De ronda con los serenos de Sevilla: los guardianes de las calles

Desde el pasado 1 de octubre, más de medio centenar de agentes cívicos se despliegan por 29 barrios de la ciudad para ofrecer prevención, seguridad y acompañamiento a quienes cierran sus negocios o van de vuelta a su casa

El Ayuntamiento de Sevilla ampliará a 66 el número de serenos antes de finales de 2025

Un grupo de serenos recorre la calle San Jacinto del barrio de Triana VÍCTOR RODRÍGUEZ

Son las 23 horas de una noche cualquiera en Sevilla. Mientras los últimos negocios echan el cierre y los más rezagados regresan a casa tras una larga jornada, hay quienes pasan toda la madrugada rondando las calles para garantizar la seguridad de los sevillanos. ... Se les distingue a lo lejos, pues su uniforme amarillo fluorescente no deja lugar a dudas de que son ellos. Y no, no son trabajadores de Lipasam como algunos piensan. Son los agentes cívicos que desde el pasado 1 de octubre han pasado a convertirse en una especie de ángeles de la guarda para los ciudadanos. Se sabe que están ahí, vigilantes, por si algo ocurre. Sin parar de andar de un lugar a otro hasta las 7 de la mañana, con los ojos abiertos y los oídos en alerta ante cualquier elemento extraño. Son esos serenos que ha vuelto a recuperar el Ayuntamiento para prevenir, proteger y acompañar al que lo necesite.

«Es un trabajo muy gratificante. Si vemos a una persona que va sola, que está un poco insegura, nos acercamos y le decimos quiénes somos. Hasta si hace falta la acompañamos a casa. Son muchas funciones, pero la principal es ayudar». Así resume su labor Pilar Gascón, una madre de familia de 48 años que llevaba años fuera del mercado laboral y que ahora ha encontrado una oportunidad como sereno. Nos sumamos a su ronda por las calles de Triana. Junto a ella, Alexis Ivanovich, un joven de 35 años que sueña con ser Policía Nacional y que también se ha incorporado a este medio centenar de agentes cívicos en Sevilla. Él tiene claro su objetivo: «Se trata, sobre todo, de transmitir tranquilidad a las personas para que sepan que el sitio por el que estemos es seguro, que estamos aquí para ayudarlos ante lo que ocurra». Y lo hacen, además, recibiendo el cariño de los sevillanos, que «nos dan las gracias constantemente por este paseíto de ocho horas».

Nuestro recorrido parte del Altozano. «Lo primero que hacemos es ir por el perímetro de la zona que nos han marcado y ya luego entramos por calles más interiores», asegura Ivanovich. Durante la noche van surgiendo necesidades que tienen que resolver. «Estuvimos con una persona ebria en la calle Betis que se descompuso y la llevamos a casa», recuerda Pilar. O, por ejemplo, el caso de «una señora en el Centro que estaba cerrando su local y nos dio las gracias porque hasta ahora sentía miedo de ir sola». Son sólo algunas situaciones, pero hay más que se repiten cada noche. Alexis tiene grabado una que le ocurrió hace poco. «Fue en la calle Feria. A una chica que estaba celebrado su cumpleaños le dio un ataque epiléptico. La estuvimos manteniendo para que no se diese golpes. Al final vinieron los servicios de emergencia, la estabilizaron y se la llevaron». Y es que, «por estas cosas, cuando llegas a casa, te sientes bien, aunque es sacrificado», resume Gascón.

«La gente es buena»

En estos primeros días están acompañados por María Aurora Montes, una asturiana que actúa como coordinadora por parte de Serenos Gijón, que es la empresa a la que el Ayuntamiento le adjudicó el contrato para la puesta en marcha de este servicio. «Lo primero que deben saber es que la gente es buena y que lo de menos es la fama del barrio. Si vas con ganas de ayudar, sin que te importe a lo que se dediquen o lo que hagan con su vida, el éxito está asegurado», confiesa. Lleva 22 años rondando las calles y ha acudido a otras ciudades como Barcelona a mostrar el camino a los nuevos agentes cívicos. Sabe de lo que habla. «Si hay que consolar, pues lo hacemos; si hay que reñirte un poco y mandarte para casa, pues también. La gente lo que debe saber es el que el sereno es una figura amiga». Luego, con el paso del tiempo, «creamos un vínculo» y «los ciudadanos saben que ya no estará solos en las calles». De momento, recorren 29 barrios de la capital hispalense, aunque «la idea es llegar al máximo de distritos, a pesar de que esta ciudad es tan bonita como grande».

En nuestro paseo nos cruzamos con una persona sin hogar que duerme en la puerta de un local de la calle San Jacinto. Alexis y Pilar se acercan y se interesan por su estado. «Normalmente somos nosotros los que, con buen ojo, vemos quién nos necesita y nos acercamos», explica el primero. Así también se lo cuenta Pilar cada día a su hijo el pequeño, al que la aclara que su trabajo consiste en «cuidar a las personas que van por la calle», aunque «no somos policías». Son, más bien, dos personas a las que la vida le ha dado otra oportunidad laboral como serenos. «La gente nos reconoce y hasta bromean con nosotros para saber si llevamos el pito», sonríe Gascón. Y es que ese es el único secreto: «ser buena persona y ofrecerte al ciudadano», aclara Alexis. Con ese fin recorren cada noche las calles, con su uniforme amarillo, sus ganas de agradar y su compañía. Todo, para que nadie tenga que volver a pasar miedo cuando esté de vuelta a su casa.

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