Ochenta años de la primera piedra del monumento en el cerro del Sagrado Corazón de San Juan de Aznalfarache
El cardenal Segura bendijo su colocación el domingo de Pentecostés (24 de mayo) de 1942 aunque hubo que esperar seis años más para inaugurar el complejo donde él mismo está enterrado
«Oportet illum regnare» . El latinajo está tomado del versículo 25 del capítulo 15 de la primera epístola de San Pablo a los corintios que el leccionario de la Conferencia Episcopal Española traduce así: «Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga ... a todos sus enemigos bajo sus pies». No es de extrañar, conociendo la devoción al Sagrado Corazón que profesaba y la combativa expresión de su fe, que el cardenal Segura arrancase con la cita su alocución en el inicio de las obras del que pasaría a ser conocido por antonomasia como Monumento en San Juan de Aznalfarache .
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El domingo de Pentecostés de hace ochenta años (tal día como hoy, 24 de mayo, pero de 1942 ), Pedro Segura y Sáenz, arzobispo de Sevilla, pudo iniciar la construcción del monumento al Sagrado Corazón de Jesús en San Juan de Aznalfarache. Aquella tarde bendijo la primera piedra.
Cerco a los rusos en Jarkov
Ni el mundo ni España estaban entonces para muchas sutilezas: el ejemplar que se guardó en la cajita de plomo conteniendo actas, periódicos del día y monedas de curso legal dentro de la primera piedra recogía el relevo de 1.300 voluntarios de la División Azul de vuelta en Madrid y los durísimos combates en torno a Jarkov (actual Ucrania), donde las tropas de la Wehrmacht habían copado tres ejércitos soviéticos enteros.
En aquel ambiente de exaltación anticomunista con el 'Rusia es culpable' resonando en la mente de los presentes, el acto fue -a qué dudarlo- una reafirmación de poder del cardenal Segura, que regía la Iglesia sevillana con mano firme desde 1937. Aquel cerro del Sagrado Corazón, como él mismo pidió que se denominase en el acto de la primera piedra, venía a ser el revés del fusilamiento nada simbólico y el dinamitado del monumento del Cerro de los Ángeles de Getafe a cargo de milicianos republicanos hasta reducirlo a polvo.
Segura ya había levantado sendos monumentos al Sagrado Corazón en Cáceres y en la sede primada de Toledo , por cuyas sillas episcopales había pasado antes de recalar en Sevilla en plena Guerra Civil. Nada más acabar esta, el cardenal retomó el proyecto del que se venía hablando desde 1933 e impulsó de manera decidida su construcción.
Castillo de San Juan
El proyecto se había encargado al arquitecto Aurelio Gómez Millán para alinear el conjunto con la avenida de Los Remedios (como se llamaba hasta la visita de Eva Perón en 1947) y la prolongación del puente de San Telmo. Se iba a levantar en la que fue plaza de armas del castillo de Azn-al-Haraf , propiedad en su día de la orden militar de San Juan de Acre y donde los franciscanos levantaron un convento.
La ordenación del recinto abarcaba tres hectáreas en total en la barriada del Loreto , patrona de la aviación, construida para residencia de oficiales y suboficiales de la base de Tablada . El elemento principal lo constituía la estatua grandiosa de nueve metros de altura elevada sobre un pedestal de ladrillo visto octogonal de 41 metros sobre la cota de la plaza.
La escultura, en mármol blanco de Macael del que se emplearon unas cien toneladas de piedra, fue obra del artista José Lafita . Coronó la torre que le sirve de pedestal justo un año después de iniciarse las obras, en Pentecostés de 1943. Los trabajos iban sobre ruedas: la capilla votiva a los pies de la torre se había consagrado en noviembre de 1942 coincidiendo con la solemnidad de Cristo Rey.
Falta de recursos
Pero aquel primer impulso pronto se fue deteniendo. El conjunto, con su plaza porticada de 75 metros de diámetro conteniendo una explanada de 4.000 metros cuadrados, incluía un colegio para los salesianos (desde 1952 regido por teresianas) , convento de salesas (volcadas en la devoción al Sagrado Corazón), casa de ejercicios espirituales Betania , la cripta y la iglesia de los Sagrados Corazones además del viacrucis con capillas anexas en la subida al cerro desde San Juan Bajo.
Todo el empeño del cardenal Segura, que en aquella época era muchísimo, no pudo impedir que la obra se empantanara por falta de liquidez: la archidiócesis comprometió sus recursos para terminar a tiempo del 750 aniversario de la conquista de Sevilla por el Rey San Fernando en 1948 . Pero el esfuerzo monetario volcado en el monumento hipotecó a la Iglesia hispalense durante lustros.
El cardenal Segura eligió la cripta del monumento de San Juan de Aznalfarache para su enterramiento . Fallecido en Madrid el 8 de abril de 1957, su cadáver se trasladó a Sevilla, donde se le rindieron el día 12 los honores militares de costumbre por orden expresa de Franco y finalmente inhumados en una capilla particular dentro de la cripta que el cardenal había dispuesto en vida para descanso eterno de sus padres y familiares directos.
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