Andrés Trapiello: «Realmente lo que mueve el mundo es la capacidad de amar, no el dinero»
El escritor abrió la Feria del Libro de Sevilla con la presentación de su última novela, 'Me piden que regrese'
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Sevilla
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Iniciar sesiónAndrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) siente y ejerce una pulsión por la escritura apabullante. Es autor de 24 volúmenes de su 'Salón de los pasos perdidos', una especie de diario que recoge bajo el nombre de una «novela en marcha». Firma además poesía, ... ensayos y relatos con idéntica capacidad creadora, pero el artículo semanal que publica en el diario El Mundo, dice, es lo que mayor esfuerzo le emplea. «Siento mucha responsabilidad, hay una buena competencia», comenta sobre el momento actual del periodismo de opinión en España, a su juicio, «espléndido». El autor leonés se encuentra estos días en Sevilla, la ciudad que más veces ha visitado, para presentar su última novela -publicada-, 'Me piden que regrese' (Destino). El encuentro con el público sevillano ha servido además para inaugurar la Feria del Libro de 2024, que se celebra hasta el 3 de noviembre en los Jardines de Murillo de la capital andaluza. «Estar en este hotel, el Inglaterra, que era el que frecuentaba Juan Ramón, me hace sentir mejor todavía», cuenta durante la entrevista con ABC. Aún más feliz se muestra por la recién inaugurada exposición 'Los Machado. Retrato de familia' en la Fábrica de Artillería, una muestra que, entre otros mitos, derriba el del supuesto distanciamiento entre los dos hermanos o que la obra de Manuel desmereciera a la de Antonio.
De todo eso habla y, sobre todo, de literatura y de cómo ésta colma el vacío que paradójicamente deja la realidad. «Nuestras vidas están rotas, el sentido está interrumpido constantemente y es muy difícil reconstruirlo. En cambio, la ficción es todo lo contrario. La ficción es el reino del sentido, en el que todo cuadra. A la gente es imposible ponerla de acuerdo en unos hechos, en cambio sí es posible ponerla de acuerdo en la ficción». Esta conclusión le ha llevado a escribir 'Me piden que regrese', la novela de la que se muestra «más conforme» y que pone el cierre a un trabajo de más de 30 años para «reunir a lectores de todo tipo». El antecedente de esta historia son los «hechos veraces» de la noche de los Cuatro Caminos que contó en el libro 'Madrid 1945'. Mismo escenario y mismo año, en un momento decisivo por la derrota del nazismo y en el que las potencias que los derrotaron, Inglaterra y Estados Unidos principalmente, decidieron darle continuidad al régimen franquista. En ese momento interviene el principal personaje de la obra, Benjamín Smith o Benjamín Cortés, un gitano de madre jerezana criado en la inclusa y americano de adopción al que le piden que regrese a España con la misión de menoscabar el poder de un jerarca del régimen. En esta vuelta conocerá a Sol Neville, una aristócrata, bella y culta de la que se enamora al instante. También encontrará un nuevo Madrid, el de un millón de cadáveres de Dámaso Alonso al que Trapiello ha querido devolver el brillo. «Me molestaba las novelas maniqueas del Madrid casposo, sombrío, triste, miserable. Había otro Madrid también de Pasapoga, de los cabarets, de los espías, de los diplomáticos, de las cenas, el Madrid de los aristócratas... ese Madrid complejo es el que sí me gustaba. Era importante darlo bien para que los personajes fueran todavía más creíbles», reflexiona.
El escritor se muestra empeñado en que el trabajo del novelista es hacer que «lo que no tiene sentido en la vida, lo tenga en la literatura» y que una obra literaria, antes de convencer al lector, le «emocione». «Por eso es más útil a menudo la ficción que la crónica o el periodismo o la historia». Sobre el trabajo de documentación para la composición de la novela cuenta que han sido cuatro décadas de visitas a las hemerotecas, de libros viejos, de paseos por Madrid por lo que, comparado con un pianista con miles de horas de ensayos a sus espaldas, la melodía le ha resultado «más fácil». No obstante, lo que más le ha divertido ha sido trastear por el lenguaje de los personajes y el ambiente de esos años de posguerra. «He leído muchísimas novelas de la época. Las novelas y crónicas, pero sobre todo las que me han servido son las novelas malas. Los escritores, cuando quieren hacer literatura, normalmente, lo primero que desaparece de ella es la vida. Es la vida corriente, la vida real. En cambio, los novelistas malos, como son malos, en el intento suyo de cargar la realidad, lo hacen de una manera más naif o más torpe, pero más exacta, es decir, más respetuosa».
Para Trapiello, 'Me piden que regrese' no es una novela sobre las dos Españas, sino que sus personajes encarnarían a una tercera. Hay personas que se desquician cuando oyen hablar de la tercera España. Pero es obvio que alguien como Chaves Nogales, Clara Campoamor, Plá o Conquero, incluso Torrente Ballester cuando deja el ideario falangista, son de esa tercera España».
«Normalmente en las novelas que yo he leído siempre de esa época o está más representada una o está más representada otra. Y si aparecen las dos Españas casi siempre es para que una haga de sombra a la otra. Esto ni es justo ni es real. Pero al mismo tiempo yo necesitaba esas dos Españas, pero necesitaba también que de esas dos Españas cada uno de ellos hubieran sido víctimas de la otra España. Es una novela muy compleja. Normalmente las novelas de esta época, del franquismo, de la guerra, adolecen, a mi modo de ver, en el blanco y negro. Y la realidad es que nunca era así. Toda España estaba en cada familia con un novelón».
-Más allá de la ideología, las dos Españas son los ricos y los pobres, ¿no cree?
-Esa es una de las diferencias, pero no es la más importante. La única diferencia que hay en el fondo, de verdad, que importa al ser humano, es el que puede amar, el que está capacitado para enamorarse. Realmente lo que mueve el mundo es la capacidad de amar. Es verdad que luego el mal hace estragos, pero lo que hace progresar el mundo es el amor, el amor por una persona, el amor a la ciencia, el amor a la verdad, el amor a tus congéneres. Hay gente que le mueve destruir todo, pero lo que nos hace progresar es el amor, más que el dinero».
«Cuesta perdonar si te sale gratis. Pero a la gente que vivió la guerra, que fue la que hizo la transición, no le costó nada perdonar»
-Pero, cuesta más perdonar si uno se siente del lado del derrotado
-No, cuesta perdonar si realmente te sale gratis. Si te sale gratis perdonar, como está ocurriendo ahora a los nietos y bisnietos de vencedores y derrotados, cuando te sale gratis no perdonas. Pero la gente que vivió la guerra, que fue la que hizo la transición, a estos no les costó nada perdonar. Y perdonaron unos y otros. Ahora, cuando ha venido otra gente que ha decidido que van a levantar muros y que vamos a hacer un relato, como dicen ahora, completamente ficticio, ficcionado, esas gentes son las que no quieren perdonar. Estoy harto de contarlo, la reconciliación no solamente es deseable, es que es posible. Yo formé parte del funcionario de la memoria histórica de Madrid durante tres años, y estoy cansado de recordarlo. El 95% de las decisiones que tomamos, las tomamos por una unanimidad. El problema es que hay gente que considera que el no olvidar es no perdonar. Y este ya es el problema principal. Y también estoy cansado de decir mil veces lo que decía Nietzsche: un exceso de memoria daña la vida. En algún momento hay que olvidar. Lo que pasa es que es muy difícil, porque sin memoria no hay justicia y sin olvido no hay paz. Una guerra que ha pasado ya 80 años, que venga alguien que no lo haya vivido a decidir qué es lo que tenemos que perdonar y qué es lo que no tenemos que perdonar... Por tanto, la novela lo que viene a mostrar al lector es que las cosas son complejas, que no son blancas y negras, que a menudo el que es una víctima pudo haber sido un victimario. Los personajes de Benjamín y Sol encarnan eso. Podrían estar indignadísimos, pero en cambio están dispuestos a pasar a otra historia por amor.
Los tres grandes temas de Trapiello son la Guerra Civil, la memoria histórica y el Madrid que le acogió. Y en todos trata de impregnarlos de un sentido cervantino. «La única manera de contar todo eso era con un tono cervantino, misericordioso que hubiera humor, con cierto desapego pero al mismo tiempo una enorme cercanía. Al principio de la novela Benjamín va caminando por la Gran Vía y ve una cuerda de presos y les pregunta. Es lo mismo que hace Don Quijote en un capítulo cuando se encuentra con los galeotes que les van a llevar aquí en Sevilla y él pregunta que por qué van presos. Es un homenaje a Cervantes, al que está con los débiles».
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