Tribunales
Cinco años de cárcel a un chapero por secuestrar y robar 1.200 euros a un hombre en Sevilla
Después de obligar a la víctima a pagar un servicio que no prestó, le hizo sacar dinero de un cajero de la barriada de la Oliva y le amenazó por si le denunciaba
J. Díaz
De Los Remedios al Charco de la Pava y de ahí a la barriada de la Oliva . Éste fue el trayecto que tuvo que hacer una noche del pasado verano un vecino de Sevilla con su coche bajo amenazas de ser pinchado ... con lo que parecía una navaja. Fue retenido durante horas por alguien que se presentó como un chapero , fue obligado a pagarle por un servicio que no llegó a prestar, se negó y finalmente fue llevado a un cajero de un banco donde tuvo que sacar todo el dinero permitido, 1.200 euros , para entregárselo a su secuestrador.
Por estos hechos la Audiencia de Sevilla ha condenado a un hombre, de unos 35 años de edad, a cinco años de cárcel por un delito de robo con intimidación en concurso medial con un delito de detención ilegal.
Los hechos se remontan al 17 de agosto de este año recién concluido. Pasadas las once de la noche, el acusado, que ya contaba con una condena anterior por otro robo con intimidación, abordó de manera sorpresiva a la víctima , que en esos instantes se disponía a entrar en su vehículo, que tenía estacionado en los aparcamientos del Parque de los Príncipes , junto a las instalaciones que por la zona dispone Lipasam.
El acusado sacó un objeto con forma de hoja metálica, de varios centímetros de longitud, que la víctima pensó que podría ser una navaja . En esta situación, le conminó a subirse en su vehículo y llevarle a su domicilio, a lo que la víctima accedió ante el temor de ser agredido, pidiéndole al asaltador que no se pusiera nervioso y que no le hiciera daño.
A la Cartuja
Emprendieron la marcha dirección a la isla de la Cartuja, hasta los aparcamientos del Charco de la Pava , donde el acusado le mandó aparcar. Fue entonces cuando le explicó que se dedicaba a la prostitución, que quería dinero y que le tenía que pagar un servicio , a lo que la víctima le dijo que no quería ningún servicio y que sólo tenía dos o tres euros en la cartera y que si quería, lo podía llevar a su casa, con lo que se mostró conforme el acusado.
A continuación retomaron la marcha y el acusado le indicó a la víctima el recorrido a seguir hasta llegar a la calle Manzanilla, en la barriada de la Oliva . Pararon junto a una sucursal bancaria. Durante el trayecto el ahora condenado le iba diciendo a la víctima que había estado mucho tiempo en la cárcel, lo que aumentaba el temor del referido.
«No hagas tonterías, estamos en mi barrio»
Al llegar al cajero, el acusado le quitó las llaves del coche y le dijo que iban a entrar en la sucursal para sacar dinero, que «no hiciera tonterías, que estaban en su barrio y que a un silbido suyo acudirían amigos de él ».
La víctima tuvo que sacar hasta 600 euros en varias operaciones, pues al acusado le parecía poco lo obtenido y obligó a la víctima a sacar más dinero. Tras haber alcanzado la cantidad máxima permitida en un solo día , ascendente a 600 euros, y como faltaban pocos minutos para la medianoche, el acusado decidió que iban a esperar y volver a sacar más dinero.
Así y una vez que era el día 18 de agosto, exigió a la víctima a sacar otros 600 euros. Entonces , la víctima «rogó» al acusado que le devolviera las llaves del coche para poder marcharse, según se recoge en la sentencia de la Audiencia de Sevilla a la que ha tenido acceso este periódico.
Mientras, el acusado se fue a pie adentrándose en la barriada de la Oliva. Si bien, antes de marcharse le amenazó para que no denunciara: «me he quedado con tu cara» . También con la matrícula del coche.
La Fiscalía solicitaba para el enjuiciado, defendido por el letrado Fran Peláez, seis años de cárcel por un delito de robo con violencia y uso de arma en concurso ideal con un delito de detención ilegal. Si bien, el tribunal ha rechazado el uso de la violencia por las dudas generadas durante el juicio sobre si el acusado llevaba un instrumento peligroso o no . Y la jurisprudencia dice que ante la existencia de dudas hay que favorecer al reo y decantarse por la intimidación.
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