novedad literaria
Francisco Robles: «La casa de vecinos donde vivía se caía, pero para mí era un mundo mágico»
El periodista y escritor presenta su libro 'El niño del callejón' (Algaida), una obra donde retrata su infancia en una vieja casa de vecinos en el centro
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Sevilla
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Iniciar sesiónFrancisco Robles (Sevilla, 1963) es uno de esos sevillanos que aman profundamente su ciudad y que la conocen hasta lo más hondo de sus entrañas. Ahora ha dado una vuelta de tuerca literaria, ya que en su nuevo libro, 'El niño del callejón' ... (Algaida), muestra los recuerdos que le unen, desde que nació hasta que cumplió los ocho años de edad, a las viviendas que había en un viejo palacio construido por Juan de Oviedo, un edificio del siglo XVII que con el tiempo se convertirá en el último patio de vecinos de Sevilla, y todo ello bajo la mirada límpida e inocente de un niño. Este martes por la tarde ha recordado todas esas vivencias de su infancia en el Círculo Mercantil acompañado por la periodista y vicepresidenta primera del Círculo Mercantil, Lola Chaves, y por el escritor Francisco Gallardo.
Dice el periodista que este es un libro «completamente autobiográfico. Cuento desde mi nacimiento en 1963 hasta los ocho años. Nací en una casa de vecinos, que estaban desapareciendo en aquella época. Fue el 28 de junio de 1963, por lo que este miércoles celebro mi cumpleaños. Viví allí hasta septiembre de 1971, cuando tenía 8 años. Declararon la casa en ruinas y las treinta familias que vivíamos allí nos tuvimos que marchar. Cada familia tiró para donde más le convenía. Hubo gente que se fueron a vivir a los refugios de La Corchuela. Otros, como fue nuestro caso, nos buscamos una vivienda cerca en el barrio de San Bernardo».
Recuerda Robles esa infancia tan especial en aquel viejo palacio. «Esta casa pertenece actualmente al duque de Segorbe. Él la compró y la restauró y ahora vive allí. Estuve ahí hace cuatro o cinco años, ya restaurada, y la reconocí entera». El escritor aclara que esta obra «no es una novela, sino un relato autobiográfico. Tengo una memoria prodigiosa y me acordaba de todo. Con el ictus no me acordaba de lo que había hecho dos o tres días atrás, pero sí guardaba en la memoria esos ocho años de la infancia. Me acuerdo, por ejemplo, del terremoto de 1969 perfectamente».
'El niño del callejón' es un relato coral. «En realidad aparecen como personajes del libro la gente mayor que vivía allí conmigo. Los retrato con sus nombres». La obra, de hecho, se divide en doce capítulos que son doce meses del año. «Empiezo por el mes de junio, el mes en que nací. Los personajes están casi todos muertos. En el capítulo de febrero no aparecen los nombres porque en ese mes juego con la idea el sexo. Allí había una vida sexual plena pese a toda la represión que imponía el régimen franquista a la gente».
Dice Robles que «esta es sin duda mi obra más personal. Se la tenía prometida a mi madre, que murió en 2007. Luego se la prometí a un hermano mío que murió en 2020, poco después de salir yo del hospital. Después de eso decidí escribir el libro. Ese hermano era ocho años mayor que yo y yo lo veía como un superhombre».
Dice este escritor que en el libro «retrato unos recuerdos maravillosos. Con ocho años eras el rey del mundo. Todo estaba para ti. Tuve una infancia ultrafeliz. En estas páginas retrato la infancia, pero en el último capítulo hablo de mí ahora en la actualidad. Destacaría a mis hijos y a mi esposa, Lola Chaves, porque Lola me ha salvado. Ella ha sido mi salvación. El libro acaba con el mes de mayo, que es cuando hago la Primera Comunión viviendo allí. Luego nos mudamos en septiembre de 1971».
Pese a lo que pudiera parecer, asegura este periodista que «la mudanza no fue traumática, ya que significó un cambio de aires. Pasamos de vivir en la Puerta de la Carne a vivir a San Bernardo, de vivir dentro de la ciudad a la parte de fuera de la ciudad, ya que por esa época la frontera la marcaba en Menéndez Pelayo y el puente de San Bernardo. Yo veía ese cambio maravilloso. Era consciente de que la vieja casa de vecinos estaba que se caía, pero para mí era un mundo mágico. Aquellos fueron unos años mágicos».
Confiesa Francisco Robles que «las treinta familias estábamos muy unidas y la vida era maravillosa. Giraba en torno a las cocinas. En Navidad todo era una fiesta. El verano era también un momento de mucha paz. Los niños jugábamos en el callejón. Todo era muy especial».
Esta obra es, pues, el primer episodio de las memorias de este escritor. «El libro está detallado por la memoria del niño. A pesar del ictus, he escrito el libro perfectamente. El ictus fue el 21 de marzo de 2020. Fue un ictus hemorrágico, que aproximadamente me afectó en el 15 por ciento. Estuve inconsciente catorce días. Lola habló con el médico y le pidió que me hicieran algo porque me estaba muriendo. Un día, me cogieron a las tres de la mañana, me bajaron al quirófano y me abrieron la cabeza por arriba y me quitaron el coágulo de sangre que tenía. Llamaron a Lola por la mañana y le dijeron que había que esperar. Empecé el libro en 2021. Mis principios tras el ictus fueron muy duros porque tenía la parte derecha inmovilizada e iba a todos lados en silla de ruedas y no recordaba nada. La escritura de este libro me ha servido para reencontrarme conmigo mismo».
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