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Utrera es de Rafael

El utrerano tiene el cante en los huesos, pero ante todo tiene gusto

Alberto García Reyes

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Hay quien canta con los pulmones y quien canta con la garganta, pero los buenos son los que cantan con el paladar. Los que se ponen el cante en el cielo de la boca. Rafael de Utrera se lo pone entre los labios, unas veces ... lo ruge y otras lo gime. Siempre lo atraviesa. Porque es uno de los cantaores más personales y verdaderos de hoy. En su paseo por Utrera, su cuna y su paraíso, seca todas las fuentes, desde la Fernanda a Perrate, desde Gaspar por tientos y bulerías a Bambino por rumbas. Igual mete a ritmo frenético las alegrías cordobesas de Curro de Utrera que encaja la salve de Consolación de Enrique Montoya. Va del Turronero a la Bernarda con naturalidad. Pero no imita a nadie, sólo se inspira. Y en cada cante mete un hachazo creativo. El más revolucionario es el del cambio de la seguiriya, una cabal del siglo XXI que suena a prehistoria. El utrerano tiene el cante en los huesos, pero ante todo tiene gusto. Sabe susurrar. Pone sus facultades al servicio de la trascendencia. Y nos lleva a pasear por el rincón del Niño Perdío de la mano de Perrate, de Manuel de Angustias, del Cabrillero... Lleva mucho tiempo la tierra del toro pagando su edad de oro. Pero ahora tiene un brillo nuevo. Se llama Rafael de Utrera, aunque al revés: Utrera de Rafael.

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