MEDALLAS DE LA CIUDAD 2025
La Sevilla de «la sabiduría y el talento» reivindica su «reconquista»
El Ayuntamiento entrega más de una treintena de galardones por el Día de San Fernando en una gala de más de dos horas y media con toques de humor, mucha emoción y la voz sublime de Pastora Soler
Carlos Herrera ya es Hijo Adoptivo de Sevilla: «La tierra prometida me dijo: pasa, que al fondo hay sitio»
Sevilla
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Iniciar sesiónEn la Medalla de Sevilla caben todas las ciudades. En ella están representados quienes han dedicado su vida al servicio de lo público, quienes se levantan cada mañana con el reto de hacer de ella un lugar más social, más solidario, más ... humano. También quienes la han honrado como embajadores por medio mundo, quienes han levantado empresas que son referentes internacionales y que nunca han perdido el arraigo de su tierra, quienes apuestan por el patrimonio, la cultura, el arte, la historia y nunca pierden de vista esa brújula que indica el corazón de Sevilla. En ella están también el arte y el deporte, la radio y la voz, las cofradías y la educación, los vestigios del ayer y la proyección tecnológica e innovadora que se exporta a decenas de países. Esa Sevilla, con siglos de historia pero que cada día amanece como nueva, fue a la que se homenajeó este 30 de mayo, día de San Fernando (por primera vez Fiesta Mayor), en la entrega de las Medallas de la Ciudad y de los títulos de Hijo Predilecto y Adoptivo.
Más de dos horas y media de gala, magistralmente conducida por un maestro de la palabra, el humor y la superación como Manu Sánchez, que repitió en el timón de la ceremonia después de la puerta grande que abrió el año pasado, la edición de su estreno en estas lides. Un genio del guión y de la improvisación que conoce a Sevilla más que a sí mismo y que se metió en el papel del mismo Rey San Fernando para abrir el acto con una obertura que definió a la perfección lo diversa, única y complicada que es la ciudad, esa misma que suele olvidar a quienes entregan su vida por ella pero que de vez en cuando se viste de justicia para tributar homenajes tan merecidos como los de hoy. Sánchez fue «el monarca incorrupto, patrón, guerrero y caballista en Plaza Nueva» para reclamar la «reconquista» de los barrios, las calles y el Centro, esa «lucha» contra «aquellos que quieren robarnos nuestros balcones y nuestros derechos», recordando además que «no hay vecindad sin vecinos y que no existe el pueblo sin el pueblo». Palabras para exigir que vuelva aquella ciudad que se fue y que sin embargo, «cómo tú, ninguna». Por su futuro pidió que «no sea sólo una postal, un fantasma, un lugar invadido y vacía», transformándola en la ciudad de «la felicidad».
Ahí se lanzó una ceremonia a la que puso música la Banda Municipal de Sevilla y que se convirtió en un rosario de piropos para la treintena de sevillanos reconocidos. Los instantes de mayor emotividad llegaron con la entrega del reconocimiento del título de Hijo Predilecto, a título póstumo, a Ramón Ybarra, «ese empresario de raza que llevó los autobuses turísticos rojos por todo el mundo sin sacar nunca su sede de Sevilla». Lo recogió en su nombre Verónica Lora, la que fuera su esposa. Para él también tuvo palabras el periodista Carlos Herrera, galardonado con el título de Hijo Adoptivo de una ciudad a la que llegó hace 45 años, esa a la que llamó «oración, manojo de poemas, laberinto de ausencias, inagotable caudal de recuerdos, verso barroco, parada en el tiempo, sabor salado de la vida, suspiro escondido entre metáforas, río de prosa lenta y azoteas con las que tropieza el sol de las amanecidas». Lo hizo durante el discurso en el que, en nombre de todos los galardonados, dedicó «un máximo de ocho minutos» a hacer pública una carta de amor a la capital hispalense, incluso con recuerdos a su pregón de la Semana Santa a punto de cumplir 25 años.
Fueron dos ejemplos de esta Sevilla diversa por la que apostó el alcalde José Luis Sanz durante su intervención, que por primera vez pronunció al inicio de la gala por las apreturas del tiempo. Pidió a los sevillanos que volvieran a sus casas «con nuevos motivos para enorgullecerse de esta ciudad», ya que «muy pocas reúnen el legado histórico, el protagonismo cultural y el desarrollo tecnológico» que tiene la ciudad hispalense. De esto último presumió con insistencia el primer edil, calificándola como «la capital del talento del sur de España», gracias a que «poseemos la mejor red de cobertura 5G junto a Madrid, tenemos un parque tecnológico con 567 empresas a sólo 10 minutos del Casco Antiguo, estamos a la vanguardia en la aeronáutica y disponemos del único puerto fluvial del país». También sacó pecho de ser «la capital económica de Andalucía, con el mayor PIB, con la mayor renta per cápita, con la menor tasa de paro, con más empresas y siendo la ciudad más exportadora». Eso sí, se puso deberes para que, más allá de ser la capital de «la sabiduría y el talento», se logre que «el acceso a la vivienda sea más fácil o que todos los sevillanos vivamos con la misma calidad de vida en todos los barrios».
Un rosario de medallas
Tras la intervención del alcalde llegó la entrega de un rosario de medallas que vinieron a reconocer «el talento» de Sevilla. En total más de una treintena de reconocimientos entre los que destacó el concedido al que fuera alcalde entre 1999 y 2011, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, ausente de la gala por motivos de salud pero al que Sanz calificó como «valiente y transformador». Su medalla la recogió su esposa, Felisa Tomás, muy emocionada tras el sentido aplauso del público y las palabras con las que el presentador definió a quien «transformó la fisionomía urbana de Sevilla, proyectándola hacia el futuro». Era esa Sevilla de la que Manu Sánchez presumía diciendo que, «aunque nos cuenten otra cosa, la ciudad es esto: colores políticos diferentes que reconocen su valía y béticos y sevillistas que nos damos un abrazo». Eso ocurrió literalmente cuando Jesús Navas recibió su medalla como «capitán eterno del Sevilla FC», reconociendo «esa carrera que es un canto de amor al escudo y a la tierra que lo vio crecer». También cuando la Municipal replicó a Silvio al tocar ese himno no oficial del Betis que creó el genio del rock sevillano y al que le pusieron voz los hermanos Jaime y Marco Soto en el escenario. Hasta el director de la banda, el maestro Gutiérrez Juan, se enfundó una bufanda verdiblanca para la ocasión.
La música llegó también con la presencia en el escenario de Pastora Soler. La coriana, que está celebrando los primeros 30 años de su carrera, fue galardonada con la Medalla de la Ciudad. La definieron como «una mujer poderosa y una artista encomiable». Y así lo demostró por enésima vez, interpretando con el alma ese 'Sevilla' de Manuel Alejandro y un derroche de voz ante el que sólo cabe emocionarse. La cantó con su medalla en el pecho, casi entre lágrimas, la misma que dedicó a su padre con una mirada al cielo y que tendrá muy cerca mañana cuando se enfrente al concierto que tiene preparado en la Plaza de Toros de la Maestranza y que será su particular forma de dar las gracias por este reconocimiento. La gala contó, además, con una última actuación, la del roteño Antoñito Molina, que estrenó una canción dedicada a Sevilla y compuesta por él mismo. «Se puede nacer en cualquier parte, se puede viajar por todo el mundo, pero el día que uno pone un pie en Sevilla se enamora para toda la vida», dijo antes de cantar. Y triunfó, todo sea dicho, con un estribillo de esos que no se olvidan: «Quiero morirme en Sevilla para vivir para siempre».
Más reconocimientos
Manu Sánchez fue enlazando frases de ingenio y humor con otras en las que ensalzaba la labor de los premiados. Así lo hizo con el dúo Victorio & Lucchino, reconocidos con esta «puntada de oro» como embajadores de Sevilla. También en la categoría que ponía en valor la trayectoria profesional. Aquí fue el turno del hostelero Rafael Juliá García, Casa Morales, la empresaria Ana Llopis, la empresa de sombreros artesanales Fernández y Roche. También de Francisco Herrero, histórico presidente de la Cámara de Comercio de Sevilla, que por segunda vez se subía a este escenario a recoger una Medalla de la Ciudad, aunque en esta ocasión sí fue para él a título personal. Por su parte, también fueron galardonados la Caja Rural, por el impulso económico; el Museo de Bellas Artes, por el fomento del arte y la cultura; Ignacio Media y Fernández de Córdoba, por el fomento del patrimonio; o Merche Esmeralda, por su trayectoria artística.
Desde un punto de vista social, se puso en valor el trabajo de Séfora Vargas, defensora de los derechos del pueblo gitano, o de otras entidades como la Asociación VIH/Sida Adhara o Pulseras Rosas. En esta categoría también recibieron la medalla Rosa Ciriquián, Maruja Vilches, Antonio Ríos, la Comunidad General de Propietarios y Residentes de Pino Montano o el histórico líder sindical Ignacio Sánchez 'El Indio de Astilleros', a título póstumo. En el campo de las tradiciones, fueron reconocidos el presidente del Consejo, Francisco Vélez, y las hermandades de la Misión y el Museo, que celebran diferentes aniversarios. Cerraron el listado el doctor Salvador Morales, la clínica de fertilidad Embryocenter, la Casa de Extremadura, Radio Sevilla, la Institución Teresiana de Sevilla y el IES Politécnico.
En todos ellos se resumía la historia y el presente de una ciudad que una vez más volvió a hacer patria de las personas y entidades que la han hecho grande. Esa misma Sevilla que, como reconoció el propio Carlos Herrera, es «un compromiso con lo cotidiano y con lo excepcional», esa misma que a casi 40 grados en el exterior y al mediodía de una jornada laborable entregó más de una treintena de reconocimientos a la gente que verdaderamente se han dejado la piel por ella. Para que luego digan que no hay profetas en su tierra. Aquí las cosas son así. Por eso, a la hora de mirar a Sevilla, lo mejor es que no traten de entenderla. Así es y así hay que quererla.
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