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«El síndrome postvacacional existe, y puede acabar en depresión»

«El síndrome postvacacional existe, y puede acabar en depresión»

Javier Criado_Psiquiatra —¿Existe en realidad el llamado síndrome postvacacional o es una invención de los tiempos que corren?

—El síndrome postvacacional existe y afecta a quien cada vez que cambia una rutina se descoloca. Cuando la persona que lo padece no es madura, los cambios bruscos pueden dar lugar a ansiedad y ésta acarrear depresión. Es más, hay quien también padece síndrome prevacacional.

—¿Hay quien se deprime por irse de vacaciones?

—Así es, porque el comienzo de las vacaciones también supone terminar con una rutina, en este caso con el estar encorsetado todo el año. De ahí que se den estados de crispación o de determinada violencia personal que repercuten incluso en las relaciones y que dan lugar, como está demostrado, a un incremento en las rupturas de las parejas.

—Entonces ¿cómo interpretan el fin de las vacaciones?

—La vuelta al corsé, el aplastamiento de la libertad. Ello, en las personas que no tienen cierto equilibrio, puede dar lugar primero a un estado ansioso y después depresivo.

—El cansancio, la apatía, por no decir pasotismo, la irritabilidad o la falta de concentración que según dicen son los síntomas del síndrome postvacacional ¿son sólo problemas psicológicos o tienen una proyección física?

—El ser humano no es por una parte el cuerpo y por otra la mente. Por eso cuando la mente enferma también lo hace el cuerpo y cuando es el cuerpo el que enferma también lo hace la mente. En definitiva, quienes padecen el síndrome postvacacional también pueden llegar a sufrir alteraciones fisiológicas.

—¿Todas las culturas lo sufren por igual o el poder adquisitivo, la educación o el clima influyen?

—Incide cuando las condiciones de vida han superado el nivel de subsistencia. En las sociedades donde lo primero es la supervivencia porque los niveles son ínfimos, no hay posibilidad de sufrir el síndrome postvacacional porque la naturaleza obliga a subsistir. Por contra, si la sociedad goza de calidad de vida, entra de lleno en los factores que provocan el síndrome postvacacional. Está claro que cuando las circunstancias sociales no permiten las vacaciones no hay síndrome ni prevacacional ni postvacacional.

—Dado que la mayoría si tiene vacaciones ¿cómo se evitan los síndromes previos y posteriores?

—Estos síndromes se producen por cambios bruscos de comportamiento que provocan desadaptación y miedo. Por eso es conveniente un periodo de adaptación antes de dejar de trabajar y antes de volver a hacerlo. Si se trata de enfrentarse a las vacaciones es recomendable tener dos o tres días para acomodarse a la nueva situación y es preferible no romper con la rutina de forma inmediata. Si hablamos de reincorporarse a la actividad laboral es lo mismo. Se recomienda no terminar el periodo vacacional e incorporarse al trabajo de forma inmediata.

—¿Qué recomendaría a los miles de personas que en los próximos días se van a tener que habituar de nuevo a la rutina?

—A los que se van a incorporar de forma inmediata esta primera recomendación no les sirve pero la pueden tener en cuenta para años venideros. Se trata de aprovechar las vacaciones al máximo.

—¿Eso significa volver más cansado que cuando se está trabajando y en plena vorágine?

—En absoluto. Se trata de vivir las vacaciones a gusto y no caer en el sobreesfuerzo. Vacaciones equivale a estar a gusto no a desarrollar una actividad tan frenética que te termine dejando rendido. Cuando digo esto lo hago tanto en el aspecto deportivo, como cultural o lúdico. En vacaciones debe dar tiempo a reposar, a pensar, a sentir.

—¿Hay sitios de vacaciones más recomendables que otros?

—El sitio ideal es el que más se adapte al gusto personal. Uno puede disfrutar sólo contemplando el mar y hay quien no quiera ni ver la arena de la playa y prefiera la montaña.

—¿Qué más pueden hacer los que cuentan las horas para regresar al puesto de trabajo?

—Primero tener un enfoque positivo, algo recomendable en todas las situaciones de la vida. En este caso se puede pensar en el reencuentro con los amigos o con el hábitat. Hay que recordar que no sólo se quiere a las personas sino también a lo que nos rodea. Ha llegado el tiempo de volver al sillón o al sofá de todos los días, de ver la tele de una forma determinada, de meterte en la cocina que te es conocida. Además, ni trabajando ni en vacaciones hay que olvidar que el beneficio de los grandes esfuerzos son las grandes satisfacciones

—Y si pasado unos días el recién incorporado no se siente mejor ¿qué hace?

—Acudir a un especialista porque en los trastornos psicológicos, como en los biológicos, si se cogen a tiempo el tratamiento es corto y más eficaz. Sin embargo, si se deja, el camino es más laborioso y más grave. Es lo mismo que con un resfriado mal curado que puede hacerse bronquitis, neumonía y hasta enfisema pulmonar.

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