Eduardo Guerrero: «Al flamenco no hay que borrarle ni añadirle nada»
El bailaor gaditano presenta en el Teatro de la Maestranza su última obra, 'Debajo de los pies'
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Sevilla
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Iniciar sesiónEduardo Guerrero (Cádiz, 1983), vuelve a Sevilla tras seis años de ausencia para presentar el domingo 19 de octubre en el Teatro de la Maestranza su última obra, 'Debajo de los pies', una pieza por la que fue reconocido en 2022 con ... el Premio Lorca al Mejor Intérprete Masculino de Danza Flamenca.
Guerrero ha contado para esta creación con la mirada escénica de Mateo Feijóo, el asesoramiento del cantaor jerezano David Lagos, y la colaboración de Los Voluble, dúo especializado en la creación audiovisual y sonora en directo, que han amplificado amplifica la dimensión sensorial del montaje, envolviendo al espectador en un paisaje sonoro y visual que evoluciona al ritmo de la danza. En el apartado coreográfico también hay colaboraciones de Marco Flores, Alberto Sellés y Sara Jiménez, y el asesoramiento de Rocío Molina e Iván Amaya.
En la escena y todos vestidos de blanco, junto a Eduardo Guerrero, al baile, Julia Acosta y Sara Jiménez; a la guitarra, Joselito Acedo; en la percusión, Antonio Carmona y al cante, Jesús Corbacho.
Eduardo Guerrero comenzó a bailar con 6 años, y a los 16 ya formaba parte de elencos de primeras figuras como Aida Gómez, Javier Latorre, Eva Yerbabuena, Antonio Canales y Rocío Molina, con quienes giró por todo el mundo, creando su propia compañía en 2011 con el espectáculo 'De Dolores'.
El bailaor está encantado de volver a Sevilla, «volver al Maestranza, un teatro que pisan tantos grandes, es emocionante. Sevilla es una plaza a la que siempre hay que volver donde hay un público que entiende y se emociona. A mí esta ciudad me ha dado mucho», comenta Guerrero.
- ¿'Debajo de los pies' es un punto de inflexión en su carrera?
- Sin duda, es el trabajo que más ha marcado mi nueva etapa. La estrené en 2022 en el Festival de Jerez y conjuga muy bien la tradición y la contemporaneidad que como en todas mis obras van de la mano, pero en esta ocasión queríamos invitar al espectador a volar, a ver volúmenes, cuerpos, y que no fuera algo habitual en mis anteriores obras.
- ¿Qué le ofrece la colaboración de Los Voluble?
- Ellos hacen siempre un trabajo impactante, proponiendo al espectador otra forma de mirar la escena. Trabajan imágenes con mucha fuerza. Se usan imágenes de Remedios Amaya y Tío Maleno. Salen datos de cuánto miden los muros de todo el mundo que nos separan, cómo se ve a través de esa luz verde un país en guerra, y todas esas imágenes las van mezclando a lo largo de la obra, profundizando lo que ocurre no sólo en el flamenco, sino en el mundo. Y luego está el trabajo de repertorio de David Lagos que ha hecho una gran investigación, hay letras por soleá primitivas, y otra parte de construcción de poesía, mezclando todos esos géneros.
- También ha contado para este viaje con Rocío Molina e Iván Amaya, ¿qué le han aportado?
- En la obra hay un encuentro de creadores que se desarrolló en una residencia que tuvimos con Rocío Molina. Ella cuando vio la pieza le interesó mucho el trabajo que íbamos a hacer sobre el Jardín de las Delicias del Bosco, y la primera conversación fue sobre ese tema, porque yo veía a muchos de esos artistas dentro de un jardín similar, ninguno éramos de la misma especie pero todos convivíamos en el mismo jardín. Esas palabras le llamaron la atención, y tuvimos su asesoramiento con improvisaciones, porque no creó ninguna pieza coreográfica, pero sí entró en el proceso creativo, igual que nos acompañaba Mateo Feijóo que también ha trabajado con Rocío y tenían lenguajes compartidos. Marco Flores ha creado la soleá del final, y el resto de números es una suma de todos.
- Algunos le sitúan en el movimiento del flamenco más contemporáneo, ¿dónde es su lugar?
- Hablar de danza contemporánea es muy alejado de lo que yo hago, lo mismo que si un contemporáneo se pusiera unos zapatos y empezara a zapatear. Sí hago encuentros con la danza contemporánea, pero sólo de lo que siento y me conmueve y la necesidad que tengo, es decir, la danza de hoy día, del momento que vivo, pero sabiendo que mis conocimientos y virtudes están en el flamenco. Cuando tengo que encontrar un lugar donde me estoy cómodo, ése es en el flamenco no en lo contemporáneo. Es verdad que en las últimas obras investigo más un nuevo lenguaje porque las piezas cuentan lo que me ocurre ahora, en mi tiempo, eso es lo que quiero contar con esta obra. Me resultaría muy extraño tirar de algo fuera de mis raíces.
- ¿Su público es flamenco o busca llegar a un público más amplio?
- Yo creo que es flamenco y de danza también, pero también me gustaría llegar al público más joven con mi nuevo lenguaje, y que no nos cataloguen sólo en cuatro festivales flamencos, Bienal, Jerez, Matadero, Bienal de Madrid. El flamenco no se puede encajar sólo en eso, porque entonces perdemos la transformación escénica que nos dejaron los más grandes de anteriores generaciones que subieron el flamenco a todo tipo de escenario. Nadie quiere hacer una ruptura, ni antes ni ahora. Si escuchamos una guitarra eléctrica en discos de Paco de Lucía, Morente o Camarón, en su momento los criticaron, pero ellos siempre encontraban el camino del flamenco. Porque yo creo que el flamenco debe estar hecho desde un cuaderno en blanco, lo que está escrito está muy bien, al flamenco no hay que borrarle ni añadirle nada.
- ¿Ha encontrado ya su lenguaje coreográfico?
- Bueno, creo que mi lenguaje coreográfico está en constante evolución, y eso es lo que me interesa, porque algo que deje de evolucionar está muerto, no tiene sentido, y tampoco futuro. Yo creo que el día que deje de seguir descubriéndome cosas..., no creo que esto sea una meta que llega uno y ya está, sino lo verdaderamente placentero es ese viaje de descubrir, así que poner metas a mi lenguaje sería un muro que no me dejaría seguir experimentando.
- ¿Qué es más complicado en esta profesión, llegar o mantenerse?
- No sé si yo he llegado a algún sitio porque aún quedan en mi mente muchos objetivos por cumplir, pero estar ahí es algo muy duro que sólo se consigue con esfuerzo, creyendo en lo que uno hace y no dejándote llevar sólo por la crítica constructiva o destructiva. Esto es una carrera de fondo que nunca tiene fin, pero como Eva Yerbabuena me decía muchas veces: Edu, no es el que antes llegue, sino el que más tiempo consiga permanecer en un escenario.
- ¿Quiénes son sus referentes sobre todo en sus inicios?
- Yo admiraba mucho cuando empecé a los grandes, Antonio Gades, Antonio el Bailarín, Mario Maya, luego llegó la generación de Mario Maya, y después Antonio Canales, Joaquín Cortés..., pero ellos eran artistas que no llegaban a Cádiz, donde yo estudiaba, recibíamos sólo pequeñas dosis de sus vídeos... Alguna vez Mario Maya vino a la escuela de Charo Cruz, pero eran pequeñas dosis. Cuando descubrí la 'liga' de Joaquín Cortés y Antonio Canales..., bueno, en mi casa son muy futboleros. Tengo un hermano del Barcelona y otro del Real Madrid y cada uno con una foto en su armario de su equipo, y en el centro estaba mi armario con fotos de Antonio Canales y Joaquín Cortés. Era divertido.
'Debajo de los pies' Eduardo Guerrero.
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Dónde: Teatro de la Maestranza. Paseo de Colón.
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Cuándo: 19 de octubre
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Hora: 19 horas
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Precio: de 17 a 45 euros
- Aida Gómez también fue una persona importante en su carrera.
- Sí, fundamental, tengo que agradecer el trabajo que hizo Aida Gómez conmigo, me marcó muchísimo porque era muy joven. Con 17 años me fui a Madrid y me contrató con su compañía para la película 'Salomé' de Carlos Saura. Aída organizó mi cabeza, me dijo que tenía que tomar clases de ballet y de Escuela Bolera, flamenco con otros maestros.
- Tras esta etapa volvió a a Sevilla fue a la compañía de Eva Yerbabuena.
- Eva me dio una amplitud de todo. Fue como un máster. Mi carrera estaba construida como esas vitrinas que abres según el deseo, y lo que abría lo exprimía al máximo y lo gozaba y disfrutaba. Y luego apareció Rocío Molina y me dio otra visión de lo que era el flamenco y cómo se podía entender el arte. Al final en esta vida lo importante es aprender de los maestros, de todos. Yo recuerdo cuando conocí la obra de Javier Latorre, me interesó mucho su lenguaje. Mi forma de ser ha sido echar todos los contenidos que los maestros me han regalado en una batidora llamada Guerrero y salir de ahí con todo y para adelante.
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