Arte y demás historias
Bodas regias de tiempos idos
Leonor, hermana mayor del emperador Carlos y reina viuda de Portugal, fue una de tantas infantas españolas que ocuparon el trono de Francia
Sevilla
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLos matrimonios de la monarquía, verdaderos asuntos de Estado, respondían a complejos factores diplomáticos y estratégicos. En la actualidad España y Francia disfrutan de un cordial entendimiento, pero a lo largo de los siglos sus intereses territoriales estuvieron en continua disputa. Recordemos que cuando Carlos ... V ganó la aplastante victoria de Pavía (1525), el monarca francés fue hecho prisionero en el campo de batalla, conducido a Madrid y encerrado en la Torre de los Lujanes.
Esto no fue óbice para que cinco años más tarde el mismo Francisco contrajera matrimonio con Leonor de Austria, la hermana mayor del emperador y reina viuda de Portugal. Leonor fue una de tantas infantas españolas que ocuparon el trono de Francia. Entre ellas podríamos destacar a Ana y María Teresa de Austria, madre y esposa de Luis XIV respectivamente. En 1660 con motivo de la firma del Tratado de los Pirineos que aseguraba (por un tiempo) la paz entre Francia y España, el flamante rey francés se desposó con su prima hermana por partida doble, la poco agraciada infanta María Teresa.
Unos años más tarde, y con motivo de un nuevo tratado con Francia, se concertó la boda de Carlos II con la princesa María Luisa de Borbón, primogénita del duque de Orleans, único hermano de Luis XIV. Contamos con una fuente excepcional sobre ese matrimonio y sus complejos preparativos, nada menos que los Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, obra del caballero sevillano don Diego Ortiz de Zúñiga. Ortiz de Zúñiga nos ofrece una crónica de la boda real que, como se desprende de la lectura, nada tiene que ver con las que actualmente nos ofrecen los medios de comunicación. Puesto que los novios vivían en distintos países y, además, nunca se habían visto, era frecuente que los matrimonios regios se contrajeran por poderes.
MÁS INFORMACIÓN
En ellos el rey o el príncipe en cuestión eran representados por un noble designado para tan alto cometido. En este caso el elegido fue el príncipe de Conti, mientras que María Luisa fue conducida al altar por su primo el Delfín. Una vez celebrado el matrimonio, se disponía todo lo necesario para que la futura princesa o reina iniciara el viaje hacia su nueva patria. Raramente volvería a visitar su país o ver a su familia.
Ortiz de Zúñiga nos informa puntualmente de fechas y lugares, así como de los distintos actos que se celebraron para festejar tan magno acontecimiento. La boda de un rey era un motivo de alegría que iba aparejado de numerosos festejos y en Sevilla, por ejemplo, se iluminó la Giralda tres noches seguidas y se dieron «repiques generales». A continuación, la crónica de don Diego: «En el año antecedente se trataba ya de hacer la paz con la Francia, y confiando el Rey Don Carlos II el éxito feliz de esta empresa al Marqués de los Balbases don Pablo Espínola Doria, se efectuó en Nimega el 16 de Diciembre de 1678; y a 5 de Enero de este año llegó a Madrid la noticia, la cual fue celebrada el 18 del propio mes. De esta felicidad resultó otra, cual fue el casamiento de S. M. con una de las Princesas de la casa de Francia: y para que tuviera efecto este enlace, pasó desde Bruselas el Marqués de los Balbases a París de embajador extraordinario, llegando a aquella corte, y haciendo su entrada pública el 11 de junio, siendo esta una de las más bizarras, y de mayor grandeza que hasta allí se habían visto de esta clase».
La elegida fue María Luisa de Borbón, hija primogénita del duque de Orleans, hermano de Luis XIV, y de Enriqueta Ana de Inglaterra. «Divulgada la noticia por la Corte, se llenó de una alegría sin igual, y dispuso para la misma tarde regocijos y fiestas. Aun más gustosa fue esta nueva a S. M., el cual pasó a visitar a nuestra Señora de Atocha, y dar a esta Señora las gracias. El 31 de Agosto se celebró por poderes en Fontainebleau el casamiento con el Príncipe de Conti, con tanto aparato, grandeza, majestad y gala, que excedió a toda ponderación, según las dilatadas relaciones que entonces se publicaron (…) Salió de Madrid Carlos II el sábado 21 de septiembre para ir a recibir a su esposa, habiendo antes visitado a nuestra Señora de Atocha. La Reina llegó a Irún, e hizo la entrega el Príncipe de Harcourt al Marqués de Astorga, nombrado su Mayordomo mayor. Entró en Burgos el Rey a esperar a la Reina el 5 de Noviembre, en cuya Ciudad recibió S. M. un reloj y una corbata de encajes, con la particularidad de habérsela puesto antes la Reina, con una cinta de color de fuego».
Aún hubo de esperar dos semanas la real pareja para conocerse, lo que sucedió el 19 de noviembre en la localidad burgalesa de Quintanapalla, donde fueron ratificados los desposorios. «Y después de haber comido -continúa Ortiz de Zúñiga- salieron por la tarde en una carroza para Burgos, y al día siguiente hicieron su entrada pública en aquella ciudad. Llegaron a la Corte el 2 de Diciembre por la tarde, e hicieron su entrada el sábado 13 de Enero del siguiente de 1680. La alegría en esta fue grande; sus fiestas y regocijos mayores; todo demostraba el contento que tenían sus habitadores al ver a una Reina tan hermosa, gallarda y afable, de un alma grande, y adornada de virtudes.»
Sin embargo, lo cierto es que la vida de María Luisa en la corte madrileña distó mucho de la felicidad. Al principio no se podía comunicar con su marido, ya que no sabía castellano ni él francés, pero lo peor es que Carlos II era un hombre de delicada salud, muy probablemente impotente y estéril con seguridad. María Luisa no quedaba embarazada, por lo que se le empezaron a practicar remedios de todo tipo, además de sangrías y purgas, que la quebrantaron. El 8 de febrero de 1689 cayó enferma y el rey, con gran pesar, la acompañó en la cabecera del lecho. María Luisa de Borbón falleció a los tres días con tan solo veintisiete años, pero eso ya es otra historia, no precisamente alegre.
Más información en la web Arte y demás historias: La curiosa historia de los zapatos de Luis XIV.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete