cultura
Chaves Nogales, el hombre que paseó por Sevilla
Se cumplen ochenta años de la muerte en Londres del periodista sevillano. Un homenaje en la Real Academia de Buenas Letras este viernes recuerda las crónicas y páginas literarias que escribió sobre su ciudad natal y que conforman un asombroso mapa documental
El milagro Chaves Nogales
Un libro retrata a Chaves Nogales como gran cronista del siglo XX
Manuel Chaves Nogales al completo
Manuel Chaves Nogales fue un periodista adelantado a su tiempo y un escritor de calidad sobresaliente
un hombre agoniza en un hospital mientras caen bombas sobre Londres. Corre el año 1944 y Europa se devora a sí misma en la Segunda Guerra Mundial. El hombre que está a punto de morir -a causa de las complicaciones de una operación- es Manuel ... Chaves Nogales (Sevilla, 1897 -Londres, 1944), el gran periodista que durante décadas permaneció olvidado y borrado de nuestra historia, a pesar de haber escrito algunas de las páginas más lúcidas del siglo XX. Este año se cumplen ochenta años de su muerte y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras ha preparado un pequeño homenaje este próximo viernes.
Manuel Chaves Nogales, hijo y sobrino de periodistas, comenzó muy joven a trabajar en la redacción del diario 'El Liberal' y 'El Noticiero Sevillano'. Así se convierte en un audaz cronista de la Sevilla de su tiempo, una ciudad que permanece anquilosada en el pasado pero que conseguirá entrar en la modernidad con acontecimientos como la Exposición Iberoamericana de 1929, de la que el periodista fue testigo y narrador en una clave muy crítica.
Paisajes humanos
La Sevilla de Chaves Nogales permanece definida en sus textos de forma que podemos pasear por ese mapa, como si nos devolviera un excepcional trabajo documental, una especie de foto-fija de su tiempo. Gracias al periodista nos asomamos a esa ciudad con todos sus paisajes humanos, acertando a intuir la tensión entre tradición y modernidad, entre las clases populares y las dirigentes gracias a un valiente retrato de la cuestión social.
El periodista nació un 7 de agosto de 1897 en el número 11 de la calle Dueñas, «calle triste y silenciosa», como él mismo la denominó en su ensayo 'La ciudad'. En Chaves Nogales descubrimos una nueva lectura de la teoría del patio sevillano cargado de melancolía como símbolo del alma de la ciudad: «Nuestros patios son tristes. (…) El mármol, el agua, la palmera -sus tres fundamentos- tienen un mismo valor estético. La tristeza, la muerte. Ortega y Gasset nos decía que esta tristeza de los patios sevillanos asemejábase a la tristeza de las casas en que se ha muerto un niño, cuando todavía acuden las vecinas a ver la carita de cera del cuerpecillo amortajado».
Chaves Nogales paseando de niño con sus padres y su hermana Felisa por la Feria
En sus primeras crónicas ya descubrimos la habilidad para descubrir el pálpito del tiempo, el recuerdo del pasado y su proyección en el bullicioso presente. Lo demuestra en su descripción de la calle Feria, una de sus calles más queridas y paseadas y donde nació el torero Juan Belmonte, protagonista de su célebre libro 'Juan Belmonte, matador de toros'. Esta biografía novelada es un folletín-reportaje publicado por entregas en Estampa entre el 29 de junio y el 14 de diciembre de 1935: «A las tapias del convento suceden los paredones de la fábrica, el talabartero deja su hueco al stockista de Ford o Citroën, en el corralón de las viejas posadas ponen cinematógrafos y por la calzada donde antes saltaban las carretelas zigzaguean los taxímetros».
También dedicó algunos de sus más celebrados textos a la Semana Santa, como los que publica en los convulsos años de la Segunda República. Cuando estalla la Guerra Civil y, aunque ya no se encontraba en Sevilla, Chaves Nogales narra el ambiente terrible del conflicto en el relato 'La gesta de los caballistas', incluido en el libro 'A sangre y fuego'. El escritor sitúa parte de la acción en «la cárcel que los fascistas de Sevilla habían improvisado en un viejo music-hall popular, el pintoresco Salón Variedades de la calle Trajano».
No hay duda de que la ciudad popular gozó de la predilección de Chaves Nogales en sus crónicas sevillanas. Así narra el ambiente costumbrista del Mercado de la Encarnación en su libro 'La ciudad': «La Cuartelada del café es, acaso, la más interesante del mercado. Pudiéramos llamarla el mentidero de las mujeres; ante los puestecitos primorosos toman una taza de café y una copa de alcohol, mientras recuentan sus monedas y sus necesidades al emprender la lucha con los vendedores».
También nos descubre los negros mapas de la Sevilla obrera con su caserío de infraviviendas en las antiguas collaciones: «Calles tremendamente viejas, con una dolorosa vejez de trabajadoras, calles maceradas, incapaces de toda elevación espiritual. En ellas viven los que no tienen redención, los más tristes obreros de toda la ciudad; sus casuchas, uniformemente miserables, son las más dolorosas habitaciones de proletarios que conocemos».
La cuestión social
Chaves Nogales nos regala una radiografía de la Sevilla de la cuestión social, uno de los grandes temas de su tiempo. Pero dentro de ese mundo, no olvida a las olvidadas de los olvidados: las mujeres. En estos textos dedicados a las clases bajas de Sevilla, el periodista comprometido se decanta por denunciar la degradación de las mujeres pobres, en sus tristes y miserables vidas del corralillo al taller, mientras «aguardan sonrientes a que por la puerta de aquella sala a que se han sentado puerilmente compuestas, pase el hombre que ha de hacerlas definitivamente desgraciadas».
Manuel Chaves Nogales, junto a los linotipistas del Heraldo de Madrid
La Sevilla en transformación de la Exposición Iberoamericana de 1929 también fue objeto de su particular mapa de la ciudad. En sus crónicas tiene una mirada crítica y denuncia aspectos como lo efímero de estas celebraciones y el riesgo de caer en la idea de decorado de cartón-piedra: «El sentido exposicionista se ha apoderado ya de nuestros jardines, de alguno de nuestros barrios típicos, y de los palacios y monumentos nuevos. Pensando únicamente en una duración de quince o veinte años, se construye y decora, con un olvido absoluto de la naturaleza de los materiales que emplean». Parece que el periodista ya hubiera intuido el perfil escenográfico que sufren determinados lugares turísticos de la Sevilla del presente.
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