música
Estrella Morente: «Me gusta medirme como cantaora en Jerez»
La artista granadina actúa el 6 de agosto en el escenario del Patio de la Tonelería del Tío Pepe Festival de Jerez
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Sevilla
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Iniciar sesiónSu voz es una fuente de plomo. Estrella Morente pide cafés desde el misticismo. No abandona el tono artístico cuando se detiene en las ventas ni cuando transita por las carreteras de España, como hace durante todo el verano. El domingo 6 de agosto ... actúa en el Patio de la Tonelería de la Bodega González Byass, dentro del ciclo 'Solera y Compás', en Jerez de la Frontera. Cuando la llamo no sabe dónde está: en uno de esos no lugares entre las ciudades de este bendito país a los que solo unos pocos logran poner nombre.
—¿Dónda anda, Estrella?
—No lo sé. A la hora que es, espero que más cerca de Málaga que de Madrid. Yo vivo en Málaga. Bueno, vivo en la carretera.
—En publicidad se habla de la triple B de la creatividad: «bus, bed y bath». El coche también es un buen espacio para crear, ¿no?
—Es donde más me concentro. Durante horas, con todo a mano, en silencio y con buena música. De otras cosas no roneo, pero del equipo que llevo para escuchar música, sí. Aquí nace todo, en el coche. Después ya lo vuelco en el estudio y en el escenario.
—El coche le lleva hasta Jerez el próximo 6 de agosto. No es un tópico eso que dicen los flamencos de que cantar ahí, con lo que significa esa tierra en el espectro del cante, impone, ¿verdad?
—Jerez me pide cante. La soleá, la bulería, la alegría, los tangos… Yo soy Paquera y una enamorada de artistas como La Macanita, que siempre mencionamos a los que se han ido. Pues no se puede cantar mejor que mi compañera. Siento la necesidad de venerar lo que se ha desarrollado en ese lugar: el Cante en mayúscula. De los Méndez, de Antonio Chacón, del Sernita, que es de familia, un cantaor muy querido y admirado por mi padre. Tan importante es Jerez que me gusta ir dos o tres días antes, hacer visitas, beber vino, ir a Santiago, pasarme por Los Cernícalos… Mi Alfredo Lagos, mi gente. Todo eso me alimenta. Me gusta medirme como cantaora en Jerez, sin querer copiar el cante de allí, porque el mío tiene otras formas. Voy con la afición y el cariño, no sé si con el talento. Y ya que estamos, pues si puedo llegar hasta Sanlúcar, ver a Isidro Muñoz, pasar por Trebujena… ¡Qué tierra esta! Yo me he hecho aquí como cantaora, donde grabé mi primer disco, pasando por casa de Manolo Sanlúcar.
—Nada que ver, entiendo, con lo que hará en Pamplona en el festival Flamenco On Fire.
—En Pamplona, la tierra de Tío Sabicas, estamos proyectando un estreno: 'Desde la cuna', un recorrido por mi oído a lo largo del tiempo. No hemos podido utilizar como cartel la foto que yo quería porque no tenía suficiente resolución. Aparezco yo de bebé con unas horas, con mi tío Montoyita apoyando el pie en mi cuna mientras toca la guitarra. Venía con mi padre de actuar en un festival y pasaron por Granada. Desde ahí me viene a mí esto.
—Además del cante, convive muy de cerca con el toreo. ¿Cómo vive la mujer de un diestro las temporadas?
—Una se entera de todo en este mundillo: quién ha triunfado, quién no, a quién han cogido, que si uno se desmoteró, que si qué bueno tal banderillero… Yo a corridas de mi marido, Javier Conde, ya no voy desde que le monté un pollo tremendo con mi sombrero de cowboy al presidente de una plaza por una decisión pésima. Me vi allí envuelta, alterada, con todo el mundo aplaudiéndome… Qué necesidad tengo yo de esto, pensé. Vaya la que estoy formando. Mejor me quedo en casa. Después, con él he vivido momentos maravillosos en el campo. He visto a Rafael de Paula medirse artísticamente con este hombre. Morir con él. Picarse y dolerse en Alventus, en Trebujena. Y en Jerez Diego Carrasco le ha cantado por bulerías: «En la plaza de la Malagueta/está toreando el Conde/con su muleta». Si en Jerez te cantan por bulerías… entras en un círculo muy especial.
—¿Qué hace mientras él torea?
—Rezar y desear que vuelva con los mismos botones con los que se ha ido. El triunfo es lo último en lo que pienso.
«Me gusta medirme como cantaora en Jerez, sin querer copiar el cante de allí, porque el mío tiene otras formas»
Estrella Morente
—Algunos no lo saben, pero su otra faceta artística, herencia de su madre, Aurora Carbonell, es la pintura. Eso sí que no se hace desde el coche.
—A nivel profesional, he hecho alguna exposición de cuadros. Por ejemplo, en la Galería de ABC. La jefa de todo esto es mi madre, que tiene un mundo interior amplísimo al que está dando forma con esculturas, pinturas y dibujos sobrecogedores. Pero en mi casa todo pasa por el arte. Tú me das una tela y yo te tapizo la silla. Me diseño mis vestidos. Decoro. Me dice la niña que tiene que hacer un trabajo de moda sobre Rusia para la universidad e imagina mi implicación. Allí han alucinado con los deberes, claro. La Estrellita me decía: «Mamá, cómo le vamos a poner un nombre al vestido». ¡Cómo que no! Rusia ahora mismo es la llama del mundo y tú tienes que pintar la plaza Roja de Moscú en ese vestido, niña. Hay que entregarse a las cosas.
Las ráfagas de los coches parten el telón de fondo de la conversación. Me quema la oreja tan solo de esbozar el calor que desprende el asfalto. La mayor de los hermanos Morente es de aquí y de allá. Va entregándose por auditorios y universidades. Devorando escenarios e imaginando decorados en lo que ensancha su kilometraje, granadina del mundo.
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