La pata de pollo: herederos del marqués de las Cabriolas

Y siempre hay un valiente. Un osado que acepta el reto y se mete una pata de pollo en el bolsillo pañuelero de la chaqueta. Y de ahí arranca esta historia, en la mejor conexión humorística y guasona con las que se registraban en la caseta de la peña 'Er 77' a principios del siglo pasado, donde el marques de las Cabriolas y el conde de las Natillas , llevaron el manifiesto surrealista de Bretón a sus máximos históricos, hasta el punto de que hay una foto para la eternidad con la Reina Victoria Eugenia a caballo dentro de la caseta, mientras era obsequiada con una caña de manzanilla. Hoy, los de la procesión de la Pata de pollo siguen fiel a la manzanilla y otras bebidas poco sobrias, dejando los caballos para la calle del Infierno, pero siendo fieles al espíritu divertido, iconoclasta y revoltoso de aquella caseta del 77. La procesión de la Pata de pollo ha tenido varias sedes a lo largo de estos años : Chicuelo, Costillares y, ahora, Antonio Bienvenida. Y en todas ellas, la Pata de pollo, ha tenido su hornacina donde pasar la Feria hasta que le llegaba la hora. Y su hora es la alta madrugada del viernes al sábado. Entonces, el hermano mayor, P.R., daba la orden de descorrer las lonas de entrada de la caseta y se procedía a sacarla para despedir con muchísima guasa la Feria que se va, no te vayas todavía, no te vayas por favor… En la calle llegaron a esperar la salida más de doscientas personas que, posteriormente, se unían al cortejo procesional. El rito se fue de las manos. Y la logia pollera decidió hace unos años no salir más y, para demostrar su cariño al titular, tomaron en cabildo alto de San Patricio la decisión de hacer una procesión claustral dentro de la caseta.

La Pata salía sobre una silla de anea, atada al espaldar con guitas anudadas de las que, hasta no hace mucho, llevaba como signo de marca la manzanilla de uso y abuso del mismo nombre, alumbrada por dos hachones de cristal correspondiente a dos botellas de fino sobre las que flameaban dos puros habaneros, dejando colgar de las maniguetas dos gambas que se salvaron de la voracidad marisquera del sindicalismo de clase. El exorno floral era donación de los hermanos que dejaban en barbecho el ojal de sus chaquetas para depositar en el paso los claveles feriantes del día. Dos costaleros llevaban la silla que hacía su recorrido oficial hasta la caseta municipal , donde un policía municipal le puso un pin a la Pata que para los hermanos es la medalla de oro de la Feria. Tras dar el cabezazo en la caseta municipal, desfilaba en apoteosis por diversas calles del Real al grito apasionado de los chilladores que piropeaban a la Pata llamándola, guapa, guapa y guapa y viva la reina de la Feria. La música se dejaba en manos de los hermanos que tatareaban Campanilleros y repicaban con sus llaveros. Tras pasar por el arco, donde los costaleros hincaban rodilla en albero para que La Pata no rozara (guasa) con la ojiva de cartón piedra de la entrada, terminaba el recorrido en algún bebedero de Los Remedios. Habitualmente el Bugadín de la calle Asunción. Sin necesidad de que cartas fueran y vinieran desde Londres a Madrid, la procesión llegó a levantar tal expectación que, durante varios años, un grupo de señoritas ajenas a la devoción y ataviadas con matillas de camelo, hechas con papel de mantelería de bar, replicaban una petalada cuando pasaba por la portada de la Feria. Una caseta vecina a la hermandad salió algún año como filial de la Pata maestra, bajo la denominación de 'El hueso de jamón despojado de sus vestiduras' , aunque no cuajó.

La Pata de Pollo que procesionaba era de verdad. Aunque la que se coloca en la hornacina durante los días de Feria hasta su salida es de silicona, para no chocar con las medidas sanitarias vigentes. La que procesiona se tiene en agua con lejía durante todo ese tiempo para evitar infectos engorrosos . No es excepcional el hecho de que, ante la hornacina, se le canten sevillanas a la venerada Pata. La más frecuente es aquella celebridad de los Hermanos Toronjo, todo un guiño a la tradición por sevillanas, donde los dieciocho hermanos oficiales engordan sus venas del cuello para coger el tono de la letrilla: «Por la mañana / por la mañana / por la mañana / qué bonita es la Pata/ flores, flores a ella / qué bonita es la pata/ por la mañana…» Hoy, sábado de Feria, la Pata habrá sido devocionalmente homenajeada en la procesión claustral de la caseta, proclamándose que el espíritu del marqués de las Cabriolas y su caseta 'Er 77' continúa vivo a través de sus herederos, cuyos nombres se quedan por estrenar, porque todas las flores son por Ella y para Ella…