Medidas contra el coronavirus
Los bares de Sevilla anuncian despidos masivos y cierres por la reducción horaria
Quedarse sin cenas implicará más recortes. El sector cuestiona la eficacia cuando sólo el 3,5 por ciento de los contagios se produce en estos locales
Mercedes Benítez
Once de la mañana en uno de los locales cercanos a la facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, en la zona de Viapol, donde los estudiantes desayunan, toman cervezas a mediodía y se reúnen por las noches. No es un día más. ... Desde temprano, el tema de conversación es el inminente cierre de bares a la diez que comenzará el domingo y que supone un mazazo para un sector que lleva meses soportando la crisis del Covid.
Marina, camarera del bar Marbella desde hace 20 años, asume que es una medida que hay que tomar pero advierte que sólo servirá si la gente se conciencia y se queda en casa. «Si el público no toma medidas y no se queda en casa, no valdrá tener el bar cerrado», afirma recordando un dato. Sólo el 3,5 por ciento de los contagios se producen en bares.
En su local hay gel, todos llevan mascarillas y se guardan las distancias. «Así estamos todos los bares», dice la veterana camarera. A ellos, como a otros, el adelanto del cierre les fastidia porque a partir de las nueve o diez de la noche hay muchos universitarios. Con los nuevos horarios, a esa hora tendrán que empezar a recoger. «Tendremos que modificar horarios y repartirnos los turnos para que no nos quedemos ninguno fuera», admite.
En el aire
En cuanto a su futuro laboral, está en el aire como el de la mayoría. De momento, les reducen la jornada y aguantarán los quince días. Luego ya se verá .
Algo parecido ocurre en la calle San Fernando, donde varios establecimientos se llenan a diario. En el Patio de San Eloy, que cierra a las doce, el adelanto supondrá que se pierda un turno de trabajo, según los camareros. Y se temen lo peor.
Javier Ladesa, propietario de Realcázar, otro local en la misma calle, asegura que, aunque cuando llega el frío las noches no son su fuerte, el nuevo horario les dejará sin las cenas.
Ellos, que antes tenían muchos turistas, sirven ahora a profesores y estudiantes universitarios además de trabajadores de la zona. Pero notarán el recorte. «No creo que el cierre sea la solución, pero vamos a cumplir si eso ayuda», dice el empresario que continúa con la incertidumbre de cuánto durará la medida. Porque temen que se pueda alargar. Ellos han tenido que hacer recortes desde que comenzó la epidemia. De una plantilla de 14 personas, ahora quedan ocho y aún tienen un trabajador en Erte. «Las ventas han bajado y no se puede mantener el personal que había antes», admite. De momento están a la expectativa y durante estos 15 días no tomarán medidas. Como otros, darán vacaciones al personal. Pero no saben cuanto podrán aguantar.
Otra opinión la da José Manuel, encargado de «El Papelón», un local en la avenida de la Constitución, en el que admiten que sería «absurdo» tener abierto hasta medianoche y consideran que es mejor «quitar a la gente de la calle» . Sin embargo, la situación les afecta ya que van a perder las ventas que tenían a partir de las 21.30, hora a la que comenzaban a servir cenas hasta el cierre. Y no será el primer golpe, pues ya han sufrido recortes. Antes había una plantilla de quince trabajadores. Quedan siete.
De esos recortes también se hablaba ayer en otros locales, en algunos de los cuales, desde por la mañana había trabajadores ordenando los turnos y ajustes de personal. «Estamos en una reunión sindical», decían unos pocos camareros reunidos en Casablanca.
En «La Antigua Bodeguita» de la plaza del Salvador también están preocupados por lo que se les viene encima. Julio Ortega, uno de los dueños desde hace 34 años, cree que la medida sería perfecta si no fuera por el recorte en las terrazas, algo que ve «injusto». «Están empujando a más gente a los Erte», dice admitiendo que así no se puede mantener un negocio. Ellos tienen 12 mesas en las que entran 48 personas . Desde el domingo sólo tendrán seis. Ahora tienen quince trabajadores pero se quedará la mitad.
La desazón es la opinión generalizada. Algunos no lo ocultan cuando se apaga la grabadora. Esto abocará a muchos al cierre porque en Sevilla la costumbre es salir tarde . Y encima no servirá de nada si continúan las reuniones en casa y los botellones en la calle.
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