Crónica del traslado a la Catedral
El Gran Poder no se muda, allí donde va se queda
El Señor traspasa las barreras y lleva las periferias al corazón de Sevilla en un traslado multitudinario
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Iniciar sesiónLlegaba el Señor a esa larga avenida que corta en dos la ciudad, la frontera existencial y hasta física que se ha diluido en 21 días, porque el Gran Poder ha hecho más en este tiempo de misión que cualquier administración en cincuenta ... años. Por eso, en la linde entre la Sevilla de siempre y a la que nadie miraba, se dio la vuelta. Giró y miró a los pisos desvencijados desde donde le gritaron «ojalá no tardes en volver» . Fue un hasta siempre. Un auto de fe, la recreación mística del poema de Santa Teresa : «Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda» . Un aplauso retumbó como un eco por la Ronda del Tamarguillo, desde Federico Mayo Gayarre hasta Marqués de Pickman. Fue el agradecimiento humilde de los vecinos a los que les ha traspasado el corazón con su presencia. Ha caminado en medio de sus vidas, de sus calles, de sus casas y de sus sufrimientos, como recordaba ayer la propia hermandad en la despedida. Las tres cruces parroquiales , las de la Blanca Paloma, la Candelaria y Santa Teresa, precedieron al Señor, lo acompañaron hasta la Catedral como símbolo del puente que el Gran Poder ha tendido más allá de esa frontera.
La vuelta del Señor al centro de la ciudad fue una apoteosis. Por la avenida de San Juan de la Cruz , la luz de la tarde tenía esa tonalidad clara que anticipa el invierno, anticiclón de aire frío. haz que iluminó el rostro del Señor, que ya miraba a poniente, a la noche oscura del alma. Las viejas calles de Nervión se iban llenando hasta menguar en la Gran Plaza , donde no se cabía. El ocaso le alcanzó al comienzo de Eduardo Dato , la gran vía que condujo al Gran Poder a la Sevilla intramuros y que fue interminable. Llegó allí cuando el sol doraba la Giralda y la abandonó entre sombras en el puente de San Bernardo.
Un azulejo de 1953, regalo de la hermandad, recordaba en el hospital de San Juan de Dios que un día se denominó Jesús del Gran Poder. Por allí pasó hace 56 años, camino precisamente de Santa Teresa. «Donde tú siempre has estado , donde te miraron postrados en sus camas los niños de la polio en 1965 y emprendieron su camino vital», como recordó el director del centro a la llegada del Señor.
Hasta el campo del Sevilla se vistió de morado cuando la noche se echó encima. No cabía nadie. Cruzaba San Francisco Javier y se detenía en el Portaceli . A lo lejos ya sonaban los ecos de los tambores roncos de la antigua Soria 9 . El puente se veía a lo lejos como un río de devotos que aguantaron una hora de retraso que llevaba acumulado el cortejo. Sonaba ‘Al Señor de Sevilla’ en la misma rampa y el Gran Poder comenzó a ir al son. El silencio era atronador. Una mujer lo rompía con sus sollozos: «No te lleves a mi madre, que no puedo vivir sin ella». Se abría un pasillo imposible para que accediera un paralítico. Las andas, entonces, en plena subida multiplicaron su peso, pero se aguantaban ante cada enfermo. «Vamos hasta arriba, no lo paramos», decía Villanueva. El puente era un cuello de botella. Todo a oscuras . Sólo un foco que los bomberos habían colocado en una grúa iluminaba el rostro del Señor, que formaba una silueta en el aire con el humo del incienso. Kai Kairós. La bulla se compromía. «Vamos, que ya estamos llegando». El Señor se abría paso ante la masa.
Bajando el puente, por la Puerta de la Carne sonaban las campanas de Santa María la Blanca . Cambiaba el escenario. De las casitas bajas, los pisos con desconchones y las grandes avenidas a la ciudad señorial y las calles estrechas. La Virgen de las Nieves recibía al Gran Poder bajo la portada barroca que ideó Justino de Neve. En cada iglesia, en cada convento donde el Señor paró, se leía una oración y se entonaban cánticos. La voz de Arcángel terminó por desgarrar al presidente de la Junta , que se metió bajos las andas hasta la estrechez de San José.
Las monjas de Madre de Dios cantaron desde un portal apuntalado por el mal estado del edificio. Cruzaba la muralla de la vieja Judería de Fabiola y se hacía presente en Mateos Gago . La calle se apagó desde Santa Cruz hasta Virgen de los Reyes. Los dos símbolos de Sevilla frente a frente. La Giralda y el Gran Poder . No era aún la medianoche cuando el Señor volvió a girar para mirar al pueblo bajo el relieve de la Epifanía que simboliza el Gran Poder de Dios en la misma puerta de la Catedral. Repicaban las campanas. La misión estaba cumplida.
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