Salud
«Tras un atracón navideño no es bueno hacer ayuno»
Diego Sánchez Muñoz, médico especialista en Aparato Digestivo, advierte contra los «sentimientos de culpa» que se producen por los atracones y los nocivos altibajos que producen en el estómago ingestas excesivas y periodos de ayuno
J.A.
Diego Sánchez Muñoz es director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, que abrirá nueva clínica en Sevilla el mes próximo. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla y médico especialista en Aparato Digestivo desde 2005 y, se ha especializado ... en endoscopia terapéutica avanzada y endoscopía bariátrica . Investigador en diferentes ensayos clínicos , ha presentado más de cien comunicaciones en congresos nacionales e internacionales y escrito quince capítulos de libros relacionados con la especialidad. Autor del libro «Avances en Enfermedad Celiaca», está desarrollando su tesis sobre esta patología.
Fue Premio al Mejor Residente del Hospital Universitario de Valme (2001-2005) y Premio Medicina Siglo XXI de la revista «El Suplemento» en la categoría Gastroenterología en 2018.
¿Cómo se pueden evitar los atracones en Navidad?
Es muy complicado quedarse fuera de esa vorágine, y mantener nuestros hábitos alimenticios del resto del año. Además, es muy frecuente que los días posteriores se genere un «sentimiento de culpa» y caigamos justamente en el error contrario, que es reducir sobremanera la ingesta pensando en una supuesta compensación. Esos altibajos son los que pueden tener repercusión en nuestra salud general y digestiva en particular, ya que nuestro cuerpo funciona infinitamente mejor cuando tiene cierta regularidad. Recomiendo mantener una alimentación saludable, con cantidades adecuadas, equilibradas desde el punto de vista nutricional y calórico, aunque, por supuesto, pudiéndonos permitir ciertos caprichos usando el sentido común que nos permitan disfrutar al máximo de las comidas.
¿Cuáles son las señales de que algo no va bien en el estómago?
El aparato digestivo superior es muy reactivo ante cualquier agresión. Una de las manifestaciones más frecuentes que se pueden traducir en patología digestiva es el reflujo gastroesofágico. Este síntoma puede ser contado por el paciente de diferentes formas, y referirse a él como ardor, quemazón, comida que se viene a la boca (regurgitación), aunque también puede aparecer con síntomas atípicos, como dolor en el pecho o tos irritativa, que pueden confundirse con otras patologías. Es un síntoma muy prevalente que en muchas ocasiones puede aparecer de forma aislada, asociado por ejemplo a comidas copiosas o a exceso de alcohol, pero si aparecen de forma más continua o no responden bien a un tratamiento con antiácidos, debe ser evaluado por un especialista. Otro síntoma muy frecuente es el dolor a nivel de epigastrio (abdomen superior). La mala digestión, la hinchazón abdominal, los gases, los trastornos en el hábito intestinal, entre otros, también son síntomas que orientan a problemas del tubo digestivo. Hace muchos años, cuando no existían pruebas diagnósticas específicas para evaluar la patología gástrica, se diagnosticaba a los pacientes de úlcera gastroduodenal si estaban malhumorados. Esto, que puede parecer una exageración, es una realidad que nos cuentan los pacientes en la consulta a diario, esto es, que uno de las primeras reacciones que el aparato digestivo está «sufriendo» es que provoca mal humor.
¿Qué alimentos ayudan a mantener nuestra flora intestinal?
Para que la flora bacteriana se mantenga sana, hay que cuidar por supuesto la alimentación, basándonos en una dieta equilibrada, que contenga una proporción adecuada de hidratos de carbono, proteínas y grasas, así como otros micronutrientes como vitaminas o minerales. Para ello, tenemos la suerte de disponer a la mano y que esté muy arraigada cultural y geográficamente nuestra dieta mediterránea, la cual ha demostrado ampliamente sus beneficios en la salud en general y en el mantenimiento de una homeostasis y equilibrio intestinal en particular. Por un lado, el estado de ánimo, las situaciones de estrés, los trastornos de ansiedad o los síndromes depresivos, entre otros muchos, alteran la composición y, por tanto, merman la calidad de esta microbiota. Esto es producido por la existencia de lo que se ha venido a denominar el «eje intestino-cerebro», que más allá de una simple conjetura, ha demostrado que es una comunicación directa. De esta forma, alteraciones en la flora bacteriana intestinal hace que pasen sustancias tóxicas al torrente sanguíneo que llegan al cerebro, desencadenando en este un torrente de liberación de mediadores y hormonas proinflamatorias, siendo una de las más características los corticoides, los cuales se conocen también como «las hormonas del estrés». La flora bacteriana no solo se ha relacionado con trastornos digestivos, sino también con enfermedades neurológicas, algunas tan relevantes como el Parkinson o la Enfermedad de Alzheimer.
¿La ansiedad engorda?
Trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión pueden producir alteraciones en el equilibrio del proceso de digestión. La digestión de los alimentos comienza en la boca, llega al estómago, donde se mezcla con los jugos gástricos cuya acidez favorece la descomposición del bolo alimenticio y hace más fácil la posterior asimilación de los mismos, a través del esófago. Cuando existe un trastorno emocional aparecen estos fallos en el proceso digestivo, fundamentalmente por su ataque a la calidad de la microbiota intestinal, y está más que demostrado que la flora bacteriana del intestino delgado juega un papel muy relevante en la aparición de obesidad. Por otro lado, ciertos medicamentos usados en el tratamiento de estos trastornos también pueden favorecer el aumento de peso. Por último, no hay que olvidar que uno de los mecanismos de liberación de ansiedad es la comida, por lo que no es infrecuente que haya aumento de la ingesta o incluso «trastornos por atracón» asociados a este tipo de situaciones clínicas.
¿El coronavirus afecta también al aparato digestivo?
Cada día aprendemos más de la relación que tiene el Covid con el aparato digestivo. La experiencia de estos casi dos años que llevamos conviviendo con el virus nos ha hecho ver que no solo produce una enfermedad «simplemente» respiratoria, sino que la afectación es global, tocando múltiples órganos y sistemas. Mucho se habló en las primeras olas de la diarrea como uno de los síntomas más frecuentes en los pacientes con infección por Covid-19. Asimismo, también se ve como los pacientes con infección por Covid-19 tienen un aumento de las enzimas hepáticas llamadas transaminasas, y que esta elevación se correlaciona con la gravedad, es decir, a transaminasas más altas, mayor probabilidad que la infección sea grave. También, un síntoma que vimos en los pacientes más graves e inestables, sobre todo que habían estado ingresados en UCI, era la disfagia, o dificultad para tragar, que se llegó a objetivar en casi un 50% de estos pacientes muy graves, por lo que también fue usado como marcador de gravedad en estos pacientes ingresados.
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