Entrevista
Alfonso Casado: «Me gustaría dirigir algún día la Sinfónica de Sevilla y poder estar en casa»
El director sevillano afincado en Londres que ha triunfado en el West End con conocidos musicales, sueña con montar un festival de música anual en la Plaza de España: «Es posible si todos ponemos nuestro granito de arena», dice
Jesús Álvarez
El director y pianista Alfonso Casado no ha perdido el tiempo en sus 37 años de vida. Natural de Alcalá de Guadaira, empezó a estudiar música con 7 años de la mano de María Floristán y Juan Luis Pérez. Culminó sus estudios en Madrid ... junto a Ana Guijarro.
En 2003 empezó a trabajar como pianista en «El Fantasma de la Ópera» en el teatro Lope de Vega de Madrid y desde entonces ha participado en distintos musicales en Madrid y Londres. Fue el director musical de la producción original de Los Miserables en el Queen 's Theatre, del que fue también supervisor musical de la gira española, y dirigió «Miss Saigón» y «El fantasma de la ópera» en el Her Majesty's Theatre en Londres .
Ha dirigido la BBCCO, la ROSS, la OBC, Bournemouth Symphony, Liverpool Symphony y la London Concert Orchestra, entre otras, y adaptado al español numerosas canciones para series y películas, la mayoría para Disney (), para la que trabaja desde hace doce años. Acaba de dirigir en el Teatro Maestranza de Sevilla a la Orquesta Sinfónica de Sevilla en dos conciertos de marchas procesionales que sirvieron de banda sonora de la película «Semana Santa», de Manuel Gutiérrez Aragón .
¿Qué se siente con la batuta en la mano en el teatro que visitó tantas tantas veces cuando era estudiante de piano en el conservatorio?
Fue emocionante por muchos motivos. Sabía lo que significaba para el público del teatro escuchar en directo las marchas procesionales de la Semana Santa en Sevilla y estuve durante un mes creando una pista de efectos para que cuando se viera la imagen de un palio o una persona tocando una campana en la película, se oyera todo eso sin que la orquesta lo tapara. Intenté recrear el ambiente de la calle en Semana Santa para contextualizar bien el concierto.
¿Se acordó de cuando era pequeño e iba al teatro?
Para mí el Maestranza es muy especial porque venía mucho cuando era estudiante y he visto muchas veces a la Sinfónica. El sueño de muchos de nosotros era llegar a ese foso y he conseguido dirigirlo en varias ocasiones. Creo que tengo una gran conexión con la orquesta.
¿La suficiente para ser su director titular algún día?
Sería un sueño poder estar en Sevilla, en mi casa, y trabajar a diario con los músicos. Además, me gusta mucho el giro que le está dando a la orquesta Pedro Vázquez como gerente. El rumbo es muy claro. Yo me postularé cuando sea el momento, así que sigamos soñando.
En 2012 dejó España para irse a Londres para lanzar su carrera profesional. ¿Le costó mucho tomar esa decisión?
Me costó porque yo llevaba diez años viviendo en Madrid, de los cuales los tres últimos había estado viajando de gira por todo el mundo con diferentes producciones. Me acababa de comprar un piso en Torrelodones que me costó mucho esfuerzo y un coche. Y con el piso recién acabado de pintar tuve que tomar la decisión. Fue difícil pero sabía que si no me iba bien podría volverme al año.
Pues ya lleva nueve años.
Me ha ido bien y he aprendido mucho en Londres, tanto de música como de amor, porque allí me enamoré. Me casaré en cuanto pueda.
Fue el primer músico sevillano al que le ofrecieron dirigir un musical en el West End londinense.
Quizás también español. Era un sueño porque el West End es una referencia teatral mundial. Al final me alegré mucho de arriesgarme. Quien no se arriesga, no gana.
El mundo del teatro musical debe de ser muy competitivo y nada fácil para un español.
Es un mundo muy cerrado y los ingleses no hablan otro idioma que no sea el suyo. Pero agradecen al final la pasión que ponemos en la música los latinos. Conocí allí a italianos, alemanes y holandeses, aunque a bastantes menos españoles. En la orquesta de Manchester conocí a una violinista de Mairena del Aljarafe y en la de Bournemouth a un clarinetista español. Pero no hay muchos.
¿Es tan competitiva la escena del West End como la de Broadway?
Sí. Allí hay unos 35 espectáculos cada noche. La oferta es muy grande pero también hay mucha demanda para tu puesto de trabajo. En un orquesta hay 12 violines pero el director es solo uno. Es difícil coger esos puestos y hay mucha gente que lo hace muy bien y está muy preparada.
¿El inglés le costó?
Los primeros meses llegaba a casa con dolor de cabeza por estar todo el día intentando entender lo que decían. A veces metía la pata, o no entendía nada, y se reían de mí. Cuando fui a Londres, pensaba que sabía inglés pero en realidad no tenía ni idea. Con el tiempo se hace el oído pero pasé meses pensando lo que iba a decir. Conseguí adaptarme.
¿Y al tiempo?
Recuerdo que llegué en mayo y fue un verano muy frío, de lluvia, oscuridad, chaquetones. Pensé «¡Dios mío, si esto es el verano, cómo va a ser el invierno!». Lo que más eché de menos fue la luz de Sevilla y de Madrid. Es una luz diferente. Un día soleado allí, que no son muchos, no es lo mismo que en Sevilla. El primer año que estuve en Londres venía a España cada dos fines de semana para recuperarme y recuerdo que cuando me quisieron renovar el contrato al año siguiente me preguntaron si iba a seguir en el mismo plan. Ya viajé menos a España.
¿Cuál fue el peor momento de ese primer año fuera de España?
Llegué en mayo a Londres y el 23 de septiembre me atracaron cerca de mi casa. Me siguieron desde la parada del metro y cuando ya doblé la esquina para entrar en mi casa me asaltaron y me dieron una paliza. Acabé en el hospital y ahí me planté: «¿Qué hago aquí, en esta ciudad en la que anochece tan pronto?». Y mi barrio no era malo. Decidí mudarme y no volvió a pasarme nada.
¿Y el mejor?
Londres me trajo muchas cosas buenas, dos años con Los Miserables y otros dos con Miss Saigon. Y luego vino El fantasma de la ópera. No me puedo quejar.
Pero en 2016 paró.
Decidí no renovar el contrato de El fantasma de la ópera y dejar de dirigir musicales para hacer cosas más sinfónicas. Quería tocar el mundo de la ópera y grabar bandas sonoras con grandes orquestas. Estar a diario dirigiendo en un teatro, con ocho funciones a la semana, no me lo posibilitaba. Ahora hago las supervisiones musicales y ayudo a los directores locales, la orquesta y el elenco, lo que hicieron conmigo en 2012 cuando vine a Londres. Y en medio hago grabaciones y enseño teatro musical en la Royal Academy de Londres.
¿Cómo es trabajar para una multinacional como Disney?
Es una empresa muy bien engranada y hago adaptaciones con ellos desde 2009. Es todo muy creativo y no paran de hacer canciones. Hay que adaptarlas al español, buscarle la rima, dirigir a los cantantes. Fue mi escape artístico poder crear letras.
En alguna de las funciones que ha dirigido de «Mamma mía», «Los Miserables» o «El fantasma de la ópera» debió de ocurrir algo imprevisto...
Yo no soy supersticioso pero en la función 666 de «El fantasma de la ópera» se enganchó un cable con una lámpara al final del primer acto y rompió el brazo de madera de un ángel. Cayó desde gran altura, rebotó en el foso y no dio por fortuna a nadie. Yo estaba muy cerca y pudo abrirme la cabeza, como a cualquier espectador de la primera fila. Hay actores que se han caído alguna vez al foso y una función de «Los Miserables» se tuvo que hacer sin cambios de escenario por un problema técnico.
¿El paso del teatro musical a la música clásica ha sido el más difícil en su carrera?
Sí. Me tiré a un abismo. En la música clásica, como en el teatro musical, también hay mucha especialización: ópera, zarzuela, música romántica, música antigua. Y es muy fácil para los manager y los programadores meterte en una casilla. Recuerdo que costó hacerles entender que aunque viniera del mundo del musical podría dirigir una orquesta sinfónica. Las reservas son habituales y fue duro, pero si una persona te da la oportunidad y lo haces bien, entonces te vuelven a llamar. Y eso es lo que me pasó.
¿Y quién le dio esa oportunidad?
La OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña). Luego vinieron la de Sevilla y otras orquestas inglesas. Y ahora que estoy en una buena posición, intento ayudar a quien necesita una oportunidad, igual que me ayudaron a mí. Si solo viviéramos el currículo académico nunca empezaríamos. Hay que hacerlo por algún lado.
¿Cuál es su gran sueño musical, aparte de dirigir la Sinfónica de Sevilla?
Hacer un festival de música en la Plaza de España de una semana con la Sinfónica de Sevilla, óperas, musicales, música antigua, flamenco, cada uno una noche. Si todos ayudamos, se podría lograr una cosa tan buena para Sevilla. Inventarnos esas colaboraciones para no depender de un Ayuntamiento o un Gobierno, o solo de un productor que lo quiera hacer.
Los españoles estamos muy bajos de ánimo por los efectos de la pandemia. ¿La música puede mejorar nuestra salud mental?
La música es terapéutica y va hacer faltar la cultura cuando salgamos de la pandemia. Debemos protegernos para no morirnos del virus pero tampoco podemos permitirnos morir todos de una depresión. La ansiedad es muy peligrosa, sobre todo si se prolonga en el tiempo, y creo que la música y el arte, en general, puede ayudar a rebajarla.
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