Entrevista
«Juan Valera y Torrente Ballester decían que los andaluces son los que mejor hablan el español»
El filólogo y catedrático sevillano Antonio Narbona dice que no hay que avergonzarse del ceceo y quiere crear un Foro del Habla Andaluza que aspira a desterrar tópicos sobre el habla andaluza, asociada al anafabetismo y la falta de cultura

El filólogo sevillano Antonio Narbona ha sido catedrático de Lengua Española en la Universidad de Sevilla hasta su jubilación. Fue también profesor de otras universidades (Autónoma de Madrid, Extremadura y Córdoba) y actualmente es académico correspondiente de la RAE en Andalucía y miembro ... de la Academia de Buenas Letras de Sevilla. En 2010 recibió el Premio Fama de la Universidad de Sevilla a la trayectoria investigadora, en la rama de «Artes y Humanidades» y es Premio Andalucía de Investigación de la Junta de Andalucía (2011). Es autor de numerosas publicaciones y de varios libros, entre ellos, «El español hablado en Andalucía» y «Las hablas andaluzas» . Antonio Narbona lleva cincuenta años estudiando el habla andaluza y teme que no se pueden desarraigar algunos tópicos sobre el andaluz y su forma de hablar.
¿Cuáles son esos tópicos?
Que el andaluz es siempre el más divertido, simpático y gracioso de una reunión; o que los mejores humoristas son andaluces.
¿Y eso no es cierto?
La verdad es que muchos andaluces no tenemos ninguna gracia y a muchos tampoco les hace gracia que muchos gaditanos digan cada tres palabras «pisha» o el granadino diga «polla» cada cuatro palabras. Yo no tengo gracia pero por ser andaluz debo ser gracioso. Hay un grupo de investigación universitario en España que se dedica a estudiar cómo se ve a los andaluces fuera de Andalucía.
¿Y cómo se nos ve, aparte de graciosos?
Los andaluces siempre somos los más divertidos, aunque al lado de ese tópico viene otro: que somos los más vagos, los menos inteligentes y los más catetos. En ese estereotipo los andaluces siempre salimos ganando en lo afectivo respecto al resto de españoles, pero perdemos de la misma manera en lo cognitivo. Quiza no hacía falta crear un grupo de investigación para alcanzar esas conclusiones
¿Cuál es el objetivo de ese futuro Foro de Habla Andaluza que anunció hace un par de semanas en la Academia de Buenas Letras de Sevilla?
Hay dos objetivos. El primero, realizar un nuevo retrato del andaluz porque el que tenemos ya no se correponde con la realidad. Es falso y distorsionado. El segundo objetivo, tan importante como el primero ,es proyectar la imagen verdadera del habla andaluza sobre la sociedad. Lo que se ha hecho por parte de los estudiosos hasta ahora se llena de polvo en las estanterías de las bibliotecas universitarias.
¿A qué se debe esa imagen tan negativa del habla andaluza, asociada a menudo a la falta de cultura o incluso al analfabetismo?
La primera imagen del habla andaluza que se proyecta es la de los viajeros románticos del XIX que después se prolonga y se recoge en los manuales de los años 50 del siglo pasado. Pero esa Andalucía y ese habla andaluza no tiene nada que ver con la actual. Estaba relacionada con una Andalucía rural que sufría elevadas tasas de analfabetismo y de esa Andalucía hemos pasado a otra urbana que ha vencido prácticamente al analfabetismo.
Sin embargo, en algunas series de televisión sigue apareciendo ese andaluz gracioso y medio analfabeto, la empleada doméstica o el «chapuzas», no un ingeniero de telecomunicaciones, un médico o un empresario.
Habría que preguntarse por qué. Y habría que preguntárselo a los directores de esas series. Pero habría que preguntarse previamente qué quiere decir «hablar andaluz». Que las chachas, los labriegos, los catetos, los rústicos tengan algún rasgo de pronunciación andaluz o una gran pobreza léxica está transmitiendo de nuevo la imagen de una Andalucía atrasada. El complejo no es lingüístico inicialmente: es social y se refleja en la lengua.
«Yo no soy gracioso pero como andaluz debo serlo; y al lado de ese tópico viene otro, que los andaluces somos los más vagos, los menos inteligentes y los más catetos»
Usted es académico correspondiente de de la RAE en Andalucía. ¿Cómo se ve allí el habla andaluza?
Siempre ha habido académicos andaluces y su director, Santiago Muñoz Machado, es de Córdoba. Ahora no hay muchos andaluces pero no hay ningún problema de este tipo. No es un problema de los académicos sino un problema de la sociedad, en general, cómo nos ven desde fuera.
Se habló hace algunos años de la posible creación de una Academia Andaluza de la Lengua. Pero no se supo nada más.
Menos mal que pusieron el adjetivo junto a Academia y no junto a Lengua. Esa iniciativa no puede ir a ninguna parte porque ya está la RAE y, además, nosotros hablamos español. A nuestro modo, pero español.
La lengua es un signo de identidad, acaso el más importante, de cualquier comunidad. ¿Lo ha sido alguna vez históricamente en Andalucía?
La forma de hablar siempre genera una identidad en cualquier comunidad. Pero lo que hay que clarificar es en qué consiste la identidad lingüística andaluza.
¿Se refiere a la pronunciación o hay algo más?
Lo que caracteriza el habla andaluza es la pronunciación pero hay una gran heterogeneidad, por lo que no se puede hablar de un único andaluz sino de hablas andaluzas. Curiosamente, a la hora de evaluar el habla andaluza se descarta la pronunciación. Como dijo Juan Valera en el siglo XIX o Torrente Ballester en el siglo XX, los andaluces son los que mejor hablan el castellano, quitando la pronunciación.
¿El andaluz es la vanguardia del español?
Precisamente hay un un libro que se titula así. Hay andaluces que hablan muy bien el español, otros que no lo hablan tan bien y otros que lo hablan bastante mal. Y de estos últimos no lo digo por la pronunciación sino porque tienen un léxico escasísimo.
«Se dice que los jóvenes tienen poco léxico pero no estoy de acuerdo. Mi abuelo sí se podía apañar en su pueblo con sólo veinte o treinta palabras»
¿Los jóvenes actuales tienen poco léxico?
Eso se dice pero no estoy de acuerdo. Lo que ha pasado es que lo han sustituido por otro. Mi abuelo sí que se podía apañar para hacerse entender en su pueblo con sólo veinte o treinta palabras.
¿Por qué cree que muchos andaluces que salen en televisión o tienen un perfil público suavizan su acento o incluso renuncian a él?
Hay un presentador andaluz que conduce un concurso de mucha audiencia al que le preguntan a menudo por su acento y él siempre responde que está harto de que le hagan siempre la misma pregunta y que no piensa despojarse de su acento andaluz, aunque añade que está dispuesto a limarlo un poco. Yo me pregunto qué es lo que va a limar.
¿Tratar de hablar «fino»?
Es que lo que se entiende comúnmente por hablar fino es pronunciar la ese final del plural. Y eso no es hablar fino sino pronunciar la ese final. En muchos pueblos de Andalucía a eso no se llama hablar fino sino hablar finolis. Hacer eso es, en mi opinión, no adaptarse a su entorno.
«Comúnmente se entiende hablar fino como pronunciar la ese final del plural pero en muchos pueblos de Andalucía eso se llama hablar finolis»
No se habla igual en Almería que en Sevilla, aunque en las dos provincias se use un habla andaluza. ¿Hay respeto en Andalucía a esas distintas formas de hablar?
Los sevillanos se ríen de la abertura vocálica de los cordobeses y los granadinos. En Sevilla se dice mucho «se vais» en vez de «os vais» y los malagueños y otros andaluces se ríen de los sevillanos por eso. Los andaluces se ríen unos de otros.
Y los madrileños se ríen de los andaluces.
Los madrileños se ríen de lo mismo que se ríen los andaluces de otros andaluces pero a nosotros no nos gusta que los madrileños se rían de nosotros. Un prestigioso catedrático sevillano de Lengua y Literatura, nacido en un pueblo de la provincia, ceceaba cuando hablaba pero cuando iba a Madrid se reían de él y dejó de hacerlo. Yo creo que no hay que avergonzarse del ceceo ni de nada.
¿Usted ha ceceado alguna vez?
Yo he sido ceceante en mi niñez por mi origen de Martín de la Jara. Y he sido seseante en mi adolescencia y juventud, que pasé en Estepa. Y distinguidor, porque he pasado mucho por Madrid, donde ya había dejado de cecear y me interesaba dejar de sesear. Me resultaba más ventajoso distinguir la c y la s pero lo hago a mi manera, no como un burgalés.
En Andalucía y, sobre todo, fuera de Andalucía, no se ve igual el ceceo que el seseo.
No. Por eso el seseante no deja de hacerlo, pero el ceceante sí. El motivo es que el ceceo se asocia al catetismo o, por decirlo así, a pertenecer a una clase social no precisamente privilegiada. En Andalucía hay ceceantes, seseantes y distinguidores. Hay andaluces que dicen «sesión» tanto para «sesión» como para «cesión». Hay quien dice «ceción» para una cosa y para la otra. Alfonso Guerra dice «sesión» para referirse a «cesión». Pero hay muchos más andaluces que no pronunciamos igual esas dos palabras y que distinguimos «cesión» de «sesión» o «sensor» de «censor». Hay quien dice que los andaluces somos más adelantados porque tenemos dos sonidos menos pero no estoy de acuerdo. Por eso uno no es ni mejor ni peor.
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