Reloj de arena
José de la Tomasa: El oro de su garganta
José Georgio Soto lleva en la nobleza de su sangre antecedentes italianos, cruces de plata de calorros y castellanos
Félix Machuca
A su padre le llamaban Pies de plomo . Pero él sacó una voz de oro. Y oro puro es lo que su garganta y corazón destilan cuando se enfrenta a los cantes grandes, a la jondura de los palos más exigentes: la seguiriya, ... la soleá, el martinete. Es José Georgio Soto en el registro civil; pero para el planeta del flamenco su nombre es José el de la Tomasa , un patronímico que en la nobleza de su sangre lleva antecedentes italianos, cruces de plata de calorros y castellanos, bordando las tagarninas de su escudo nobiliario el hilo de platino de las grandes familias del cante.
Es nieto de Pepe Torre y sobrino nieto de Manuel Torre . Si con semejante carga genética no sale cantando habría que haberlo castigado llevándolo a Eurovisión acompañado Chikilicuatre para que le hiciera los coros. Ese amazonas de sangres confluyentes lo hizo confesarme una vez algo sobre la pureza racial: «Machuca, hasta los perros puros son tontos». Y tal vez por eso, el Tomasa, sea de los tipos más listos de la clase, pese a que la vida lo dejó en la parte más baja de la escalera.
Subirla no le fue fácil. A ver, si no me equivoco groseramente, José fue de chinorri guardacoches de casa Senra , tapicero y carbonero. Me cuentan que las duquelas se lo comían como los zapatos grandes a los calcetines y pasó tanta bocai que se desmayó en la carbonería. A su manera, como Escarla O´Hara , también se prometió no pasar más hambre…
Oficios
«Acorralado por la necesidad se vio obligado a trabajar desde pequeño como tapicero o en una carbonería donde, cuentan, se desmayó de hambre»
Su voz de oro le sirvió de conocimiento y estudios para subir esa escalera tan empinada que es la vida. Y con esa voz dio los palos justos para hacerse notar y alejar de su lado y del de su familia el bajío de la necesidad. Se hizo bético o nació bético. No lo sé. Solo sé que iba al Villamarín por superstición con calcetines de distintos colores mientras se endiñaba la avenida de la Palmera dando pases imaginarios a un defensa que quería quitarle la naranja que le servía de pelota.
En un diente lleva grabado el escudo de la verdina. Tiene más premios que chirimoya. Entre ellos el Nacional de la Cátedra de Flamencología de Jerez, el de Mairena del Alcor y el Manuel Torre de Córdoba . Y hace unos años se atrevió a escribir lo que pensaba y cantaba, pese a que la escuela la pisó los días de fiesta. José María Pérez Orozco mantenía que José aprendió a leer por los letreros de las tiendas.
El libro es una joya: ‘Alma de barco y saetas cantadas’. Lo presentaron Carlos Herrera y Antonino Parrilla , compadre del Tomasa e ilustrador del texto. Asistió media Sevilla. Incluido monseñor Amigo. Ocurrió que el cardenal se dirigía más a Antonino Parrilla que a José y a Carlos. Y le comentó: «tengo que hablar con usted de algo que nos concierne». Parrilla se extrañó. Estaba seguro de que no tenía nada pendiente con monseñor. Hasta que dio con la tecla: Amigo, como tantas y tantas personas, lo confundió con Curro Romero , dado su gran parecido.
Su felicidad viaja en una barca con una caña de pescar. En el río se ha pasado las horas plácidas y largas del pescador de sueños. Una vez se llevó a su compadre el Nano de Jerez a pescar. Creo que fue en Chipiona. Se llevaron un día entero para engañar a tres o cuatro mojarritas.
Dinastía
«Por sus venas corre la sangre dinástica de los Torre: nieto de Pepe Torre y sobrino nieto de Manuel Torre, hijo de Tomasa Soto y de Pies de plomo»
En Francia, donde fueron los dos a cantar a un teatro, acompañado por el tío Juane, padre del Nano, les picó la morriña. Estaban hasta las mismas narices de la mantequilla de los restaurantes. Y se escaparon a buscar una barra de pan, una lata de caballa y un buen tintorro para hacer patria chica disfrutándolo en el camerino. Si no fue en aquel camerino sería en algún otro sitio cuando el Nano, en un arrebato de confianza entre compadres, le preguntó: José ¿tú cómo haces el amor? Y el Tomasa, más largo que el pivot de los Chicago Bulls, le dijo: frutado. ¿Frutado? ¿Frutado qué es, compadre? Y se lo explicó: de higo a brevas…
Cogiendo uvas sorprendió a un alto diplomático francés al que una conocida familia francesa del barrio de San Lorenzo agasajó en una calurosísima noche de verano. El diplomático cayó puyero por sobredosis de Rioja. Sopita y rojo como una bandera del mayo francés, se pegaba incluso sus roncaditas. El Tomasa lo ligó. Y pegó un grito de Tarzán antes de comenzar a cantar que todavía anda firme el mesié de la grandeur.
Cabal, familiero, tunante, amigo de sus amigos, se fue tan cabreado una vez que lo descartaron para un evento de saetas que se llevó toda la tarde cantando en la casa de Antonino Parrilla las saetas que debió haber cantado en el festival. Me recuerda José Luis Montoya , que lo jamó siempre y lo aconsejó para que no dejara el flamenco por el rock, que ABC lo homenajeó en el Alfonso XIII, junto a Naranjito y Manolo Mairena .
Escritor
«José Mª Pérez Orozco dijo que había aprendido a leer en los letreros de las tiendas. Con los años escribió un libro ‘Alma de barco y saetas cantadas’»
Aquello era una pleamar de corbatas gordas y se fue hasta donde estaba el director, Paco Jiménez Alemán , para decirle lo importante que debía de ser el acto, porque a muchos de los invitados le había guardado el coche cuando era un chaval en Casa Senra. Antes, mucho antes, de que su voz de oro lo llevara a lo más alto de su carrera artística. Sastipen tali, genio...
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