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«Cuarenta y dos mil niños de alta capacidad intelectual se están perdiendo en Sevilla»

Alberto Flaño Romero _ Presidente de la Fundación Avanza

«Cuarenta y dos mil niños de alta capacidad intelectual se están perdiendo en Sevilla»

Cree en la excelencia como un servicio a la comunidad y a uno mismo. La fundación que preside realiza programas para profesores y padres orientados a detectar niños de alta capacidad intelectual -Dígame en pocas palabras qué es un niño sobredotado intelectualmente.

-Un niño con ganas de aprender.

-¿Simplemente?

-Y que aprende rápido.

-¿Y quién detecta esa singularidad intelectual: profesores especializados o simples profesores...?

-Lo podemos detectar todos. Sólo hace falta fijarse. Pero en principio lo pueden detectar los profesores.

-¿Los padres en casa pueden detectar algo?

-Sí y de hecho trabajamos con un centro especializado para la detección por los padres de los niños de altas capacidades.

-La verdad es que la educación española parece que no sorprende por alumnos valiosos. El informe Pisa es demoledor...

-Creo que el informe Pisa es una catástrofe que hemos digerido sin inmutarnos.

-¿Usted cree que en el fracaso escolar que denunciaba el informe Pisa hay muchos sobredotados aburridos por un sistema que los margina?

-Sin discusión.

-En el año 2000, el Ministerio de Educación y Ciencia, dio los siguientes datos: el fracaso escolar entre los niños más capacitados se situaba entre el 35 y el 50%. Una barbaridad...

-Sí es una barbaridad teniendo en cuenta que ese fracaso está inducido por el sistema. Los niños de alta capacidad van al colegio con interés por aprender.

-¿Tenemos cifras más actuales?

-No, ni creo que interese porque esas cifras es de cuando la Educación estaba mejor.

-Ese fracaso de los más dotados ¿a qué se debe?

-A que no se les atiende sus necesidades.

-¿Demandan una revisión de las leyes educativas para que no se pierdan los jóvenes talentos?

-No demandamos ninguna revisión. Sino que se desarrolle la ley con un Real Decreto. En el que quede claro quienes son estos niños y qué necesidades tienen.

-¿Me puede resumir en pocas palabras en qué consistiría el desarrollo de la Ley?

-Nos parece fundamental atender, al menos, al diez por ciento del alumnado con alta capacidad intelectual y luego las medidas a aplicar para su correcta atención.

-O sea por lo menos atender a un programa de mínimos...

-Así es.

-Resulta curioso que la Educación atienda los colectivos intelectuales menos dotados con educaciones especializadas y, en cambio, se olvide de los más capacitados intelectualmente...

-Sí, sí resulta curioso. Es como si se hubiera condenado a Nadal a jugar con los peores para conseguir el campeón que es. No tiene lógica ninguna.

-¿Tenéis una idea aproximada de cuantos niños sevillanos en este momento pueden ser víctimas de un sistema que los obliga a estudiar al ritmo de la media?

-Hablamos de cuarenta y dos mil niños hasta una edad de 19 años.

-Cuarenta y dos mil niños que estamos condenando a la mediocridad...

-Pues sí. A la mediocridad y no atendiendo sus derechos.

-Dicen que cambiar el sistema y preparar profesores especiales para alumnos muy capacitados resultaría muy caro...

-Estamos haciendo cursos de especialización del profesorado que nos salen a un euro por hora y profesor. Y contamos con los mejores especialistas que hay en Sevilla, Andalucía y España. O sea es muy barato.

-Más caro ha salido lo del Alakrana...

-(Risas) Los despilfarros políticos suelen salirnos mas caros.

-En Andalucía hay una provincia, Jaén, cuya delegación de Educación viene aplicando un programa estimulante en este aspecto, aunque digan que es caro...

-Creemos que no es caro. Una de las personas implicadas en ese proyecto es el doctor José Rayo Lombardo que trabaja con nosotros en los cursos de formación.

-Dígame: usted tiene hijos...

-Dos

-¿Y alguno le salió leyendo a los tres años y tocando el piano a los cinco?

-Leyendo a los tres sí. Pero no han salido pianistas.

-Y se agobió o supo lo que hacer y a quién dirigirse...

-No, no supe lo que hacer. Me agobié y me dirigí, en principio, a la puerta que no era.

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