Reloj de arena
Antonio Bendala López: O soto gari por sevillanas
Quiso ser músico y formó parte del grupo ‘Trío Charlie’, que tocó en colegios, teatros y en Radio Nacional
Félix Machuca
Como la de todos los pioneros su vida ha estado marcada por la inquietud, por la búsqueda de algo que no sabía muy bien lo que era pero que estaba seguro le aplacaría el desasosiego de lo que andaba buscando. Quiso ser músico y con ... el hoy prestigioso abogado Paco Baena Bocanegra y Antonio Jiménez , Bendala formó parte del grupo ‘Trío Charlie’ , donde tocaba una armónica descomunal.
Los años sesenta aún eran muy jóvenes y tenían pelos largos y chicas con faldas por encimas de las rodillas. Eran señales de que iba a llover a cántaros, como cantaría Pablo Guerrero años después. En una actuación en el Castillo de las Guardas, la descomunal armónica de Bendala le hizo exclamar a un rústico: tío, cualquiera te invita a comer sandía… Con los Charlie, tocó en colegios, teatros y en las matinés domingueras de RNE.
Quizás el momento más estelar del grupo fue aquel día en el que coincidieron con el Dúo Dinámico y José Luis y su guitarra tocando en el Bilindo . Pero la música no dio más de sí. Y Bendala guardó la armónica para que su padre se empeñara en hacerlo marinero. Lo embarcó en un mercante hasta Bilbao . Allí se bajó y no se montó nunca más en otro, ni en la canoa de Punta Umbría . Seguía teniendo pendiente consigo mismo algo que resolver. Y el destino le hizo su primer o soto gari , una de las llaves básicas del judo.
Músico
«Formó parte del ‘Trío Charlie’ donde tocaba la armónica y del que formaba parte Paco Baena Bocanegra»
En un Nodo de la época, vio una competición de judo del equipo francés. Y ahí se quedó pillado. A partir de entonces solo tuvo cabeza, manos, piernas y corazón para el judo. Hasta tal punto que su madre, temiendo que el niño se escorara hacia la excentricidad, le decía: «¿Tú no puedes hacer como todos los niños y jugar a la pelota…?» Fue cinco veces campeón de Andalucía, cinturón rojo y blanco sexto dan, lo introdujo en los más conocidos colegios de Sevilla y hoy se cuentan por centenares las familias sevillanas que dejaron a sus hijos en manos de Bendala para hacerlos, sobre el tatami, tan honorables en la pelea como caballeros sin el kimono.
En la mili, que la cumplimentó en San Fernando , vistió más veces el quimono que el traje de Popeye. Lo salvó el o soto gari . Un comandante le pidió que preparara para el día de la patrona a los reclutas más espabilados y hacer una exhibición que resultó un éxito. De ahí a dar clases a la policía militar, comer en la sala de suboficiales, dormir fuera de la compañía y hacer menos guardias que Napoleón fue todo uno. Pasó del rancho cuartelero al «masterché» de la cocina de los buenos michelines gracias al judo. Su vida estaba perfectamente encaminada.
Judo
«Fue la pasión de su vida y uno de sus pioneros en Sevilla, introduciéndolo en la mayoría de los colegios donde dio clases»
Trabó muy buenas amistades con un holandés, Anton Geesink , leyenda viva de ese arte marcial, que fue el primer europeo que acabó con la hegemonía japonesa en el judo. Se vieron en Sevilla y lo enseñó a comer jamón. El pavo media dos metros y pesaba 120 kilos en fibra. Bendala está en posesión de una amplia cultura. Las marinas, los paisajes y los retratos no se le dieron mal. En la barbería de Don Curro hay un retrato de Silvio , con el que tuvo amistad suficiente para vencer la resistencia de cualquier barra libre y luego pagarla con gusto. Cuando le dieron la medalla de oro al mérito roquero, no pudo asistir por razones de trabajo un invitado al que Silvio amaba con sinceridad: Miguel Ríos . Le envió un video a modo de excusa y pilló tal rebote que le estuvo rogando a Bendala que le enseñara una maña para dejar tirado al granaíno en el río aquel al que le cantaba. En aquel homenaje, Silvio le dedicó una canción a su profesor de judo. Con los niños de los colegios, los Bendala boys le llamaban en los campeonatos en los que participaban y solían ganarlos de calle, tiene situaciones desternillantes.
Como aquella vez en un zoológico que los niños empezaron a incordiar a una tigresa enjaulada que, de puro desprecio animal, levantó la pierna y los meó. En otra ocasión, ante una jaula mayúscula repleta de pájaros exóticos, los chavales empezaron a silbar y a imitar a las aves. Se formó tal pajarraca que tuvieron que intervenir los especialistas del zoo.
Pedagogía
«Bendala enseñó judo en el Ejército, en la Policía Local y en los Bomberos dando cursos en la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía»
La federación le encargó atender a un pájaro ruso. El camarada Bogdanov , miembro del comité del Soviet de Moscú , que visitó Sevilla y quería que algún historiador le explicara el arte andalusí. Bendala se hizo responsable del encargo, importantísimo porque faltaban dos años para las Olimpiadas de Moscú y había que tener contactos de amable acceso.
Llevó a Bogdanov y a su señora visitar ganaderías, la Maestranza y la huella islámica hispalense. A la señora le regaló un mantón de Manila de Foronda y un pericón. Y al camarada unos pasadores de unas monedas de Carlos III y unos zapatos Sebago que le dijo que eran americanos. La cara del ruso fue la misma de Nikita Jrushchov en la ONU cuando dio el zapatazo. Pero Bendala salió de aquel Yoko Shiho Gatame con habilidad de picardía sevillana: «Le advierto que los zapatos lo hacen los indios…» Octogenario, vitalista como siempre, Antonio Bendala vive la felicidad de los pioneros que vieron ensanchar los caminos que abrieron.
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