Relój de arena
Felipe Loreto Bejarano: En un abrir y cerrar de ojos
¿De dónde salió para ser lo que es? ¿Qué estrella regía cuando vino al mundo y alumbró tanto derroche en su genética?
En el Arco. La imagen es de la segunda mitad del siglo pasado. Y vemos a los dos hermanos Loreto, Miguel y Felipe, en los veladores de la terraza que se ubicaban al lado del arco macareno. Felipe es el más pequeño que posa junto a un amigo de la familia
¿Fue Casanova o Don Juan ? ¿ Guzmán de Alfarache o señorito con licencia para vivir? ¿Oro o cobre de perola del barrio de Santiago? De la dinastía de los Loreto, con Jerez en las venas y Sevilla en el ... alma. Felipe tuvo apartamento en Park Avenue , casa en Basilea, buen techo en Sevilla y en el Rocío una casa de acogida donde, obligatoriamente, había que ir montando a caballo, supieras montar o solo dominaras el de cartón del fotógrafo de la Feria.
En su ropero había no menos de treinta millones de pesetas colgados en trajes de seda y alpaca hechos a medida. Dicen que iba a Londres y a Milán a comprar su ropa interior. Y en el aeropuerto de San Pablo tenía esperándolo un avión para lo que su voluntad mandara. La familia de su pareja, una latinoamericana con atractiva participación en ‘Eldorado’ de una mina sudafricana, le endosaba mensualmente unos cuarenta mil dólares de entonces para que no pasara fatiguitas a final de mes. Eso sí que era un conquistador y no Cortés…
Fue macareno antes que ciudadano, porque así lo quiso su padre, apuntándolo primero en San Gil que en el registro de los gachó. Por el contrario, nunca constaron sus datos en los registros laborales al uso, quizás porque como buen señorito calorrón puso la honra en huir del trabajo, al que jamás llegó una sola vez tarde…
Felipe Loreto Bejarano lució en su blasón el orgullo de haber sido patero izquierdo de la primera cuadrilla costalera macarena. Un buen amigo, fijador al lado de Felipe, Antonio Castro Somé , lo describe como un tipo simpático, con compás de buena gente, espléndido y generoso cuando tenía y maestro de esgrima en el sablazo cuando los tiempos imponían el malaje de la austeridad. Cuentan que, más de una vez salieron ambos hermanos, él y Miguel, en aquel Hola que devoraba media Europa, una vez acompañando a Carmina Ordóñez y otra a Lolita Flores .
Tacazo
«Fue pareja de una latinoamericana que le ponía al mes cuarenta mil dólares. Casa en Manhattan y avión en San Pablo»
Creo recordar que Felipe apareció en el papel cuché fotografiado con la hija de la Lola, con un pie de foto donde lo presentaban un como conocido empresario sevillano. Y no mentían. Porque Felipe fue un emprendedor a su manera. Un empresario que le sacó a la vida las ganancias más rollizas, esas que nunca se pierden porque se guardan en el balance de lo vivido y gozado. Manejó su existencia con la misma elegancia y destreza con la que manejaba sus caballos. Y lo mismo encontraba el guiño del bienestar en una tapa de boquerones en adobo en Blanco Cerrillo que comiendo con un aristócrata madrileño en Lhardy .
Una vez celebró su cumpleaños dándole la vuelta al mundo en su avión. Los invitados que le resultaron fastidiosos, aprovechando las escalas, los fue dejando en tierra con dinero para el billete de vuelta. Cuenta su primo Bosco Gallardo que, de pequeño, Felipe era tan travieso como para atreverse a tirar bombitas pica pica en la sabatina de la basílica Macarena, donde aprendió a jugar y a rezar a la vez y en la que, Abelardo, le dejaba esconderse en la peana de la Señora o meter el dedito curioso de niño en la espalda de la imagen, donde tenía una abertura de sujeción de su antigua ráfaga.
Macareno
«Su padre lo apuntó en San Gil antes que en el Registro Civil. De pequeño jugaba bajo la peana de la Virgen»
También se le imputan celos juveniles cuando Caracol lo apadrinó a la muerte de su padre y se lo llevó hasta Madrid para que descubriera la dolce vita en Los Canasteros . Por lo visto cayó herido de unas tercianas juveniles que le provocaban los celos. Se había enamorado como un perro sin dueño de una bailaora a la que le pegaba ‘pataitas’ en las espinillas porque quería solo para sus ansias el vaivén de sus caderas en el tablao.
Pero para celos los que pagó por no sufrirlos un adinerado señorito sevillano al que Felipe le descuadraba el verso de su amor. Le dio una millonada en pesetas por quitarse de en medio y dejarle franco el paso al jardín de sus deseadas delicias. Felipe aceptó. Trincó el jurdó y se lo pulió con quien quiso, incluida la niña de sus ojos de la que pretendieron apartarlo y que él no dejó nunca de requebrar. Su emprendimiento lo llevó a montar un feria sevillana en Marraquech , con parte de la familia alauita de invitada así como los amigos de Carmina Ordóñez . Para darle verosimilitud a la réplica feriante se llevó a una gitana que freía divinamente el pescado. La feria no llegó al domingo de los fuegos artificiales. Tuvieron que desmontarla a prisa y corriendo porque hasta los oídos del monarca alauita llegaban los desnudos prejuicios de una descocada cortesana que reunía más vicios que virtudes. Alguna vez les contaré lo que le pedía al jardinero del campo de golf que le enseñara para convencimiento personal de que el tamaño sí que importa.
Cumpleaños
«Celebró uno en su avión. A los invitados que le resultaban fastidiosos los fue dejando en tierra»
En un abrir y cerrar de ojos, la vida de Felipe pasó de los dólares a los dolores y del apartamento en Manhattan al pisito en la calle del Sol. Pero nada de eso importa cuando nos encontramos ante la portentosa personalidad de un pura sangre que tuvo millones de pesetas colgados de su armario y una hoja de servicios impoluta a favor del placer…
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