismo escenario. Celebro la presencia del primero porque es una de las pocas figuras con más de cincuenta años de trayectoria que presume de plenitud en sus facultades. El Pele encendido no tiene rival. Se desangra, como escribe García Reyes. Celebro también la del segundo, El Granaíno, por custodiar una cima en el panorama actual, la que sea. Y también la del tercero, el Carpio, jerezano, salvaje, expresivo y mucho más desconocido por estos lares. Al fin tendrá ocasión de mostrar sus facultades en solitario, no acompañando al baile, donde los programadores acostumbran a encorsetarlo. Con tipografía gruesa sin serif aparece Farruquito en el cartel. Lo hace con parte de su elenco habitual: El Bola cantándole, por ejemplo. Mari Vizárraga, Pepe de Pura, Manuel Valencia…
Para la bajañí de concierto, por último, este Gazpacho de Morón cuenta con Paco e Ignacio de Amparo, artistas locales herederos del aire cruento tan típicamente gastoreño, a gañafones. También con Antonio Rey, una excelente figura de la guitarra que a mí, personalmente, me interesa menos. Unos representan los últimos rescoldos de un sonido radical y este otro el virtuosismo propio de este tiempo. Así se sucederán las cosas: al aire fresco de una noche de verano con cante, baile y toque donde refugiarse, un vaso de gazpacho y temperaturas más amables en lo que de madrugada se vayan resolviendo los embrujos. O eso se espera, que en las predicciones del tiempo y el arte todo es promesa.
Sara Baras, Yerbabuena de Plata en Las Cabezas
Los veranos andaluces están repletos de programaciones de flamenco desde hace más cincuenta años. El Potaje Gitano de Utrera, que comenzó en 1957, fue el primero y sirvió como modelo para muchas de estas citas. Las fórmulas, sin embargo, son variadas y están en continuo proceso de revisión. Algunas han cambiado el aire libre por los teatros. En otros se hacen certámenes, también actividades y espectáculos previos a la gran gala. Unen gastronomía y música. A veces música y patrimonio. El Festival La Yerbabuena de Las Cabezas de San Juan surgió en el seno de la peña Fernando El Herrero en 1970. El modelo que sigue hoy es el siguiente: se rinde tributo a una máxima figura, que presenta un espectáculo. En el pasado se han sucedido artistas como Miguel Poveda o José Mercé. Este año será Sara Baras con 'Alma' la que reciba el galardón. Y la que actúe, claro. Este viernes 30 de junio a las diez de la noche en el Instituto de Educación Secundaria Delgado Brackenbury.
Sara Baras durante su último montaje
'Alma', por su parte, es un montaje que viene de presentarse en diferentes ciudades de Estados Unidos. En él se une el flamenco con el bolero. La gaditano ha comentado a ABC al respecto: «Que todos esperen algo de ti infunde mucha responsabilidad. Soy como un restaurante Michelín con un calendario lleno de reservas. No paro nunca y batallo cada día por la espectacularidad que se me presupone».
'Nostalgia', de Luis Perdiguero, jerezano de Antequera
Este es un disco no disco. Un directo, en realidad, encerrado en el estudio, henchido de anhelos y con múltiples querencias. Por soleá abre la mano el guitarrista Antonio Carrión. Sin claqueta, como se grababa en la década perdida de los 70, en la que la voz y la sonanta habían de entenderse sin la impertinencia del metrónomo. Luis Perdiguero, despojado de aspavientos, muestra su eco por Alcalá: «A quién le voy a contar yo/las fatigas que estoy pasando/se las voy a contar a la tierra/cuando me estén enterrando». No tiene un cante tan particular como honesto. Se mira en Mairena. En Talega, Borrico y Manolito de María. Los clásicos. Y siendo antequerano de nacimiento a Jerez, donde reside, le sabe boca. Por seguirillas, por bulerías, en las que deja su mejor registro, incluso en los tientos y las alegrías, con más arena que sal en las encías al invocar los aires de Pastora. Sin matizar demasiado, lo que resta expresividad.
Fragmento de la portada del disco
No busquen genialidades en estos surcos. Solo a un tipo contando sus dolencias desde el clasicismo: por fandangos también. Con letras populares. O en un martinete de locuras y desafíos al porvenir con el que además recupera un espacio mítico, el dolmen de Menga, en Antequera. Desde allí, donde habitó una gitana a la que él llama a voces, canta, aportando así un reverb cavernoso a la grabación y regalando un detalle que gustará a los más románticos.
'Nostalgia' es la pieza que da título al álbum. Un temita por bulerías, lo escribo así en diminutivo para que se entienda, que parece un verso suelto en este trabajo. «Quita ya eso», me dice un amigo poco aficionado al cante. Es que es café para los muy cafeteros, reconozco en lo que sigo golpeando teclas con un ayeo como telón de fondo.
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