El puente de Triana cumple hoy, en silencio, ciento cincuenta años
Ciento cincuenta años de historia no es poco y menos para una infraestructura convertida en vital para el desarrollo urbano de Sevilla y en símbolo para la ciudad y un barrio: el puente de Triana. Se inauguró con solemnidad el 23 de febrero de 1852, dando paso a una historia llena de avatares. Hoy celebra su cumpleaños sin actos oficiales,

Es una infraestructura básica y, a la vez, un símbolo para Sevilla y para un barrio, Triana, que lo adoptó con su nombre aunque oficialmente le dieran el de la reina bajo cuyo mandato se construyó, Isabel II. El puente de Triana, referencia de coplas, lugar señero para el paso de las cofradías del barrio y hasta para hitos históricos de la ciudad, ligado a su imagen y a sus mitos, cumple 150 años en medio del silencio de la ciudad aunque sea su propio Ayuntamiento su titular.
Ubicado donde estuvo el primitivo puente de barca se inauguró el 23 de febrero de 1852. En el libro «Los puentes sobre el Guadalquivir en Sevilla» editado por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Joaquín Lefler Pino, hace un detallado estudio de la génesis del proyecto y ejecución del que sería el primer puente fijo de Sevilla. Lefler habla de que se pensó en construir un puente de piedra, incluso se planteó un diseño con un gran arco rebajado y una fuente en su punto central, y en un puente colgante, pero que en 1844 los ingenieros franceses Fernando Bernadet y Gustavo Seinacher presentaron al Ayuntamiento varios proyectos, entre ellos uno de hierro colado con dos pilastras centrales y tres vanos, con una calzada que permitía el paso de tres coches y con un tablero sostenido por cinco arcos gemelos de hierro, que se consideró la solución más satisfactoria. Su coste se fijó en 12 millones de reales a pagar en 25 años. Para pagarlo el Ayuntamiento solicitó al Gobierno un «pontazgo» -pago por el paso- de 10 años, que, al final fueron dos, en el Tardón y el Patrocinio.
En 1844 se aprobó el proyecto del puente cuya construcción iba a durar tres años pero que no concluyó hasta 1852. Si la colocación de la primera piedra del puente fue una fiesta, su inauguración, presidida por el gobernados, fue solemne, con procesión de maceros y banda de música presidida por el arzobispo y un desfile que precedió a una jornada llena de actividades, con cucaña incluída.
Tras subsanar durante años los problemas de cimentación, el puente, como señala en el libro del Colegio de Ingenieros de Caminos, Rodrígo Vázquez Orellana, contó en 1918 con un nuevo tablero y no pocas obras parciales para adecuarlo a las necesidades de la ciudad.
En la Semana Santa de 1974, cuando la Hermandad de la Esperanza de Triana regresaba a su capilla por el puente una fuerte vibración de la estructura provocó escenas de pánico. Se generó un debate público que provocó el cierre al tráfico del puente y el inicio de una controversia sobre si hacer uno nuevo o conservar su estructura, opción éstaque finalmente ganó. Las obras del nuevo puente, se adjudicaron en 1976. al frente de las mismas estaba el ingeniero Manuel Ríos Pérez. Los trabajos consistieron en la consolidación de pilas, estribos y cimentación, colocación de vigas de cajón e instalación de un nuevo tablero. Aunque se instalaron rampas para permitir el paso de cofradías en la Semana Santa de 1977 -el puente se inauguró el 13 de junio-, éstas no volvieron a pasar por el puente hasta 1978.
En años posteriores, el puente se ha visto afectado por las transformaciones del barrio que le da nombre, con cambios de sentido en el tráfico y obras en sus accesos motivadas por el nuevo mercado de Triana, pero ahí sigue, dispuesto a celebrar más años con Sevilla.
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