Reloj de arena
Manuel Díaz del Real: el Chrysler de Luzbel
Luzbel, tras cruzar 'Al Este del Edén', recorrió los caminos del rock como jefe de banda o subalterno. El caso era seguir pegado al motivo más fuerte que lo hacía vivir
Julián Gómez Pando: la negra del barrio
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Iniciar sesiónEl demonio en Sevilla tuvo coche americano y una Gibson Les Paul de Luxe. Fue uña y carne mortal con Silvio . Y ambos compartieron un infierno abrasador, de llamas autodestructivas y vivencias tan intensas y desmadradas que nada tuvieron que envidiarle ... a las que protagonizaron sus satánicas majestades en lavabos y barras de bar… Ambos dejaron para el roquerío nacional el tema más alabado y valorado por la crítica del momento: 'Al Este del Edén' . Canción que le da nombre al primer disco que protagoniza Silvio como vocalista y que escribió nuestro demonio favorito al alimón con Pive Amador . Este marzo pasado, el infierno se llevó a su representante en Sevilla, a Manuel Díaz del Real , el Luzbel de toda la vida en los circuitos vacilones de la ciudad. Un guitarrista de rancias raíces roqueras, más duro que pinturero en su estilo y con perfil personal muy conflictivo. Fue el duro de su película, el galán de las muchachas en flor, el conductor de un coche fantástico que volvía loco a los roqueros, el canallita de dientes afilados que dejaba su prótesis dental en el yintoni despistado de los colegas y el único roquero local que murió con la guitarra en sus manos. Así se lo encontraron en su casa de la Ronda de Triana al tercer día de muerto. Un final tan literario como dramático, con rastros en su adiós de un irreprimible apetito por los ansiolíticos y estimulantes colombianos. Luzbel fue el ángel preferido por Dios . Su nombre significa el portador de la luz. Cuando la de Manuel Díaz brilló fue tan intensa que pudo hacer suya la declaración final del replicante Roy Batty cuando, moribundo, con lágrimas que se habrían de llevar la lluvia, susurró: «He visto cosas que vosotros no creeríais…»
El rock local de los setenta estaba integrado por supervivientes, gente con el objetivo vital de superar a un tiempo que no era el suyo y que luchaban por imponerlo a través de la música, los pelos largos y los vaqueros raídos por el uso y no por la moda. Luzbel, en cambio, tenía su cartera llena de oxígeno, vestía como un vacilón a la hispalense manera y sus ideas siempre tiraban antes a mano derecha que a la zurda. Pero aquella banda de costumbre disolventes lo aceptó como «uno de noi», me cuenta Pive Amador . Una especie de aliens al que se le acepta todo porque forma parte de la misma galaxia, aunque fuera canallita, vacilón, adinerado y diestro. Fue precisamente Pive quien intervino como mánager en el nacimiento de Silvio y Luzbel , poniendo sus condiciones: Silvio al micro y lejos de la batería, Luzbel a la guitarra y percutiendo Antoñito Smash. Luzbel proyectó su claridad creativa en letras como 'La playa', que Silvio identificaba con un mito de juventud: la rebeldía del Lute . Cada vez que la cantaba pensaba en el quinqui como otro ángel caído. De alguna forma esta empatía de Silvio por el hombre más buscado del momento llegó hasta los oídos del Lute, que peguntó por él en un programa de Jesús Quintero.
Luzbel, tras cruzar 'Al Este del Edén', recorrió los caminos del rock como jefe de banda o subalterno. El caso era seguir pegado al motivo más fuerte que lo hacía vivir. Tocó para Barra Libre y fue suplente con Sacramento . Con Andrés El Pájaro y Antoñito Smash formaron un triángulo casi equilátero que funcionó durante un año. El Pájaro recuerda que lo conoció en el 79, en el homenaje a Julio Matito , donde nuestro guitarrista se presentó con una deslumbrante Gibson Les Paul de luxe dorada, el santo grial de la época. Con esa guitarra maciza, tocaron gente como Jimmy Page , Bob Marley , George Harrison y…Luzbel, hombre de gustos exigentes y recursos para permitírselos. El Pájaro aprendió con nuestro demonio preferido a cuidar bien de los yintoni para no descubrir dentro el comedor postizo del bromista y, además, voló como un águila cuando le enseñó lo que entre ellos llamaban el acorde E7, el que utilizaba el emperador negro del festival de Monterrey: Jimi Hendrix . Aquel año fue el único que El Pájaro tocó el bajo en sus actuaciones públicas.
Es muy sevillano, sobre todo en aquellos que han caminado por el lado peligroso, ver en vida su propio entierro. Unos ven en esa ensoñación su camino de salvación. Otros, el corredor de su muerte. Luzbel no pudo desmarcarse de su destino . Le dio un primer aviso fue cuando se incrustó con su Chrysler debajo de un tráiler y del que escapó porque el maligno lo quería vivo más tiempo. Sin duda era su preferido. Perdió un ojo que suplía con uno de cristal. Y en su rostro quedaron huellas de tan brutal accidente. Con el paso del tiempo se fue escondiendo en su concha, una supertrampa que lo alejó del mundo exterior; se volvió más huraño que nunca y perdió contacto con aquel otro donde décadas atrás había paseado en su Chrysler americano por Sevilla como los astronautas que pisaron la luna en su parada triunfal por la Quinta Avenida. Superó adicciones y un cangrejo en la garganta, para nuevamente caer en tan voraz agujero negro. Los que quisieron aliviarlo de la soledad solo encontraron en su casa a un tipo enfermo de hipocondría que, paradójicamente, había firmado su finiquito con la vida. Se lo encontraron muerto con la guitarra en las manos, la nevera con yogures blancos, coliflores y cervezas y una carpeta rebosante de sus letras escritas a mano junto con un par de ojos de cristal. Aquel enviado del demonio que tuvo un coche americano y una Gibson Les Paul dorada, que fue guapo y canallita, es hoy cenizas del hombre que conoció lo que hay 'Al Este del Edén'…
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