Alfonso Guerra: «Antonio Machado no era protaurino, pero tampoco antitaurino»
El académico de Buenas Letras dedica una conferencia a la relación del poeta, que fue crítico y gustó de los toros, con la llamada fiesta nacional
Alfonso Guerra: «Con los Machado se creó una metáfora de que representaban a las dos Españas, pero jamás estuvieron enfrentados»
Alfonso Guerra: «Hemos visto lágrimas en los ojos y caras de asombro»

La segunda sesión del curso 'La Tauromaquia y los Machado. De Cúchares a los Gallo', organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, con el patrocinio de la Real Maestranza de Caballería y la colaboración de la Real Academia de Buenas Letras, ha vuelto a desarrollarse en la sede de esta última, en el Palacio de los Pinelo, y contado con un cartel excepcional, tras la conferencias ayer de Eva Díaz Pérez y Rogelio Reyes Cano, además de una mesa redonda protagonizada por Rafael Peralta Revuelta y el periodista y escritor Paco Aguado.
Durante la tarde de este martes se han concatenado las charlas de Rafael Alarcón Sierra, Catedrático de Literatura española de la Universidad de Jaén, un recital taurino sobre versos de Manuel Machado en las voces de Eva Díaz Pérez y Rafael Peralta Revuelta y Alfonso Guerra ha puesto el broche a las intervenciones con una charla titulada 'Antonio Machado, su visión de los toros'. Al principio de la misma, el expolítico, académico de Buenas Letras y comisario de la exposición 'Los Machado. Retrato de familia' que se estrenó en la Fábrica de Artillería de Sevilla y actualmente se encuentra en la sede de la RAE en Madrid tras su paso por Burgos, ha aclarado que esa postura del poeta sevillano no era de extremos: «No podemos decir que fuera protaurino ni antitaurino. Lo que se puede asegurar por los datos y referencias de las que disponemos es que gustó de la tauromaquia y que fue parcialmente crítico con la fiesta nacional».
Esa amplitud de miras es, según ha destacado Guerra, un ejemplo más de la «complejidad» del escritor, tanto en su obra como en sus reflexiones, «llenas de matices, incluso de aristas». El académico, en línea con la exitosa muestra dedicada a la familia Machado al completo, ha subrayado con el ejemplo de los toros los mitos en torno a las figuras de Antonio y Manuel, fruto de una «visión descuidada» de sus vidas y obras. «Antonio era el buen poeta, republicano y antitaurino y Manuel peor autor, reaccionario y taurino. Sin embargo, los dos fueron excelentes poetas, Antonio de la trascendencia, Manuel de la ligereza de la gracia. Además, los dos eran republicanos, pero a uno el golpe le pilló en Madrid y al otro de visita a su cuñada en Burgos, donde se asentaron los sublevados», ha abundado. «En cuanto a su relación con los toros, Manuel era aficionado y experto, como demuestra su libro de 'La fiesta nacional' y en el poema con el que se hacía su propio retrato: 'A lo helénico, prefiero lo chic y lo torero... mi deseo primero fue ser banderillero'. Sin embargo, Antonio no hace referencia alguna a su gusto por los toros, aunque sí se encuentra en sus artículos datos fehacientes de su relación con los mismos».
De primeras, ambos fueron en su juventud críticos taurinos. Antonio bajo el pseudónimo de Caballero y Manuel con el de Palillo. Cuando firmaban juntos lo hacían, ha precisado Guerra, con el nombre de Tablante de Ricamonte, un «antihéroe» protagonista de un libro de caballería editado en España en 1513. En esos escritos se observa que ambos eran buenos aficionados y que el más pequeño de los dos hermanos no sólo conocía el léxico y los lances de la lidia, sino que además ofrecía su opinión sobre las tertulias de aficionados o una supuesta decadencia de los adeptos a la fiesta en Madrid.
Más que «a favor, en contra o una posición de tibieza», Antonio Machado pasó por épocas en su relación con la fiesta nacional. Ya ha quedado claro que gustaba del arte en sí mismo. Otro de los enfoques es el de las connotaciones sociales de su desarrollo y, por último, el poeta también buscó y reflexionó sobre la vertiente cultural del toreo. En este sentido, Guerra se ha referido cómo el sevillano compartía una visión parecida de los toros que Giovanni Papini plasmó en 'El libro negro', continuador de su libro más celebrado 'Gog'. Un rito sacro en el que se entrega la vida de un animal y el torero es un sacerdote.
No podía escapar Machado pues del arraigo popular de la fiesta nacional y cómo ha sido fuente de inspiración para la cultura y el arte durante siglos, pese a su etapa en la que resultó más crítico con los toros por sus implicaciones sociales. De aquel pan y circo, al pan y toros que, Antonio, en un periodo de su vida marcado por la infelicidad y la toma de conciencia de la realidad de España «arcaica y pegada a las viejas tradiciones y a la que le hacía falta para salir una juventud moderna liberada», rechazaba por suponer un instrumento alienador del pueblo.
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