En vídeo: el Rey Melchor hace magia con una pedida de mano en plena Cabalgata de Triana

Es el caso de una pareja que nunca olvidará al Rey Melchor, puesto que ha sido el cómplice que, envuelto con la magia de estas fechas en las que el amor está en el aire, ha contribuido a que su pedida de mano haya sido diferente de todas las demás.

En la tarde noche del pasado sábado 6 de enero se celebró, al igual que en muchos otros puntos de la ciudad, la Cabalgata de los Reyes Magos de Triana, uno de los barrios sevillanos que acoge con mayor alegría y efusividad a Sus Majestades.

La comitiva discurría por las arterias del viejo arrabal con aparente normalidad. Todos los espectadores permanecían ajenos al entrañable momento que se iba a vivir en los compases finales del desfile de las carrozas. En la entrada de la Cabalgata, el Rey Melchor subió a su trono móvil a una pareja, la de Javi Pérez Fernández y María Zambrana. Fue entonces cuando surgió la magia.

Ya con ambos montados en la carroza, María leyó una carta que recibió de manos del primero de los Reyes Magos en la que expresaba el profundo amor que sentía su novio por ella. Al terminar de leer el escrito, la joven solo acertó a decir: «¡Qué vergüenza!».

Fue entonces cuando Melchor entregó un paquete a Javi que, ante la divertida mirada del Rey Mago, y en medio de sus pajes reales, se puso de rodillas y sacó de la caja un anillo con el que le pidió matrimonio a María. Ella, visiblemente emocionada, dijo que sí ―como para responder otra cosa con la fiesta que le habían montado―, lo que despertó los aplausos de toda la carroza.

El novio, que a pesar de ser de León se siente trianero hasta el punto de haber tocado en la banda de Cornetas y Tambores San Juan Evangelista y de vibrar con los colores del Betis, fue quien ideó el plan y puso la maquinaria a trabajar para que el Rey Melchor fuera su compinche y testigo. Ella es del municipio de Cantillana, y ambos viven en la calle San Jorge, en el corazón del viejo arrabal.

Después del sí de María, ambos se fundieron en un cálido abrazo entre cañones de confeti, cánticos de la marcha nupcial por parte de los amigos de la feliz pareja e incluso gritos de «¡Tú sí que vales!», lo que supuso el colofón más mágico y amable para el día de Reyes. Un día tan dulce como el roscón y que, a buen seguro, jamás borrarán de su memoria.