SEVILLA
La parroquia de San Jacinto analiza los efectos de las raíces del ficus en el templo
Está estudiando los posibles daños del árbol del atrio
Un informe técnico alertó del daño del mismo en la estructura y la fachada del templo
Las seis razones para la tala del ficus de la parroquia de San Jacinto
Sevilla
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Iniciar sesiónLa parroquia de San Jacinto está analizando los efectos en el templo de las raíces del ficus que se encuentra en el atrio del edificio del siglo XVIII. Se siguen estudiando las grietas que se pueden contemplar en el coro, así como unos pequeños cascotes ... desprendidos en los últimos días. Esto se une a los daños producidos en el suelo de la entrada, en sus losetas y en el muro de la fachada principal. Los viandantes pueden contemplar cómo el árbol se ha salido de su perímetro y el suelo está levantado.
En un informe técnico al que tuvo acceso ABC de Sevilla el pasado mes de agosto, se explicaba que la entrada del templo «está adquiriendo un desplome en un desplazamiento horizontal de máximo a la altura de la parte principal de la nave central» de casi 13 centímetros. En ese punto, el estudio «ya ha ocasionado una rotura de la bóveda principal manifestándose en la apertura de unas grietas sobre el coro», las cuales se pueden observar perfectamente si cualquier persona se coloca delante del altar mayor de San Jacinto. Este hecho supondrá que, en un futuro, el templo tenga que afrontar la restauración de estas grietas, dentro de un complejo proceso de mantenimiento del patrimonio de esta iglesia.
La comunidad ya restauró la capilla sacramental en unos trabajos que terminaron a mediados de 2021 y donde se actuó de forma integral en un espacio que preside un retablo de finales del siglo XVIII que los historiadores del arte atribuyen a Francisco Acosta el Mayor. Los restauradores, arquitectos y químicos devolvieron a los orígenes a esta desconocida estancia que cobija a la Virgen del Rosario y al Santísimo en este templo de la orden dominica.
Las labores se centraron en consolidar el soporte y la trasera del altar, así como la limpieza química y mecánica de las piezas, se reintegró el volumen de los elementos que faltaban en la capilla, se estucó, hubo una reintegración cromática y un barnizado. También, se realizó una intervención en las yeserías, la reja y los murales.
Altar mayor
Además, se tenía previsto a finales de 2020 un proyecto de restauración del altar mayor, el cual procede del desaparecido convento de La Victoria, donde se planteaba una actuación de carácter superficial de una obra que duraría hasta 20 semanas. El proyecto contemplaba varias fases: una redacción de un informe diagnóstico, una propuesta de intervención, una documentación gráfica de todo el proceso, una fijación de las imágenes que forman parte del retablo, una eliminación de suciedad superficial, una fijación preventiva de estratos y consolidación de soporte, una prueba de solubilidad, un test de limpieza, una limpieza química y mecánica, una colocación de las piezas desprendidas en su lugar original y la protección final. El presupuesto estimado era de 22.000 euros sin el IVA.
Los pequeños desprendimientos en el coro se sumarían a las intervenciones mencionadas anteriormente en una comunidad parroquial que tuvo que hacer frente a indemnizaciones por el accidente de la caída de una rama del ficus, producida en marzo de 2021. Además, la comunidad ya alegó en un comunicado que «nadie más que los miembros de la misma sentirán la desaparición de este árbol que nos ha acompañado gran parte de nuestra existencia» desde hace más de un siglo.
Asimismo, argumentaron que «la peor decisión fue sembrar este tipo de árbol en este lugar, lógicamente ignorando que este espécimen tendría la evolución que hoy conocemos», aseguraron que que «hay daños estructurales a la iglesia, al muro de contención, e incluso a la calle y bloques colindantes».
Antes de plantar este árbol y observando las antiguas fotos de finales del XIX y principios del XX, se ve una tapia que separaba el cenobio de la calle. La actual parroquia es un edificio del siglo XVIII, inaugurado en 1775 y donde trabajó Matías José de Figueroa, miembro de una saga que diseño la parroquia de la Magdalena, la iglesia de San Luis de los Franceses de la vía del mismo nombre o la capilla sacramental del templo de Santa Catalina.
La iglesia está declarada como un Bien de Interés Cultural y hay un informe de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico que se envió a las administraciones insistiendo en la afectación de las raíces del árbol en el edificio de los dominicos.
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