De San Leandro a Santa Inés: la agonía de los monasterios históricos

Son apenas una decena de monjas dominicas que han logrado que las instituciones públicas pongan sus ojos por fin es este monasterio situado en la calle San José. Gracias a la World Monuments Fund, al Ayuntamiento y a profesionales y particulares que desinteresadamente han colaborado, por fin la iglesia y la fachada principal se han restaurado. El muro que estaba caído hacia la calle se ha enderezado y se le han puesto fin a las patologías estructurales del edificio en esta parte. El templo goza del máximo esplendor, a falta de intervenir parte del mobiliario. Sin embargo, aún quedan dependencias en un estado tan ruinoso que están clausuradas y en grave riesgo de desplome.

Es el caso de la Casa del Capellán, junto a la iglesia, contigua a la calle Madre de Dios. Este espacio apuntalado espera que lleguen fondos para poder convertirse en una hospedería «de lujo». Además, la historia juega a su favor porque allí se alojó Isabel la Católica. Conserva la estructura original, ya que éste podría ser el origen del convento hace seis siglos. Actualmente hay una armadura mudéjar desmontada. La idea inicial era que alguna empresa se interesase y le diera uso como alojamiento, alquilándoselo a las monjas y financiando así las obras. Pero ahora, con el proyecto 'Sevilla oculta', se ve la luz al final del túnel.

La iglesia también ha ido arreglándose progresivamente con la intervención en el retablo y en algunas esculturas. Sin embargo, al igual que ocurre con Madre de Dios, las agustinas de la Pila del Pato tienen en mente desde hace años un proyecto que, de momento, han sido incapaces de sacar adelante por la falta de ayuda: arreglar la Casa del Portero y ubicar allí una hospedería. La petición está sobre la mesa de 'Sevilla oculta', pero aún falta el proyecto técnico.

El caso del monasterio de las clarisas de la calle Doña María Coronel es aún más ejemplarizante. Hace dos décadas, las religiosas firmaron con la Junta de Andalucía un acuerdo por el cual el Gobierno andaluz se comprometía a restaurar el cenobio a cambio de explotar las salas de exposición que ahora se están interviniendo para acoger temporalmente las piezas principales del Museo Arqueológico. Pero se incumplió sistemáticamente. La Administración usó aquel espacio sin invertir un sólo euro en la rehabilitación del resto del convento.

Ha sido en los últimos años cuando, gracias también a la sociedad civil, la Junta ha destinado subvenciones para arreglar algunos espacios como la Casa del Portero, que estaba arruinada y cuyo proyecto era acoger también una hospedería. También se han financiado obras –con inversiones también por parte del Consistorio– en la escalera que da al claustro o en la Sala De Profundis. Pero queda mucho más.

Otros conventos viven una realidad más estable en cuanto al patrimonio, aunque necesitan ayuda para proyectos como museos propios, cambios de instalaciones eléctricas, pintura o arreglos de altares, cuadros y esculturas.