Teatro
Andrés Lima: «No me creo lo de las tres Españas»
El actor, autor y director teatral llega al Teatro Central con '1936', la última producción del Centro Dramático Nacional en el que se revisa el 'shock' de la Guerra Civil
Estreno de '1936' en el Teatro Central de Sevilla

«¡Sevillanos! La suerte está echada y decidida por nosotros y es inútil que la canalla resista y produzca esa algarabía de gritos y tiros que oís por todas partes». Con el primer discurso que el general Queipo de Llano dio tras la sublevación militar ... del 18 de julio comienza la obra teatral '1936', la última producción del Centro Dramático Nacional y que llega este fin de semana al Teatro Central de Sevilla con entradas agotadas para su doble función. El dramaturgo madrileño Andrés Lima la ha escrito a ocho manos junto a Albert Boronat, Juan Cavestany y Juan Mayorga y se pone al frente de un destacado elenco: Antonio Durán Morris, Blanca Portillo, Alba Flores, Willy Toledo, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Juan Vinuesa y un coro de voces jóvenes para continuar con su teatro de 'shock' (tras 'Shock 1' y 'Shock 2') y ofrecer una «mirada analítica, crítica y documental» sobre la contienda fraticida.
-Conoce bien el Teatro Central, ¿quizá por eso esta plaza es la tercera (tras Madrid y Bilbao) en la que presenta '1936'?
-El Central ha sido siempre un cómplice. Para mí el Central es uno de los mejores teatros que hay en España. El Arriaga, el Central... Pero el Arriaga no tiene nada que ver, es un teatro neoclásico y el Central es un teatro hipermoderno y precisamente por eso es tan versátil. De ahí que pueda acoger tan bien esta función. Y Manolo (Llanes), que tiene una calidad, un gusto exquisito, no porque nos haya programado a nosotros, sino porque ha sabido traer a Sevilla gente puntera de todas partes del mundo. Por todo ello para mí es muy importante este escenario.
-Con toda la literatura que hay de la Guerra Civil, ¿por qué se planteó hacer esta obra?
-En parte, porque hay mucha literatura, mucha historiografía. La base de la investigación que hemos llevado a cabo ha sido historiográfica, no podía ser de otra manera, siendo un episodio tan vital y significativo en la historia de nuestro país. La guerra civil es el tercer conflicto sobre el que más se ha escrito tras la Segunda Guerra Mundial y la Primera Guerra Mundial. Creo que entre la Revolución Francesa y la Guerra Civil Española está el tercer hecho sobre el que más se ha escrito de historia. Quizá porque significa muchas cosas, históricamente y emocionalmente. De hecho, muchos historiadores la consideran el principio de la Segunda Guerra Mundial, el prólogo. La participación de Alemania, Italia por un lado, la no intervención de Inglaterra y Francia, la participación de Rusia, etcétera, etcétera, hacen de éste un conflicto de unas dimensiones enormes que todavía hoy sobrevive no solamente en los corazones, sino que mucha gente todavía vive. Es decir, es de extrema actualidad.
-Ese es el pilar, pero, ¿qué quería contar?
-Hay algo paradójico y es que hay mucha literatura, pero ha habido mucha desinformación también. Desde que Franco gana la guerra en 1939 y empieza el franquismo. Como decía Fernando Fernán Gómez en 'Las bicicletas son para el verano', «no ha llegado la paz, ha llegado la victoria». Se cerraron todos los archivos militares para que no se pudiera investigar lo que realmente pasó durante la guerra y en la posguerra. Hay toda una corriente historiográfica que niega muchos de los hechos, afecta al pasado régimen de Franco y ha costado mucho tiempo contar otra versión. Hasta los años 80 prácticamente no ha empezado a haber documentos de historiadores e incluso de otros países como Hugh Thomas o Paul Preston que sean más fieles a lo que realmente sucedió. Yo creo que en base a esta generación, Julián Casanova, Francisco Espinosa, Ángel Viñas, es donde hemos empezado a documentarnos nosotros. Porque era grande la desinformación que había y aunque hay muchos libros y documentales donde referirse popularmente, hay un desconocimiento enorme de lo que es la Guerra Civil.
-¿Su trabajo tiene que ver además de contar lo que pasó con un interés por reflexionar sobre lo que está pasando?
-Sí, claro, o sea, cuando intentas saber cómo eras también es para saber cómo somos. ¿Qué pasó y qué se hizo? ¿Cómo sufrió el pueblo español y cómo nos ha conformado todo este tiempo desde la Guerra Civil hasta hoy? También sirve para intentar educarnos a cómo seremos. La función tiene un fin didáctico claramente, es decir, la función llega a sitios donde mucha gente no va llegar cogiendo un libro de la historia de la Guerra Civil. Intentamos llegar de otra manera, la emocional. Es decir, el teatro aporta la emoción a todos esos datos. Intentamos ser lo más veraces y honestos posible, ponernos en el lugar de todos los personajes, de izquierdas, de derechas, de un mando y de otro y ver lo que pasó. Cuando reflejas en el teatro la masacre de Badajoz, por ejemplo, o el bombardeo de Guernica o la matanza de los curas se siente de otra manera que al ser leído. En una obra de teatro y además en esta que es circular, que el espectador está codo con codo con los actores, es más impactante. Para mí era muy importante eso. Y por otro lado era muy importante que los más jóvenes intentaran comprender qué pasó en este país donde sus abuelos sufrieron una guerra civil. Me gusta mucho que venga público joven, pero además es que junto a los ocho actores extraordinarios que tenemos, hay un coro de voces jóvenes de entre 17, 18 años y 23, más o menos, que cantan muchas canciones que se cantaban en la guerra, pero otras totalmente anacrónicas como de repente cantan a los The Clash. Para mí ese diálogo del pasado con el presente con los más jóvenes es muy importante.
-¿Qué opina de que haya personas que digan que 90 años ya es suficiente como para pasar página?
-Pues que se ponga en el lugar de la gente que no ha podido pasar página. Todavía hay más de 114.000 desaparecidos, que no sabemos si están en una cuneta o en una fosa común. En algunos casos se sabe y es imposible investigar. La gente no cierra esa herida hasta que no sabe qué ha pasado con su abuelo, con su abuela, con su bisabuelo, con su padre, ¿no? El no poder hacer el duelo es muy doloroso y eso tiene consecuencias emocionales y hace que no haya una verdadera tranquilidad, que no haya un verdadero consenso como tanto se cacareó en la transición. Se tiene que entender que eso tiene que suceder. Que un país tiene que cerrar sus heridas y no están cerradas y no va a pasar nada por cerrarlas, es un acto de justicia sencillamente. Y la cultura puede contribuir a ello, sencillamente.
-Ahora que estamos inmersos en la conmemoración de los 50 años del fin de la dictadura ha surgido una plataforma en defensa de Franco como reacción. ¿Cree que todo eso alimenta el enfrentamiento y que esa herida no termine de cerrarse?
-Quien provoca el enfrentamiento es quien lo continúa. No creo que se esté buscando un enfrentamiento al hablar de los 50 años sin Franco. La gente tiene que conocer. Yo me he encontrado con muchos alumnos y gente que ha venido a la obra de teatro que no sabía quién era Franco. Parece exagerado, yo imaginaba que igual no sabían quién era el general Yagüe o Queipo de Llano, pero ¿Franco? De Hazaña, ni te cuento. ¿Para qué existe la carrera de historia? Debe ser parte fundamental de nuestra educación como personas para ser libres. Franco fue un dictador y sufrimos 40 años de silencio y represión. Eso no se pasa tan fácilmente. Yo lo he vivido, ¿para qué ocultarlo? Eso se tiene que saber. Hay que mirar a quién le provoca la reacción contraria. Hay gente que no quiere remover determinadas tumbas porque no les conviene. Pero es un hecho de justicia, justicia humanitaria y social. Aquí hubo un genocidio y eso se tiene que reparar. Y en un país democrático no debería caérsele los anillos a nadie por hacer eso. En todos los países lo han hecho, Chile, Argentina, Alemania. Si se recuerda el aniversario de Auschwitz nadie dice que es una inmoralidad y peor recuerdo que tiene Auschwitz no lo tiene nadie, ¿no? Es una falacia todo. Y después hay un factor que se llama moderado que a mí me sorprende para mal, que dice que ya está bien de hablar de la guerra, ¿no? Es un poco absurdo. ¿Qué quiere, que sigamos hablando de los indios y los vaqueros? Sabemos los nombres de más generales Sioux que de generales africanistas que participaron en la guerra.
-¿Teme que la crítica pueda tildar a la obra de maniquea?
-Bueno, ya lo ha hecho. No toda, desde luego, porque la crítica ha sido en general muy buena. Pero los periódicos de derechas consideran que la historia no fue así, aunque esté avalada por historiadores, nosotros no decimos nada que no sea un dato histórico y José Antonio Primo de Rivera habla las cosas que él dijo, hay mucho de verbatim en la función. Ellos solos se retratan y es muy interesante eso. No es una obra que pretenda manipular el discurso de nadie en absoluto. Si tú te colocas en la carretera de Málaga-Almería en la desbandá, ves a esas mujeres, niños y ancianos a los que bombardean con fiereza, ¿qué vas a sentir? Parece un acto de justicia. Por supuesto que hubo muchas cosas lamentables durante la guerra en todas partes, pero la premeditación del terror de la represión franquista es algo sin precedentes, prácticamente. Uno de los primeros bombardeos civiles que se hace es por parte de los fascistas en Guernica con la colaboración de la Legión Cóndor alemana y la aviación italiana. Todo eso no es mentira, eso es verdad, eso pasó y es bueno revisarlo y no tirarse de los pelos ni hacer grandes aspavientos, eso pasó así.
-¿Y la tercera España?
-Yo no me creo eso de las tres Españas. En todo caso habría muchísimas más Españas. Había un régimen democrático elegido por el pueblo y hubo un golpe de estado que lo dieron los franquistas aliados con una serie de poderes fácticos de la dictadura y en colaboración con la Iglesia y eso dividió a España en dos. Y no hubo una tercera España allí con una bandera blanca, no, no, se dividió en dos. Había gente más moderada, pero que supo que la legalidad estaba de parte de la República y aunque no hubiera estado de acuerdo con todos los procedimientos, luchó, aguantó, y muchas veces fue represaliada sin hacer nada. Lo de las tres Españas me suena más a algo que quieren colocar ahora en el centro para frenar toda esta reclamación que se está haciendo de la memoria democrática. Las víctimas no fueron todas iguales. Hubo muchas muertes en los dos bandos, pero en un bando están reparadas, con los soldados y con pensiones y con casas y en el otro están desaparecidas y enterradas en cunetas. Se trata de un sencillo ejercicio de justicia.
-Hay quien no defendía ni a unos ni a otros, pero tuvieron que callar para sobrevivir tras una devastadora contienda.
-Claro, sucedieron cosas tremendas en ese sentido. Gente sin ideología política que se vio envuelta en algo, se rompieron familias, todo eso es la miseria de la guerra. Por eso he querido hacer un montaje sobre la guerra que sea antibélico al fin y al cabo. Porque lo que sufre siempre más es el pueblo, ya sean soldados o civiles. Pero, sí, sí, sí hubo solamente dos bandos para mi gusto.
-¿Cuál ha sido el mayor reto que se le planteaba desde el punto de vista de la dramaturgia?
-El mayor reto era conseguir una estructura, una dramaturgia que abarcara lo esencial de la guerra. Porque hay muchas cosas que me faltan en el montaje, es cierto que hay cosas que nos hemos dejado, pero porque pienso que lo esencial está en la obra. Ha sido muy difícil porque no solamente tiene una voluntad descriptiva, historiográfica, de lo que pasó, sino que a veces nos metemos en ahondar en conceptos como el hambre o la política del terror. Y de repente hablamos de una cosa tan grande y tan inmensa como fue la batalla del Ebro y la escena siguiente es un encuentro de una chica con su padre. Para los actores también es un reto bestial, porque cada uno tiene que hacer del orden de 10 o 12 personajes cada uno, cambiar de vestuario continuamente, cambiar de acento... Es un juego maravilloso para todos nosotros. Es un bombón, bueno, más que un bombón, es una tarta enorme.
-¿Todo ha sido premeditado?
-Sí, esta función es hija de dos anteriores Shock 1 y Shock 2 tanto en la distribución escenográfica como en la manera de contarlo y debía ser así. Yo quería que la verdad se reflejara de la manera más teatral posible. Que hubiera un grupo de siete, ocho actores y actrices que reflejara muchos papeles; claro, tienen que ser buenísimos. Y prefería que el pueblo estuviera representado por un coro de 20 voces jóvenes y solamente con esos dos elementos puedo representar cualquier cosa. Porque si no tendría que tener tantos actores como personajes y son ciento y pico, caballos, tanques... era imposible. El mundo del teatro es diferente y cuenta mucho con el compromiso y la imaginación del espectador. Y si el espectador entra en el espectáculo, todo ocurre dentro de su cabeza.
-Ha hablado del coro joven y de cómo la música se convierte en un arma para penetrar en el público.
-El compositor Yaumá Manresa ha compuesto una banda sonora para la obra, pero al mismo tiempo nos hemos basado en muchas canciones reconocibles. A mí me gusta mucho un documental que estuvo de moda hace un tiempo durante la transición que se llamaba 'Canciones para después de una guerra' de Basilio Martín Patino, ha sido una de las fuentes artísticas. No voy a decir que es un musical, pero sí que es una obra sobre un suceso histórico, que tiene mucho de espectáculo musical. Va en sintonía con el espectáculo, para que esté bien tiene que reunirse todos los elementos, la música, la escenografía, la actuación, la iluminación... Es un instrumento más dentro de la gran orquesta que es todo el espectáculo.
-¿Y el humor?
-Yo creo que es importante el sentido del humor sobre todo al observar algo que ha pasado para algunos hace muy poco, incluso sigue vivo en la gente que todavía sigue viva, que sufrió la guerra, pero es importante el sentido del humor, nos da una mirada inteligente sobre lo que hacemos y creo que es importante reírse de uno mismo lo primero, ¿no? Entonces, sí, sí que aparece el humor, sí que aparece de humor.
-Las entradas para las funciones de '1936' en Sevilla se agotaron en pocos minutos. ¿A qué cree que se debe esa expectación? ¿Habrá más?
-En Madrid ha tenido también mucha pegada la función. Hay un reparto muy atractivo y creo que la gente está deseando saber sobre este hecho histórico, no es verdad que no quiera volver a a hablar de la Guerra Civil, todo lo contrario, quieren saber más porque ha habido mucha desinformación sobre la guerra. Y en teatro además yo creo que nunca se ha hecho. Ha habido obras claves, pero que haya hecho un recorrido histórico de la guerra, creo que es la primera. Todo eso ha influido y la gente desde luego pide más. Yo hubiera estado más días, pero no se podía por calendario.
-¿No se hablaba tanto de que el teatro estaba en crisis?
-Hace tiempo que no he oído hablar de eso. Y después las salas están llenas, ¿no? Una de las particularidades del teatro es que esté en crisis en general. Porque la vida es difícil y entonces el hecho de ir al teatro supone una voluntad enorme por parte del espectador. El público que fue más al teatro y al cine fue el de la Guerra Civil porque el teatro es fiel reflejo del conflicto en la calle. Es verdad que el teatro ha tenido momentos difíciles por falta de inteligencia cultural en este país y de política cultural, pero ahora mismo es verdad que el cine lo pasa peor con la irrupción de las plataformas. Mi hija ve las películas en el móvil, que es una cosa espantosa. Sin embargo, no hay nada igual a ver el teatro. La gente sale de su casa para ir al teatro, haga frío, viento o nieve. Y sucede algo dentro de un sitio a oscuras y estás viendo a alguien en directo contarte cosas. Es un hecho excepcional, todos los espectáculos en directo no se acabarán nunca.
-Con la llegada de los partidos de extrema derecha a algunos ayuntamientos ha habido polémicas ya por la cancelación de espectáculos. ¿Cree que el mundo del teatro podría frenar esta censura en el caso de que vaya a mayores?
-Cuanto más ultraderechista sea el gobierno, más censura, la tendencia de la ultraderecha a la censura es innata, no existe la autocrítica. Y por supuesto, es peligroso. Si el ayuntamiento es de Vox o lleve Cultura no va a llevar esta función, por ejemplo, yo ya lo he asumido. Es triste porque seas del signo que seas, debes de tener capacidad para ofrecer a la gente de tu ciudad, de tu barrio, de tu país todas las opciones culturales posibles. Eso es la democracia. Una de las claves de este montaje es mirar de dónde nace el fascismo en nuestro país para saber qué está pasando ahora en España, porque hay ese renacimiento en España y en todo el mundo de la ultraderecha.
-¿Todo vale en el teatro y en el arte en general?
-Creo que la libertad de expresión es fundamental. Mientras no entres a agredir moralmente a nadie o a o a difamar a nadie, que para eso están los juzgados. La libertad de expresión es importante. Este este tema ya salió con la matanza del cómic Charlie Hebdo en Francia, ¿no? Sí se puede decir todo, intentando no herir. La comedia no hiere realmente, es burla y el teatro en general también da su opinión y no hace mal a nadie. La libertad de expresión es necesaria. Lo que no puede existir en un país democrático y sucede es la censura.
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