cultura
Diego Martínez Torrón: «Hoy se publica lo políticamente correcto y todo lo que vende»
El profesor cordobés acaba de sacar 'El viejo librero', un ensayo donde analiza la decadencia cultural de los tiempos actuales
Diego Martínez Torrón: «Si Miguel Delibes, Valle- Inclán o Azorín escribieran hoy tendrían que hacer novelones históricos o detectivescos»
Diego Martínez Torrón reflexiona sobre el arte y la cultura en 'El viejo librero'
El profesor Diego Martínez Torrón (Córdoba) acaba de publicar su último ensayo, 'El viejo librero. Cultura del tiempo perdido' (Renacimiento), una obra imprescindible por la reflexión que hace sobre valores como el arte y la cultura en este primer cuarto del siglo XXI.
—¿Por ... qué ese título de 'El viejo librero'?
—Mi afición a la bibliofilia, que me ha servido para escribir tantos libros con aportaciones diferentes a las habituales en el mundo académico. Y porque los libreros de viejo son los testigos de un mundo cultural que desaparece, por las razones que cuento en el libro. Esta obra es un testimonio de la diferencia abismal entre los modos culturales de mi generación, en los años 70 y 80, los más felices de la cultura occidental, y lo que ocurre ahora. Con una llamada esperanzada a que en el futuro se produzca la síntesis hegeliana que ofrezca, sintetizando nuestra época y la actual, un momento de enorme fulgor cultural en el mundo, si algún salvaje no nos retrotrae a la edad media.
—Se trata de un ensayo poco habitual que compagina una miscelánea de pensamientos y de estilos muy distintos.
—Efectivamente, es una obra muy libre. Con un montón de ideas y sugerencias que pueden ser valiosas tanto para las personas de mi generación como para los jóvenes, que siempre son el futuro. Hay en él un aluvión de sugerencias de quien ha trabajado con intensidad por la cultura de su país, y conoce a fondo también otras culturas. Desde el punto de vista cultural soy muy nacionalista, y desde el punto de vista artístico me declaro totalmente idealista.
—¿Cómo describiría el estado del arte y la cultura en esta fase del siglo XXI que vivimos?
—Para mí hay una clara decadencia, aunque hay también magníficos escritores y escritoras. No tengo nada contra el mundo anglosajón, que conozco muy a fondo por mis labores de investigación y conferencias en muchos lugares importantes, como Oxford, Santa Barbara, Indiana University o Berkley, donde aún se mantiene viva la llama. Pero los modos de edición anglosajones, que se han impuesto en todo el mundo, ofrecen un planteamiento muy pragmático de la edición. Hoy las editoriales en su mayoría buscan la rentabilidad económica ante todo, que prima sobre la capacidad de creación e innovación de la obra. Editoriales como las argentinas y españolas de esos años 70 y 80 son impensables hoy. Se puede hacer best seller de calidad, y los hay, como los de Pérez-Reverte por ejemplo, pero la generalidad de lo que hoy se publica está dictaminada por lo políticamente correcto y lo que se va a vender sin esfuerzo. Hay que primar la creatividad que es el avance intelectual.
—¿Qué papel juega la cultura en los momentos de cambios por los que estamos atravesando?
—La cultura es siempre un reflejo de la sociedad. Y en nuestra época parece relegada frente a los grandes poderes económicos, que pueden ser muy útiles, si por ejemplo a través de las nuevas tecnologías no intentan tan solo convertirnos en big data para ventas. Las nuevas tecnologías han representado un gran avance. Sin ellas mis libros no se habrían podido escribir ni publicar. Mi Quijote en Renacimiento (2020) con 6.000 notas filológicas, y una segunda edición de 1800 páginas y 9500 notas que se va a publicar en unos meses y que quizás estará en abierto gratuito en mi portal en cervantesvirtual, donde está la mayor parte de mi obra de creación e investigación en abierto. Todo ello era antes imposible. Los grandes editores de esta obra han muerto sin poder terminarla. Te pongo solo un ejemplo, aplicable a otros muchos campos. Recomiendo acudir a mi portal en cervantesvirtual: mi legado gratuito a la cultura española.
—Autores como Luis Alberto de Cuenca han elogiado que este ensayo es «un canto a la vida, el arte y la libertad». ¿Por qué?
—Este libro viene bien apadrinado por dos preciosos textos de contraportada, escritos al efecto por dos de los mejores escritores actuales, y que son grandes amigos: José María Merino, gran novelista, y Luis Alberto de Cuenca, gran poeta. Con ellos he compartido grandes momentos, y ellos saben de qué estoy hablando cuando comparo nuestro momento cultural de juventud con el de ahora. Lo que como digo puede constituir un acicate para las nuevas generaciones. Mi nostalgia es prospectiva y positiva.
—En este ensayo dedica una parte a Valle-Inclán y su 'Ruedo ibérico'. ¿Qué elementos especiales tiene esta obra?
—Lo edité en Cátedra, y fue la primera edición anotada de la que para mí es sin duda la mejor obra literaria del siglo XX universal. De todo ello da cuenta esa edición, recomiendo la segunda edición ampliada de 2021. Es una obra genial de una enorme profundidad, que versa sobre la posibilidad o la imposibilidad de la revolución. En mi libro, en cervantesvirtual, Valle-Inclán y su leyenda. Al hilo de «El ruedo ibérico» analizo la obra entera de Valle, y demuestro que culmina en este libro, muy superior a los esperpentos. Y añado que en Castalia acabo de editar al Valle místico, también la primera edición anotada de una obra poco leída, La lámpara maravillosa, un goce de sensibilidad e inteligencia.
—También están presentes otros escritores fundamentales en la literatura española como Azorín. ¿Qué es lo que queda vigente del legado de este gran escritor?
—Azorín es un gran escritor muy sensitivo. En mi anterior libro, que es el precedente de este, El alma de los libros. La literatura como refugio (Berenice, 2024) ya inicié el análisis de su obra completa, sus primeros libros, y lo amplío y continúo aquí, repasando la totalidad de la edición de su obra completa en Aguilar por Ángel Cruz Rueda, desde la postguerra. Lo he analizado aquí de un modo muy ameno y sin academicismos aburridos, acudiendo a esta edición de Aguilar, sin buscar un estudio académico, sino glosndo el rico arsenal de sus ideas. Es otro gran escritor que me inspira mucho, de una gran sensibilidad.
—Igualmente aparece por estas páginas el ingenio de Ramón.
—Ramón es otro registro. La imaginación pura y desmesurada. Aquí gloso su universo humano a través del café Pombo. Es otro gran escritor, muy leído en su época, y al que hoy apenas se recuerda. Sus greguerías no son lo más interesante, sino sus textos sobre Pombo, su autobiografía Automoribundia y sus preciosos retratos literarios.
—¿Por qué la música es tan importante para usted?
—La música clásica es para mí el arte más sublime y perfecto, el legado de todo el pasado occidental. Locos maravillosos ensayando mil veces un sonido para hacernos levitar en el momento mágico del concierto. Yo me paso todo el día colocado, lleno de endorfinas y dopamina, sin necesidad de acudir a las perniciosas drogas, y lo hago oyendo todo el día música clásica en las maravillosas emisoras que hay en la red, para que veas que hay grandes ventajas culturales también en nuestro proceloso e incierto siglo XXI.
—La poesía está muy presente en la última parte del libro.
—De mi obra: ensayo, narrativa y poesía, lo que prefiero es mi poesía. La tenéis toda también en mi citado portal de cervantesvirtual. Cuando en 2009 murió mi mujer, que era quien me inspiraba, dejé de escribir poemas. Pero en este libro, como conclusión, e incluido poemas inéditos recientes que intentan capturar el instante de belleza que es el arte.
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