Patrimonio
Las últimas polémicas por las obras en Sevilla: del «engendro» de Baños a la calle Zaragoza
La ausencia de un libro de estilo que determine cómo debe ser el paisaje urbano ha transformado por completo en los últimos años la visión tradicional de algunas de las calles más simbólicas de Sevilla
El paisaje urbano de Sevilla se destruye a la espera de un nuevo Plan General
Sevilla
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Iniciar sesiónSevilla vive en un permanente debate sobre sí misma, sobre lo estéticamente aceptado o lo que es positivo para el progreso. Sin embargo, más allá del libro de los gustos, hay dos certezas que ponen de manifiesto el porqué de estas continuas polémicas por la ... transformación del paisaje urbano. Por un lado, no existen normativas que regulen cuáles deben ser los modelos a seguir en cuanto a la composición y los materiales; y, por otra, existe una falta de intervención flagrante por parte de las administraciones que impida esta deriva y que busque consensos.
El gobierno municipal de Juan Espadas, donde el actual alcalde Antonio Muñoz tuvo un papel principal como delegado de Hábitat Urbano, ha sido uno de los más transformadores en los últimos años. No llega al nivel del de Sánchez Monteseirín, pero sí que ha modificado la visión de un buen número de calles en el casco histórico con el afán de mejorar los itinerarios peatonales, la accesibilidad pero sin guardar un estilo unitario entre unas obras y otras.
Así, la primera de las calles que reurbanizó este gobierno fue Trastamara, donde se eliminó el adoquinado para sustituirlo por el asfalto. Tras esta obra polémica se llevó a cabo la transformación total del entorno de la parroquia de San Andrés, en el que se instaló por un adoquinado grisáceo, de Quintana de la Serena, con la ausencia casi absoluta de arbolado que, por el contrario, sí corrigió en la obra que llevó a cabo posteriormente en la cercana calle Amor de Dios.
Tanto fue el revuelo levantado por esta intervención, que los conservacionistas exigieron que se respetase la imagen icónica de Sevilla y su pavimento tradicional de la cantera de Gerena, que tiene mucho más color pese a que necesita de un tratamiento más caro para lograr que sea accesible. Y es que vecinos como los de la calle Goyeneta han llegado a pedir al Ayuntamiento que retiren el pavimento clásico porque causa serios problemas de movilidad.
De esta forma, el Ayuntamiento, tanto en la Gerencia de Urbanismo como en Emasesa, han intentado en las últimas obras reintegrar de algún modo este adoquinado clásico en la calzada o en los bordillos. No obstante, se han producido alteraciones evidentes como las del barrio de San Julián o la calle Baños. En este último caso, la colocación de granito de varios colores fue calificado como «engendro» y como un «paseo marítimo», precisamente en una zona protegida al estar situada junto a edificios declarados BIC, por lo que el proyecto debería haber pasado un mayor control por parte de las comisiones de patrimonio.
La Comisión de Patrimonio ha frenado varias veces la obra de la calle Zaragoza, que se ha retrasado
No ocurrió. Sin embargo, la Junta de Andalucía sí ha estado mucho más pendiente en otras obras recientes como han sido la de Mateos Gago o la de la calle Zaragoza. La primera de ellas ha sido también muy polémica, más allá del efecto positivo de la peatonalización, por el eclecticismo a la hora de utilizar los materiales, que distorsiona una imagen uniforme de esta zona próxima a la Catedral. La segunda, para evitar esto mismo, ha pasado varias veces por la Comisión Provincial de Patrimonio que, una vez tras otra, ha ido devolviendo el proyecto a Emasesa para que lo puliese y ofreciera un mayor nivel de detalle sobre su acabado estético. El proyecto de Zaragoza se ha entendido como un hito a la hora de preservar el pavimento clásico, ya que estas polémicas han logrado que la Junta recomendase efusivamente la reutilización del adoquín de Gerena -que estaba enterrado bajo el asfalto-, como así se hará. Las obras, no obstante, se han retrasado hasta el año que viene cuando debían haber acabado hace más de un año.
Junto a las calles, también se ha denunciado el resultado de la reurbanización de plazas duras en las que escasea el arbolado.
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