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Reloj de Arena

Paco Cabrera de la Aurora: el precio de la mistela

Fue el impulsor de la Bienal, un hombre culto del pueblo, amigo de Mairena, de Romero Murube... Un personaje

Paco Sánchez Cabrera, en la imagen con Romero Murube, se puso su nombre «artístico» cogiendo el apellido de su madre, que era de Las Cabezas de San Juan, y uniéndolo al de la Virgen de la Aurora de Los Palacios, ya que la familia vivía en la calle donde estaba su capilla. Se formó en el colegio del pueblo y fue el impulsor de la cultura local. Muy recomendable su libro «Pámpano, panoja y esquilmo» ABC

Félix Machuca

Breve de estatura, largo de ingenio, chisposo como el aguardiente y con la habilidad de un tenista de Wimbledon para devolver las pelotas más malajes que algún guasa le tirara a la cara, este tipo nunca fue del montón. A cada malajá respondía con un ... revés de izquierda que siempre se ajustaba a la línea de fondo de la pista de los artistas, para sumar punto, set y partido con el colofón de su réplica. Réplica que o bien era de caracolillo o bien una sentencia honda. Paco Cabrera fue así hasta que subió para la peña de la gloria. Un cabal capaz de convertir la peña flamenca más aburrida de Bruselas en la sucursal de la Venta Vargas. O de ganarse la portada de la revista Forbes por los números negativos que daban sus festivales de la Mistela en Los Palacios. Pero lo que nadie puede discutirle, porque son suyos los poderes, es que fue la bombilla luminosa que encendió la idea de hacer una bienal de flamenco en Sevilla. ¿Cómo podía haber caracolás, potajes, gazpachos, urtas y minas con cumbres del flamenco y Sevilla ajena a la cosa y en fuera de juego, sin sitio siquiera en la cocina para esperar, como los artistas del bronce antes de salir a cantar, a que unos señores se echaran palante y organizaran un festival? Paco Cabrera siempre sostuvo que Sevilla es la cama donde se hace el flamenco. Y un buen día, de esos que la luz traspasa los cristales de la conciencia, se fue para la peña Torres Macarena, a tantear la situación y ver qué posibilidades había para sacar a Sevilla del hoyo del absentismo y montar un concurso como el de Córdoba. Las opiniones debieron cuadrarle. Porque llamó a las puertas del Ayuntamiento, se entrevistó con el poeta de Archidona y Jose Luis Ortiz Nuevo impulsó la idea para que naciera, en la cama de Sevilla, la bienal de Flamenco.

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