Coronavirus
Emprender en Sevilla en medio de la crisis sanitaria
Los profesionales que se lanzan a la aventura empresarial en plena emergencia sanitaria afrontan inversiones seguras sin grandes gastos
Elena Martos
Experiencia y valor son los requisitos comunes que reúnen los emprendedores que han creado sus negocios durante la pandemia de coronavirus en Sevilla. Algunos lo han hecho como salida laboral, otros para cumplir un sueño , aunque la situación no sea la más favorable, ... pues a la incertidumbre se suma una crisis económica en ciernes que nadie sabe hasta qué punto va a golpear a la sociedad.
La primera ventanilla para iniciar esta aventura ha sido, en la mayoría de los casos, la Cámara de Comercio , que los ha asesorado para los trámites administrativos y los ha acompañado hasta que las empresas han empezado a rodar. Los responsables de este departamento admiten a ABC que la situación es distinta a la de hace diez años, coincidiendo la anterior recesión económica. Esta vez los emprendedores llegan más formados, con más recursos y hay un mayor volumen de mujeres . También se han creado muchas más empresas que operan a través de internet. Esa es la clave para estos proyectos, aprovechando el boom del comercio electrónico y las transacciones telemáticas durante el confinamiento.
Los cuatro profesionales que participan en este reportaje coinciden en que sin la pandemia tal vez nunca lo hubieran intentado, bien por falta de tiempo o por la difícil decisión de dejar un empleo estable u otra empresa que funciona para iniciar un nuevo proyecto.
Marta Caparrós: «A veces se cumple eso de que una crisis es una oportunidad»
Con la carrera recién terminada y un máster universitario, la sevillana Marta Caparrós se inició en el negocio de la organización de eventos y protocolo. Aún no había cumplido los treinta cuando creó su empresa Quality Events que pronto se convirtió en una referencia. Se lanzó a aquella aventura en lo peor de la anterior crisis económica sin pensar que una nueva la podría contra las cuerdas apenas ocho años después.
La cartera para este 2020 estaba cargada de citas cuando el contagio masivo de Covid-19 arruinó por completo las previsiones. «Lo único bueno de esta situación es que te deja mucho tiempo para pensar», admite. Y ahí surgió la idea: crear una tienda on line de moda para todas las edades. E l proyecto comenzó a rodar en noviembre, aún sin página web y sin promoción alguna . «Lo he montado con una socia y desde que nos pusimos en marcha no hemos parado», señala.
Todos los trámites los ha gestionado a través de la ventanilla única de la Cámara de Comercio de Sevilla y lo demás ha venido solo. «Ya teníamos camino recorrido, porque era una idea que nos rondaba en la cabeza desde hacía varios años, pero con la actividad frenética no nos habíamos parado a pensar», comenta. «Yo sí creo firmemente en que de una crisis sale una oportunidad. La vez anterior ya se cumplió y ahora nos empieza a ir bien con Popsides », comenta.
Sergio Solís: «Jamás me hubiera atrevido si no llega la epidemia»
Más de media vida lleva Sergio Solís pegado a los fogones. Con veinte años terminó la formación de hostelería y ahora con 48 cumple su sueño de tener un restaurante propio. Dice no haber conocido el paro desde que empezó a trabajar hasta que la pandemia de Covid-19 lo metió en un ERTE que aún sigue vigente en la empresa de catering de la que es cocinero. «He tenido mucho tiempo para pensar y para hacer números, porque esta profesión es un no parar y la verdad es que tenía buenas condiciones de trabajo y de sueldo, por eso no me lo había planteado en firme», admite.
Sin embargo, los meses sin actividad le han devuelto la ilusión por montar su negocio. «Esa es la aspiración de cualquier persona que le gusta la hostelería y a mí se me ha presentado la oportunidad, pues el dueño del restaurante La Fuente buscaba un socio al 50% para seguir adelante. También él se había visto afectado por la pandemia y me hizo una oferta. Me he lanzado en un momento muy difícil, pero yo creo que puede salir bien cuando todo esto pase», asegura. Ahora prepara este nuevo proyecto con ilusión y afronta esta etapa que comienza con restricciones e incertidumbre esperanzado en el futuro . «Jamás me hubiera atrevido si no se hubiera dado esto, es un riesgo, pero una gran oportunidad. Yo al menos lo veo así y quiero ser positivo», indica Sergio para el que 2021 será un año de cambios.
Ángela García Gil: «Mi generación no conoce tiempos buenos»
Ángela García Gil empezó a estudiar arquitectura cuando la crisis del ladrillo hundía el sector de la construcción hasta lo más profundo. Recién graduada comenzó a encadenar trabajos precarios a la espera de tiempos mejores y una nueva crisis la ha animado a emprender. Dice estar cansada de oír que forma parte de una generación perdida, la que nunca ha conocido buenos tiempos y quiere romper con el tópico. En plena pandemia inició los trámites para crear su propio estudio junto a su pareja, que también es arquitecto y ahora asume cada vez más encargos.
« En mi último trabajo sí tenía estabilidad, pero me alejaba demasiado de la idea clásica de la arquitectura y yo no estudié esto por las salidas laborales o de rebote, fue por pura vocación», señala. Con 34 años Ángela inicia esta aventura con enorme ilusión y la confianza de que «a pesar de lo difícil que está siendo el año, salen muchas cosas».
El trabajo duro y una atención integral tienen cabida en el mercado y la experiencia de esta joven lo demuestra. «Intento aportar algo distinto a lo que hay ofreciendo un servicio completo, desde el diseño técnico al interiorismo y la decoración», asegura. Esa libertad es lo que le da disponer de un estudio propio, además de la presión, las preocupaciones y la incertidumbre , pero admite que «no hay nada que indique que las cosas van a salir mal», dice con optimismo. Si en lo peor de la pandemia ha tenido un buen volumen de negocio, ahora que se empieza a ver el final de la crisis sanitaria todo debe de ir a mejor.
Marta del Pozo: «Antes de arrancar ya me he reinventado»
La pandemia cogió a Marta del Pozo por sorpresa cuando acababa de gasta sus ahorros y endeudarse con el banco para abrir un hotel canino. Llevaba un año madurando la idea, cumplimentando todo el rosario de trámites y preparando el local en el que hoy recibe a las mascotas. «Tuve que cerrar de un día para otro y pasar meses sin saber cuándo podría volver a abrir», recuerda. Pero no quiso tirar la toalla.
En julio retomó la actividad, aunque fueron semanas terribles. «No entraba nadie por las puertas, hice anuncios y los repartí personalmente casa a casa. Entre la crisis y la competencia que hay de los que cuidan animales de forma ilegal todo era un desastre» , admite. Y optó por reinventarse. Además del alojamiento empezó a ofrecer servicio de peluquería, adiestramiento y asesoramiento a los dueños de perros. «Lo intentas con todas tus fuerzas, pero nada es fácil ni rápido», asegura.
Los pagos se acumulaban y sin ingresos, volvió a plantearse el cierre, pero desde el puente de diciembre todo empezó a cambiar. «No sé qué ha pasado, pero de un día para otro he empezado a recibir llamadas de personas que nos piden cita por recomendación de otros. Ahora empiezo a ver algo de luz al final del túnel», dice. El pequeño hotel canino de Marta se llama La cuidadora de mascotas y tiene plaza para diez ejemplares, cada uno en sus jaulas con todas las medidas de higiene y seguridad. Esta publicista, que no llegó a encontrar trabajo estable en su sector, dice estar cumpliendo su sueño, pero «no es un camino de rosas».
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