Literatura
Sevilla deja pasar el sesquicentenario de Bécquer sin pena ni gloria
La pandemia da al traste con el ambicioso plan para conmemorar el fallecimiento hace 150 años del poeta más influyente de la literatura en castellano
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Iniciar sesiónIba a ser la gran efemérides del año 2020. Hoy, 22 de diciembre, se cumplen 150 años de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer , el poeta más influyente en la poesía contemporánea española, cuyo rastro sigue vigente en la creación literaria ... siglo y medio después de que el genial escritor sevillano expirara en el piso Derecha de la tercera planta del número 7 de la calle Claudio Coello de Madrid . Era una casa enorme con una docena de habitaciones por las que Bécquer se paseaba solo. Hoy está numerada con el número 25 de la vía y un azulejo de cerámica perpetúa su memoria: «En esta casa murió el 22 de diciembre de 1870 Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta del amor y del dolor ».
Al menos, la última casa de Bécquer sigue en pie. La casa natal, en el número 28 de la calle Conde de Barajas , antigua de Carrera Vieja, no existe. Al menos, se respetó la fachada y se volvió a colocar la placa que en 1887, con motivo de un homenaje al poeta, recordaba su nombre.
Quizá la vieja historia de la casa natal, reconstruida por fuera y desventrada por dentro, resume a la perfección lo que ha sido el sesquicentenario de Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer , fallecidos en Madrid con tres meses de diferencia en lo que hoy llamaríamos primera adultez.
El Ayuntamiento en pleno aprobó por unanimidad una moción en enero para que el que se denominó «Año de los Bécquer» quedara subrayada en rojo en el calendario de la ciudad. Pero la pandemia se cruzó por medio. La Feria del Libro iba a estar dedicada al poeta más influyente en lengua castellana de los tiempos modernos, pero primero se aplazó el certamen y finalmente se suspendió sin que el tercer apellido paterno resonara en su ciudad natal como estaba previsto.
La moción municipal unánime reiteraba también la petición para que la Venta de los Gatos, escenario de una de sus leyendas más renombradas, obtuviera la calificación de bien de interés cultural, pero finalmente tampoco interesó a Cultura y la tabernucha sigue arruinándose sin que nadie la pueda visitar recreando el ambiente misterioso con que la describe Gustavo Adolfo.
Eso sí, los munícipes pueden presumir de haber cumplido con su parte en el sesquicentenario becqueriano: rindieron homenaje en la glorieta del Parque el 17 de febrero, fecha de nacimiento del poeta, con música de cámara y textos de José Antonio Francés, honraron la tumba en el aniversario de la muerte de Valeriano y hoy acudirán puntuales a depositar una corona de flores a Gustavo Adolfo Bécquer ( Domínguez Bastida en el Registro Civil), fecha de su fallecimiento, en compañía del rector de la Universidad de Sevilla, propietaria del panteón. Pero poco más.
Iba a ser el germen de una ruta centrada en la Sevilla romántica, pero también esto se ha quedado en nada
En enero, cuando se alistaban los actos conmemorativos en la Feria Internacional de Turismo, se quería aprovechar la fecha redonda de los 150 años para apuntalar la visión romántica de Sevilla , que tiene en Gustavo Adolfo una de sus cumbres pero también los viajeros que forjaron el mito de Carmen la cigarrera, por ejemplo.
Se proyectó una ruta que partiría de su casa natal y pasaría por la parroquia de San Lorenzo donde se bautizó, la antigua calle Potro (hoy Ana Orantes) donde fijó su residencia la viuda con sus hijos a la muerte del padre en 1841 , la Alameda de Hércules donde vivió con sus tías una vez huérfano, la casa de la calle Mendoza Ríos que fue su último domicilio hispalense, el museo de Bellas Artes para admirar el retrato de Gustavo Adolfo firmado por Valeriano, la capilla de las Santas Justa y Rufina de la Catedral donde están enterrados sus antepasados y el convento de Santa Inés, escenario de la leyenda «Maese Pérez el organista» .
El claustro de Santa Inés está pendiente de una rehabilitación integral para la que hace tan sólo unos días se firmó el acuerdo entre la Consejería de Cultura y la orden de las clarisas para avanzar. La Nochebuena de 2017 y siguientes revivió la leyenda de maese Pérez el organista en el instrumento restaurado, pero todo eso parece haber sucedido hace mucho tiempo en otra ciudad muy lejana...
Pero el coronavirus dio al traste con todos esos planes. Los Bécquer se han quedado sin su año. Y de la ruta, poco más se sabe. La asociación conservacionista Adepha pidió que el panteón de ilustres, en la cripta de la iglesia de la Anunciación que fue de los jesuitas antes de pasar al patrimonio de la Universidad, pudiera visitarse al menos el día en que se conemora su muerte porque sólo abre los viernes por la tarde. Curiosamente, la Sevilla de hace más de un siglo pugnó con todas sus fuerzas para que no se le diera sepultura a Bécquer en este espacio privilegiado en un gesto que Montesinos, el poeta biógrafo y rendido admirador de Gustavo Adolfo, tildaba no sin razón de «archihipocresía».
La Venta de los Gatos lleva décadas en ruina sin que se vislumbre qué hacer con ese enclave tan ligado a la leyenda becqueriana
La venta de los Gatos sigue a la espera de que alguien venga a rescatarla como intentó el escultor Antonio Illanes, que quería convertirla en casa museo (hoy la llamaríamos centro de interpretación) del poeta. Nada nuevo. En 1972, poco después de cumplirse el centenario de la desaparición del poeta, un artículo en ABC daba noticia de su ruina: « Viéndolos ahora, estos despojos producen una tremenda angustia y no se puede permanecer impasible sin sentir el arrebol de nuestro sevillanismo empaña nuestras mejillas». Y proseguía la descripción: «Hundido como en una fosa, el ventorrillo, rodeado de altos edificios de pisos, en asfixia de espacio, reducido al mínimo, contrastando su depauperada vejez con lo nuevo, suplica por honra de Sevilla y honor del insigne poeta que desaparezcan estos tristes despojos ».
Quien llega hoy a Sevilla en pos de las huellas de Bécquer tiene poco donde deleitarse. La ciudad ha desaprovechado la ocasión –habrá que concederle su parte al inimaginable impacto de la Covid-19– de presentar a uno de sus más preclaros vástagos a los viajeros que hasta ahora se acercaban a Sevilla. No se trata de inquina especial con Bécquer ; sucede con la mayoría de sus grandes hijos con los que la ciudad ejerce de cruel madrastra.
Hace cincuenta años, José María Pemán homenajeó a Gustavo Adolfo Bécquer en el Ateneo de Sevilla en compañía de Caro Romero
En el centenario de su muerte, en 1970, el Ateneo homenajeó a Bécquer con una conferencia de José María Pemán titulada «Coloquio con Gustavo Adolfo» con la participación del poeta Joaquín Caro Romero y el novelista Juan de Dios Ruiz Copete . Y Gregorio Marañón publicó un encendido elogio del poeta en la Tercera de ABC pocos días antes de la fecha del centenario de su pérdida. El sesquicentenario, en cambio, ha tenido un impacto mucho más reducido, a una escala mucho menor pese a todo lo que se había proyectado. O quizá por eso precisamente.
La Casa de los Poetas acogió un miniciclo y el Círculo de Labradores –que ordenó poner una esquela mortuoria en este periódico– una velada poética con la evidencia de la huella de Bécquer en los poetas sevillanos del momento. Hubo proyección audiovisual en la torre de Don Fadrique en verano, cuando se relajaron las restricciones, y espectáculo en la Bienal a cargo del cantaor José Valencia con adaptación de Francisco Robles por encargo de la extensión cultural de la Hispalense. Menudearon, aquí y allá, los actos culturales que pudieron celebrarse.
La actividad editorial sí ha dado a la luz algunas novedades excitantes. Se ha reeditado la biografía de Bécquer que firmó el poeta Rafael Montesinos , cuyo centenario también ha pasado sin pena ni gloria. De antología a antología, la de Joan Estruch Tobella sirvió para confirmar que Bécquer escribió la novela «Los amantes del sol» que nunca llegó a publicarse y que se considera perdida.
Quizá sea todo consecuencia de la falta de compromiso presupuestario como el genial Mingote supo calibrar en el chiste con que saludaba el centenario de Bécquer en 1970, citando la rima XXVI: «Tú sabes y yo sé que en esta vida, / con genio, es muy contado quien la escribe, / y con oro, cualquiera hace poesía ».
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