«Jovellanos es el gran precursor de la España del equilibrio»
Aurelio Menéndez fue recibido como académico de honor de Legislación y Jurisprudencia
FERNANDO CARRASCO
«Jovellanos, educador y político para nuestro tiempo» fue el título con el que el catedrático emérito de Derecho Mercantil, Aurelio Menéndez Menéndez, ingresó ayer como académico de honor en la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia de Sevilla.
El que fuese ministro de Educación ... y Ciencia en la España de la Transición —1976-1977—, uno de los máximos expertos españoles en Derecho Mercantil y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1994, basó su texto en la importancia de Jovellanos para la educación y la política en la España actual.
Menéndez Menéndez recordó las estancias del escritor, jurista y político ilustrado asturiano —como él— en Sevilla que fue para él «una etapa de encanto de esta ciudad, la segunda de la Monarquía en aquel entonces (...). Aquí llegó Jovellanos con el nombramiento de Alcalde del Crimen en la Audiencia, una profesión que le permitió ver la dureza y la confusión del ordenamiento —más bien “desordenamiento”— jurídico de entonces y elevar su condición de jurista, defensor de la modernización de las leyes tanto en su obra literaria como en sus estudios jurídicos», haciendo mención al discurso de ingreso en la Real Academia de Historia de Madrid, «bajo el significativo título de “Sobre la legislación española y la necesidad de unir a su estudio el de la Historia y Antigüedades”».
El Premio Príncipe de Asturias fue claro al señalar que en este 2012, en que ya se ha cumplido el bicentenario del fallecimiento de Jovellanos, éste «ha vuelto a brillar por la actualidad de su pensamiento y lo que, quizás es más importante, por su actitud ante la realidad política y social de su tiempo». «Nada de lo humano —refirió Aurelio Menéndez Menéndez— le fue ajeno y menos que nada la actividad por la cual el hombre llega a ser verdadeeramente humano: la educación». Recordó una de las cartas que Jovellano escribió a Rafael de Floranes en 1800, en la que le decía que «para mí, la instrucción es la primera fuente de toda prosperidad social, y a la demostración y a la persuasión de esta verdad están consagrados mi celo, mis luces, mi tiempo y existencia».
Según esto, «en un tiempo como el nuestro en que tanto se habla de la educación como la primera de las actividades públicas esa primacía tiene en la obra de Jovellanos una de las primeras manifestaciones en la historia del pensamiento español», por lo que no le sorprendió al académico de honor que en la actualidad se hable «cada vez más de sus ideas sobre la educación».
Ensalzó el conferenciante la mesura política y rectitud moral», lo que le permitieron «la coexistencia del temperamento conservador y el talante progresista, el respeto por la tradición y una clara inclinación hacia el reformismo ilustrado».
Añadió Aurelio Menéndez que «sólo esta España, después de 200 años de una historia accidentada, está en cierto modo en condiciones de valorar, sin ira y con estudio, la notabilísima aportación de Jovellanos a la modernización de nuestra nación».
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