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Espadas canta «viva la media naranja»

El alcalde sueña con San Telmo y todos sus actos pueden tener esa interpretación, sobre todo porque en el propio PSOE hay muchos deseando

Juan Espadas y Susana Díaz, el pasado miércoles en el homenaje a Manuel del Valle J.M. Serrano
Alberto García Reyes

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La aspiración de Juan Espadas es la Junta de Andalucía. Lo negará mil veces en los próximos meses, dirá incluso que la mejor es Susana, se empeñará en repetir que quiere un tercer mandato como alcalde y hasta pregonará proyectos para la ciudad a largo ... plazo, pero su aspiración es San Telmo . Punto. No pasa nada por decirlo. Es una ambición sana. Pero tampoco tenemos que seguir tragándonos a pelo sus excusas. En el último año, el todavía alcalde de Sevilla ha dado mil pistas sobre su sueño : el ascenso orgánico. Su posición como regidor de la capital le otorga un foco mediático constante del que se ha aprovechado sin pudor, pero sobre todo ha usado el Ayuntamiento como herramienta crucial para la escalada. Las contrataciones de sanchistas se han multiplicado en los últimos meses hasta tal punto que pareciera que sigue gobernando la ciudad Alfredo Sánchez Monteseirín. Espadas se ha aproximado a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis , que está ejerciendo como vicealcalde a la sombra desde Madrid, y ha organizado el regreso a la Plaza Nueva de viejos conocidos como Alfonso Mir, Encarnación Martínez, Fernando Martínez Salcedo, Juan Carlos de León, Fran Páez o Diego Ayllón. Para no llevarse mal con el susanismo, también ha acogido a Cristina Galán, Rafael Márquez Berral, Teresa García y Gaspar Llanes, reconocidos prosélitos de la expresidenta de la Junta. Pero ese equilibrismo de fuerzas, que se ha ejecutado por cierto con total desprecio al interés general de los sevillanos y con el único objetivo de ganar simpatías en el aparato del partido, no ha sentado bien del todo en la sede de la calle San Vicente. Susana, que otra cosa no, pero de fontanería partidista sabe tela , es consciente de que Espadas es un rival fuerte y ha decidido atarlo en corto. Cada vez que el alcalde hace algún movimiento que pueda poner en tenguerengue su silla, sus soldados intentan templarlo con avisos públicos. El más profesional ejecutando esta encomienda es el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos , que siempre le recuerda lo bueno que es... como alcalde. Y, si viene al caso, le habla de planes de la ciudad para dentro de diez años. La gracia es que Espadas le sigue el rollo, pero nunca desvela si esos proyectos se ejecutarán siendo él alcalde o cualquier otra cosa mayor. La tensión existe y en la Plaza Nueva están cómodos con ella.

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