Fue la primera representante del lado 'memorialista' en llegar a la histórica cita. Y también la última: estuvo sola toda la noche. Aunque inicialmente alejada de los focos, terminó protagonizando la escena más impactante de la noche: el mito de las dos Españas, frente a frente. Una situación que duró veinte minutos. El tiempo que transcurrió entre la salida de los familiares de Queipo de Llano y de su esposa Genoveva Marti Tovar —una veintena aproximadamente— y los restos mortales recién exhumados de la Basílica.
La 'huida' de Cabrero
Entremedias, la despedida del hermano mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero. Único en huir en los focos. Un periodista, ajeno al mundo cofrade, le cuestionó al conductor del turismo que estacionó justo en la puerta de la casa hermandad: «Disculpe, ¿quién es usted?». «Soy el mayordomo de la Esperanza». Y en esas se metió en el SUV Fernández Cabrero, que esquivó los flashes.
Terminada la taladradora, banda sonora de esta histórica noche, volvió a reinar el silencio. Hasta que salió el coche fúnebre, flanqueado por una enorme cortina oscura que impedía que la imagen de la Macarena apareciese en todas las portadas. Si a Bohórquez se lo había llevado una berlina dos horas antes, a Queipo y su esposa lo desplazaban en una furgoneta funeraria. A la salida familiares del teniente general aplaudieron al paso de la furgoneta funeraria mientras un familiar gritó un «Viva Queipo». En ese momento en otro punto dela plaza Maqueda gritó: «¡Honor y gloria a las víctimas del franquismo!».
Maqueda continuó enumerando a los suyos, víctimas del franquismo: «Juan Rodríguez Girado, Enrique Rodríguez Rodríguez, Juan Rodríguez Rodríguez, Pascual Rodríguez Rodríguez, Francisca Rodríguez Rodríguez... ayer, hoy y siempre». Mientras la furgoneta con los restos del general y su esposa atravesaban la plaza por el camino más rápido, la presidenta de la Asociación Nuestra Memoria recordaba a su bisabuelo, al hijo de éste asesinado y a los otros dos que fueron presos durante el franquismo. «Y a mi abuela, que era macarena y rezaba a la Virgen teniendo que pasar por delante de la tumba de Queipo».
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