Sevilla

«A mi madre le han faltado cuatro meses para ver al Gran Poder en su barrio»

Se llama Juan García y es el vecino de Los Pajaritos que vive enfrente de la parroquia de la Blanca Paloma y que mostró el cuadro al Gran Poder cuando enfiló la recta para entrar en el templo, que ayer se llenó en el primer día de misión

Juan García, con el cuadro con la foto de su madre que enseñó por la ventana al Gran Poder el sábado Juan Flores / Vídeo: Rechi

Juan García no tiene Whatsapp y no sabía de la repercusión que tuvo la foto que le hicieron asomado a su balcón junto a sus nietos enseñándole al Gran Poder un cuadro mientras el Señor se volvía hacia el barrio y enfilaba ... la recta para entrar en la parroquia de la Blanca Paloma. Este vecino de la calle Alondra abrió ayer a ABC las puertas de su casa y al ver la imagen se derrumbó: «Era mi madre, ella siempre fue devota del Gran Poder , era su vida. Le han faltado sólo cuatro meses para verlo aquí en su barrio». Mercedes Robles falleció el pasado mes de junio , el día de San Antonio, a los 85 años de edad. Había pasado dos ictus y el Covid. «Desde que se enteró que el Señor iba a venir aquí estaba loquita por que llegara el momento... pero se me fue antes». Por eso, Juan García decidió que su madre y el Gran Poder se encontraran frente a frente. Se miraran. «Su vida era el Señor , iba a verlo a la basílica siempre. Lo más grande que he podido hacer es enseñarle la foto de mi madre en la que salgo de joven con ella».

A las siete y media de la tarde del pasado sábado, Juan citó a su yerno y a sus nietos en su casa porque desde el pasillo del cuarto piso hay una pequeña ventana que da directamente a la puerta por la que entró el Gran Poder en la Blanca Paloma. «Mi nieto la ha cuidado siempre y se subió aquí conmigo, pero mi padre se tuvo que quedar abajo en una sillita y no podía subirlo hasta aquí arriba por las escaleras», señala este vecino de Los Pajaritos desde hace casi 20 años y que fue técnico de emergencias en el dispositivo de cuidados críticos en las ambulancias del Hospital Militar. Ahora está de baja por una lesión en la espalda, que le imposibilitaba coger a su padre en peso y llevarlo hasta su casa para que pudiera ver al Señor. «Lo vio de lejos el pobre, pero lo vio» , recuerda.

A Juan García lo conocen en el distrito como Juan Robles, por su madre, una vecina carismática de toda la vida de Los Pajaritos de la que guarda una medalla de plata que siempre lleva colgada en su pecho con su foto y que aprieta con su puño cada vez que habla de ella y se queda sin voz por la emoción. Juan decidió ayer bajar a visitar al Señor. Guardó pacientemente la cola que llegaba hasta la plaza para pasar bajo su mirada en el presbiterio del templo, porque sabe que su madre tiene más cerca al Gran Poder ahora que estando en vida.

Juan García asomado a la ventana con el cuadro de su madre Juan Flores

Junto a Juan, cientos de vecinos acudieron ayer a la Blanca Paloma en el primer día de misión. Cada uno con sus historias que llevarle al Señor, pasaron por delante, le dejaron ramos de flores y escucharon las misas, que estuvieron a rebosar. En la de las 12.30 horas, se leyó el Evangelio de Marcos. «Se acercaron a Jesús Santiago y Juan y le dijeron: ‘Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir’. Les preguntó: ‘¿Qué queréis que haga por vosotros?’. Contestaron: ‘Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda’». El párroco Manuel Sánchez , en la homilía habló de cómo las gentes del barrio y del resto de la ciudad habían acudido buscando la presencia del Gran Poder, «una lista de personas, de realidades, de situaciones pasadas, presentes y futuras». Y planteó: «¿Y si en lugar se preguntarnos qué puede hacer el Señor por nosotros lo hiciéramos al revés? ¿Qué quieres, Señor, que haga yo por ti?». El párroco que ha obrado el milagro de traer a la feligresía a la imagen de Juan de Mesa dejó claro el sentido de la misión: «Nunca fue de hacer cosas, sino llevarnos al encuentro del Señor».

Galería.

Por eso, «ayer -por el sábado- vivíamos una experiencia práctica de lo que es la teología del suelo, de la Encarnación, que es lo más católico que se puede vivir. La palabra se hizo carne en una imagen y se vino a vivir con nosotros». Y, así, preguntó a los fieles:«¿Dónde queremos sentarnos?Nuestro sitio es el del lavatorio de los pies, por eso el Señor va descalzo». El párroco terminó la misa recordando la labor de los voluntarios de la hermandad que estaban discretamente en la parroquia para atender a quienes lo requirieran. El Gran Poder lleva dos años trabajando con las parroquias atendiendo en asuntos jurídicos, psicológicos y resolviendo necesidades básicas. «Los travesaños que sostienen detrás la cruz del Gran Poder se llaman ‘cirineos’. Bueno, pues se buscan cirineos para llevar la cruz de otros». Así se vivió el día 1 de la misión del Señor en Tres Barrios.

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