Historia
De supermercados a hoteles: así ha sido la reconversión de los antiguos cines de Sevilla
Sólo dos salas históricas de la capital hispalense se mantienen abiertas para la proyección de películas en la actualidad: el cine Avenida y el Cervantes
Patrimonio aprueba la construcción de un hotel en el edificio del antiguo cine Florida en Sevilla
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Iniciar sesiónDicen que el cine ha muerto. Desde hace años, son cada vez más las voces que claman contra el progresivo abandono de las salas que hace no tanto se abarrotaban con cada estreno en favor de las plataformas de streaming y de productos más ... cortos, más ligeros, más inmediatos. Sevilla no ha permanecido ajena a esa tendencia y, aunque hay muchos que siguen fieles al rito de disfrutar de las películas en pantalla grande, con todo lo que ello, supone, las opciones para ello van mermando sin que nadie pueda hacer nada para remediarlo en la capital hispalense.
A los grandes cines que hay abiertos actualmente —Nervión, Lagoh, Los Arcos y Plaza de Armas, puesto que el de Sevilla Este cerró el mes pasado— sólo se les suman las dos únicas salas clásicas que siguen con la persiana levantada: el cine Avenida en la calle Marqués de Paradas y el Cervantes en Amor de Dios. El resto, multitud de salas de menor o mayor tamaño que gozaron de una gran popularidad durante el siglo pasado, fueron echando el cierre una tras otra y reconvirtiéndose en distintos negocios.
Así ha ocurrido esta misma semana en la noticia avanzada por ABC sobre el caso del recordado cine Florida en la calle Menéndez Pelayo. El proyecto para convertir el edificio en el que se ubicaba el célebre cine de los años cuarenta en un hotel ha sido aprobado por Patrimonio treinta años después de su cierre en 1995. Los propietarios del inmueble lo vendieron en 2018. Este, con el interior demolido —la fachada está protegida—, ya pasó por un intento infructuoso de transformación en establecimiento hotelero en 2019, si bien esta ocasión parece la definitiva.
No es el único edificio de esta índole que pasa a formar parte del sector terciario. De hecho, la última sala tradicional que dijo adiós al séptimo arte, el cine Alameda, echó la persiana en 2019 no sólo por el negocio tan discreto que hacía en lo relativo a la venta de entradas, sino también por la intención de unos empresarios de convertirlo en hotel. Aquel puntero local multicines, el segundo de la ciudad de Sevilla, nacido en 1977 con catorce horas ininterrumpidas de películas al día, fue vendido en 2019 para la construcción de un hotel de cuatro estrellas en su lugar. De hecho, tras varios años de pausa, este año ha comenzado el derribo del edificio para levantar el mencionado establecimiento que llevará por nombre Alameda Hotel.
Edificios como los del cine Llórens o el Imperial esperan una nueva vida, mientras que el Alameda o el Florida serán hoteles próximamente
La época dorada de estos cines, en las últimas décadas del franquismo y hasta el destape, provocó que en el Centro de Sevilla se agolpasen las salas de una forma que hoy nos parecería difícil de creer en las décadas de los sesenta, setenta e incluso de los ochenta. Este modelo de negocio era un reclamo sumamente exitoso y uno de los planes de ocio preferidos de los sevillanos. Sin embargo, su progresivo cierre con el auge del televisor, los videoclubs y otras formas de entretenimiento fue dejando numerosos edificios huérfanos que se vieron forzados a reconvertirse, como los dos casos ya mencionados.
Los supermercados y comercios de grandes cadenas fueron uno de los destinos que más proliferaron entre estos edificios en los que se proyectaron tantas historias. Es el caso, por ejemplo, del cine Regina. inaugurado en 1960 con nada menos que 1.100 asientos —llegó a ser la sala con mayor aforo de la capital hispalense—, actualmente es un supermercado El Jamón de la calle Jerónimo Hernández. Por su parte, el cine Villasís, que vio la luz en 1966 y fue demolido sólo once años más tarde, sirve hoy por hoy como establecimiento de un Decathlon. El cine Andalucía, en la Ronda de Capuchinos, que albergaba en verano espectáculos de catch y de lucha grecorromana hasta su desaparición a principios de los setena, ahora es un Lidl.
El cine Llórens, que se remonta a 1915, fue el primero que abandonó el cine mudo en 1930 con la proyección de 'Sombras blancas'. Previamente habían pasado por allí Unamuno, Ortega y Gasset o Zamacois. Echó el cierre en 1982, y se transformó en salón de juegos, que también cerró y fue abandonado hasta el punto de caerse su rótulo en 2023. Aunque se quería retomar su actividad como sala de espectáculos, de momento permanece cerrado. En la misma calle, el cine Imperial, que comenzó su andadura en los albores del siglo pasado como teatro para compaginar posteriormente la actividad dramatúrgica con la fílmica hasta quedarse solamente con la faceta de teatro en los noventa. Tras su cierre, en 2006 reabrió como sede de la librería Beta, posteriormente librería Verbo, manteniendo toda la estructura interior de la sala de espectáculos. Echó la persiana el año pasado.
El cine Pathé, inaugurado en 1925 en plena calle Cuna, fue la segunda sala que proyectó películas sonoras. Tras su cierre en los ochenta, este edificio obra de Juan Talavera Heredia fue sala de fiestas, discoteca y factoría artística. Tras la remodelación que le dejó su actual fisonomía se convirtió en 2006 en el Teatro Quintero, y actualmente ha recuperado su nombre original para erigirse como teatro Pathé, nunca más como cine. Tampoco volvió a serlo el del jovencísimo barrio de Los Remedios, que vivió en 1958 de la mano de Benito Villamarín la apertura de su cine Los Remedios. Esta de la calle Asunción, junto a la plaza de Cuba, se convirtió en la sala de mayor aforo de Sevilla con 1.400 butacas. En 1984 cerró y pasó a ser la discoteca Piruetas, reconvertida más tarde en el actual bingo Los Remedios.
Y así con el resto de salas que un día poblaron buena parte de la ciudad. Cada vez son menos los reductos para los más cinéfilos, y casi todos los espacios que otrora acogieron cientos de proyecciones hoy han adquirido usos de todo tipo, si tienen suerte y no han caído en el ostracismo. Mientras queden filmes y gente que vaya a verlos, ya sea en el Avenida, en el Cervantes o en cualquier otra sala sevillana, el cine seguirá vivo.
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