Las lecciones que nos ha dejado la misión del Gran Poder
La estancia en Tres Barrios y Santa Teresa abre un nuevo campo a la propia Iglesia de Sevilla como un rejuvenecimiento de la tarea de las hermandades justo cuando la talla del Señor cumple cuatro siglos de devoción
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Iniciar sesiónNo es descabellado pensar que la misión del Gran Poder en los Tres Barrios y Amate (tres parroquias y cuatro barriadas) va a marcar un antes y un después en la historia reciente no sólo de las hermandades de Sevilla, su función ... evangelizadora y su labor social, sino de la propia Iglesia hispalense, como pidió el arzobispo Saiz en su homilía del sábado. Ha extendido el campo de juego, ha soltado miedos, entre el que no era el menor, el temor a hablar de las cofradías en términos de eclesialidad como si la visión antropológica, cultural o folklórica hubiera arrasado con la esencia catequética que las inspiró. Sí, las imágenes están para anunciar el misterio de la salvación a los hombres. Ni más ni menos.
Si además, son bellas representaciones como ocurre con la talla de Juan de Mesa y si la historia devocional de siglos la ha dotado de esa unción, todo va rodado. Así que durante las tres semanas de misión no ha habido sitio para las diatribas habituales sobre bordados, restauraciones, peleas de poder y todo lo que normalmente acompaña la información cofradiera.
Muchos lo ven como un rearme de la religiosidad popular en línea con las orientaciones pastorales de la archidiócesis 2016-2021 y el pensamiento del Papa Francisco que, como jesuita, tiene bien presente el papel que la piedad popular puede desempeñar en la Nueva Evangelización. Lo tiene dicho en «Evangelii gaudium», su carta magna, que encaja perfectamente en estas lecciones que nos deja la misión del Gran Poder: «Las e xpresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización».
Las previsiones más optimistas se han visto desbordadas desde el primer día. Y no es sólo por el número de espectadores de los traslados por las calles, sino por el significado hondo que supone el empleo de las imágenes para afianzar la piedad popular. Una talla en parihuelas andando por una avenida entre bloques de hormigón altísimos congregando multitudes a la fuerza interpela con la misma fuerza que la primera fase de Jesús en el Evangelio de Juan: «Ven y verás» .
La coincidencia con el fin de los efectos más visibles de la pandemia y el relevo al frente de la sede episcopal -y de la junta de gobierno de la hermandad, también- ha hecho que se acentúe el carácter de continuidad por encima del de novedad. Ha sido un proyecto largamente acariciado, detenidamente proyectado y decididamente ejecutado : una rareza en nuestra sociedad, donde se invierten de continuo estos términos. Estas son algunas de las lecciones que nos deja la Santa Misión 2021.
El tiempo es superior al espacio
El Señor del Gran Poder se ha enseñoreado de la ciudad, que ha cruzado de oeste a este casi hasta los confines del término municipal. Se ha adueñado de las calles -muchas de ellas por las que nunca imaginamos verlo- pero, sobre todo, se ha hecho señor del tiempo al desencadenar un proceso que, como nos tiene dicho el Papa Francisco en su encíclica 'Evangelii gaudium', es superior al espacio. Es un trabajo a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos como solían hacer las misiones de otras épocas en las que el éxito se medía por el número de comuniones de los adultos varones. Las intervenciones de los poderes públicos en los barrios al borde o en exclusión social, a menudo se plasman en reurbanizaciones o emplazamientos de edificios notables como larga mano de la Administración, convertida en autoafirmación del gobernante de turno frente a sus antecesores. La propia génesis de las barriadas durante el franquismo con las parroquias en el centro como garantía del orden social es expresión de este modelo periclitado. Ha hecho falta advertir la «descristianización» de la zona para actuar con humildad. Frente a esta visión, la misión ha desencadenado procesos de colaboración entre los ciudadanos que fructificarán -o no- al cabo del tiempo.
La unidad prevalece sobre el conflicto
No se puede obviar el conflicto en torno a los Tres Barrios y Amate, heridas en carne viva de la ciudad. Pero la misión -y todo lo que lleva aparejada de obra social- abre una nueva forma de abordar ese conflicto , encauzado hacia la lucha de clases marxista desde los tiempos de la dictadura. Lo primero que ha hecho la visita del Señor en aquella zona es resaltar la dignidad de sus habitantes , porque esta no puede depender de sus ingresos económicos ni de su influencia política. De nuevo «Evangelii gaudium»: « Las casas y los barrios se construyen más para aislar y proteger que para conectar e integrar . La proclamación del Evangelio será una base para restaurar la dignidad de la vida humana en esos contextos, porque Jesús quiere derramar en las ciudades vida en abundancia». Los vecinos de los Pajaritos y la Candelaria se han sentido protagonistas de la actualidad informativa y que los focos se han posado sobre ellos por esta vez lejos de los sucesos y la crónica negra. ¿Se podría haber hecho más? Seguro, pero no es desdeñable lo conseguido porque orienta la aguja de marear a partir de ahora. Se lee en la encíclica papal: «La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así en un modo de hacer la historia , en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida».
La realidad es más importante que la idea
Se nos han caído muchos apriorismos , falsas ideas preconcebidas que han desaparecido casi por ensalmo al contacto con la realidad. Entre estas, no es la menor la de la inseguridad de la zona en la que el Señor ha residido tres semanas. De hecho, una de las críticas a priori hacía referencia al dispositivo de seguridad que requeriría una visita de estas características. Esa era la idea, pero la realidad es que no se ha producido ni un solo incidente . No es ceguera ante los delitos que se cometen, sino acotación de las zonas peligrosas sobre el mismo terreno en vez de temerosa idea genérica de riesgo. El Papa Francisco nos advierte contra «los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo , los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría». La lección de humildad de la misión es que muchos de los prejuicios se han visto confrontados con la realidad.
El todo es superior a la parte
Por encima de todo, la misión del Gran Poder ha sido una hermosísima experiencia de comunión diocesana . Fieles de aquí y de allí, del Centro y las periferias, de todas las clases sociales y todas las realidades eclesiales, han compartido su fe, oreada como quien pone la ropa a secar . Devotos de la basílica que han estirado el paseo de los viernes hasta Tres Barrios y Amate con criptocreyentes que estaban agazapados en aquellas zonas sin atreverse a mostrar su fe en público. «Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse», nos tiene advertido el Papa: cuánto de esto hemos visto estos días, cuánta fe de los sencillos sin mixtificación , cuánta gente que había olvidado incluso persignarse… Y todos tienen algo que aportar. La heterogeneidad de carismas fundidos en una devoción universal ha mitigado las críticas que a priori se habían formulado: por qué ir allí tan lejos, por qué tanto tiempo y cuál era el sentido último de la misión. Ya lo sabemos: se ha robustecido la expresión pública de la fe hasta el punto que los objetivos se han visto desbordados casi desde el primer día: las misas han estado abarrotadas, las confesiones no han cesado ni un minuto, se han acabado las hostias en varias celebraciones litúrgicas hasta consumirse la reserva en el sagrario…
Todos somos discípulos misioneros
En la entrevista con los hermanos mayores del Gran Poder , asomaba la misión de los laicos a la que está llamando el Papa Francisco: «Somos las organizaciones más numerosas» . El Gran Poder tiene unos 14.000 hermanos de cuota ; bien es verdad que no todos se sienten llamados a la tarea del apostolado o incluso en comunión con la Iglesia, pero es número que, ni de lejos, pueden exhibir otros movimientos eclesiales. Ese papel del laicado comprometido encauzado en las parroquias a través de las hermandades es una fuerza de choque en una sociedad post-secularizada o reencantada, como sostienen Jürgen Habermas y otros pensadores. En este sentido, la misión de la hermandad -que tendrá continuidad y hasta refuerzo en los próximos meses con nuevos objetivos- ha hecho suyo el planteamiento del Papa Francisco en su encíclica fundamental: «Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados. Ha crecido la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia». Y esa misión pasa por la evangelización, conforme a lo que San Pablo VI fijó en su encíclica 'Evangelii nuntiandi': «La Iglesia existe para evangelizar» . Ahora que se explora el camino de la sinodalidad, los laicos de la hermandad y sus devotos han hablado con hechos, no con palabras.
El gusto espiritual de ser pueblo
«A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás . Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana», se lee en la encíclica papal a cuya luz estamos leyendo el acontecimiento de la misión. La estancia del Señor en los Pajaritos, la Candelaria y Santa Teresa nos enseña que no es creíble una misión abstracta, repleta de bellos ideales , que no se encarne en la vida de quienes la reciben: en las llagas abiertas que se hace preciso vendar. Las predicaciones tienen, en nuestros días, un limitado poder de convicción. También eso nos lo reafirma la misión, a la que ha primereado, acompañado y continuará una intensa labor caritativa volcada en la zona.
Una eterna novedad
La excusa fue el cumpleaños de la talla de Juan de Mesa : cuatrocientos años desde que se esculpió en 1620 para una hermandad con cinco siglos a su espalda, por lo menos. Pero ha salido de este periplo en plena forma, remozada y sin arrugas . Ha mostrado el rostro juvenil de la religiosidad popular, puesta al día con vigor y atrevimiento a partes iguales. Decía el hermano mayor que tuvo la idea, Félix Ríos, que en aquellas periferias las miradas de los fieles no estaban saturadas de la contemplación de las imágenes, como suele ocurrir en otros sitios del Centro. Y es verdad. El Gran Poder ha sido una extraordinaria novedad, pero no sólo la imagen . Los cultos, las celebraciones, el sacramento de la penitencia, las adoraciones eucarísticas… todo ha sonado a nuevo teniendo siglos a la espalda. Quizá se ha echado en falta más variedad de ceremonias, no necesariamente misas , pero hasta eso se puede disculpar. Ahora, los cofrades sevillanos y de otros puntos, deslumbrados con la misión del Gran Poder, tienen la obligación de aplicar creatividad y encontrar sus propios caminos. No se trata de calcar lo que se ha hecho estos días, entre otras cosas porque no tendría sentido si sus imágenes titulares carecen del tirón devocional del Señor de San Lorenzo. Pero el campo se ha agrandado de manera tan impresionante que sólo hay que aplicar imaginación y docilidad al Espíritu para encontrar los nuevos odres que reclama el nuevo vino.
Las ganas de vivir y de experimentar
Al final, las empresas humanas -estén o no animadas por el Espíritu Santo- responden en muchos casos a iniciativas personales de un grupo muy reducido que echa a rodar lo que se convierte en una bola de nieve que va ganando tamaño conforme rueda ladera abajo. En este caso, son dos momentos de osadía personal los que marcan esta misión. La petición de los canónigos Manuel Sánchez y Fran Ortiz de hacerse cargo de las parroquias de los Pajaritos y la Candelaria en 2017 responde a una apuesta personal. La idea de Félix Ríos, hermano mayor del Gran Poder los últimos ocho años, de plantear una misión en aquellos barrios encajó en la idea de revitalización espiritual -recristianización, incluso- de aquellas zonas de la ciudad y todo cuadró. Pero en la génesis de todo está el empeño de estas tres personas como caballeros andantes de la misión.
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