celebración del 50 aniversario de la muerte de franco
Alejandro Rojas-Marcos: «Franco murió triunfante en la cama mientras a los demócratas se nos encarcelaba. ¿Es eso lo que se celebra?»
El fundador del Partido Andalucista y exalcalde de Sevilla dice que nunca celebrará la muerte de un ser humano «por muy criminal que sea», y que esa celebración del Gobierno de Pedro Sánchez es «odio puro»
«Resucitar» a Franco crea más polarización según los políticos sevillanos de la Transición
Alfonso Garrido (PSOE): «Lo que hay que celebrar es la Constitución de 1978, no la muerte de Franco»
Amalia Gómez (PP): «Hay que dejar en paz a los difuntos y no simplificar la forma en que España accedió a la democracia»
Luis Pizarro (IU): «Hubiera sido mejor consensuar los actos de Franco pero no sé por qué es tan difícil hacerlo ahora en España. En los 80/90 lo hacíamos»

Alejandro Rojas-Marcos tenía 35 años cuando murió Franco. Hace poco cumplió los 84 y lo ha hecho en plena forma, como demuestra su clasificación para el Mundial de Atletismo de Chicago en el rango de mayores de 80 años. «Andaluz de Sevilla», ... como le gusta decir, el fundador del Partido Andalucista, exdiputado en Cortes y exalcalde de Sevilla ha corrido mucho a lo largo de su vida y no sólo maratones o pruebas atléticas, como su excompañero de filas, Pedro Pacheco.
Bachiller en los Jesuitas y licenciado en Derecho, cursó estudios de Filosofía, Ciencias Políticas y Comercio en Sevilla, Hamburgo, Londres y Marsella. A los 18 años, en plena dictadura franquista, promovió el SEUATO, un sindicato independiente de Sevilla enfrentado al sindicato oficial, a causa de lo cual acabó detenido en la Dirección General de Seguridad. A los 19 años montó un negocio de distribución de leche, que llegó a repartir en Sevilla más de mil litros diarios. Por ello, fue elegido vicepresidente de la Asociación de Detallistas de Leche de Sevilla. Cuatro años más tarde, fue nombrado responsable de organización y recursos humanos de una empresa de más de mil empleados y un año más tarde, en 1965, funda el grupo político originario del Partido Andalucista.
Fue juzgado dos veces por el Tribunal de Orden Público, encarcelado y condenado a destierro, y a los 33 años fundó e París la Junta Democrática de España, (primer aplataforma interclasista de oposición a la dictadura) junto a Antonio García-Trevijano, Santiago Carrillo, Rafael Calvo Serer y Enrique Tierno Galván, entre otros.
Como jurista ha ejercido como asesor en comercio exterior, y actualmente se dedica a la Fundación que creó en 1982 y compagina con una posada rural que heredó de su madre, en Cantabria. Estudia también un master de espiritualidad en la Universidad Ramón Llul de Barcelona y participa como actor en teatro amateur. Tras actuar en la Sirenita de Walt Disney, ensaya «Marido de ida y vuelta», de Jardiel Poncela.
-¿Qué le parece que se conmemoren los 50 años de la muerte de Franco?
Yo nunca celebraré la muerte de un ser humano, por muy criminal que sea. Contra un Dictador no se debe luchar con el objetivo de matarle, sino de detenerle, juzgarle, condenarle y sustituirle democráticamente. Eso pretendíamos los demócratas y fracasamos. Franco murió triunfante en la cama, mientras a los demócratas se nos encarcelaba y a muchos se les torturaba. ¿Es eso lo que se celebra? La rebeldía es creativa, pero el odio es corrosivo. La celebración de la muerte de Franco es odio puro. Convertir a Franco hoy en referencia política es una manera de resucitarle. Generará curiosidad entre los que no lo conocieron y muchos de los enfrentados al Gobierno actual lo utilizarán contra éste. ¡Qué gran torpeza es convertir a Franco en eje del debate político, en pleno siglo XXI!
-¿No hubiera sido mejor consensuarlo, en todo caso, con la oposición para que fuera una conmemoración no partidista sino de Estado?
-Se olvida que la democracia llegó mediante un pacto con los franquistas. No tuvimos poder para más. Amnistía hubo para los que nos rebelamos contra la dictadura, pero más amnistía hubo, para los que la sostuvieron, incluidos crímenes de todo tipo. Imposible hubiera sido una celebración de la democracia consensuada, dado el histriónico enfrentamiento actual de PSOE y PP, tanto en lo grande como en lo pequeño. Solo hubiera habido un consenso posible. Que el Rey, como titular de la monarquía establecida en la Constitución, hubiera tomado la iniciativa de celebrar la democracia, aparcando a Franco y a su padre, el Rey Juan Carlos, de triste memoria, precisamente designado por el propio Franco. Las explicaciones dadas por la Casa Real y el Gobierno sobre las asistencias y ausencias del Rey en esta celebración significan una falta absoluta de respeto a la sociedad civil. ¿Alguien se puede creer que el Rey no asiste a la magna celebración de la muerte de Franco «por cuestiones de agenda», como se ha dicho?
-¿Hubiera sido más aconsejable conmemorar los 50 años de las primeras elecciones democráticas de 1977 o de la Constitución de 1978?
Esta celebración de la muerte de Franco nada entre la inmoralidad, la torpeza, el enfrentamiento político, la tensión institucional y una profunda desconfianza ciudadana. La situación política actual en España es grave. Una democracia se sustenta, de una parte, en el acuerdo de dirigentes políticos diferentes en cuestiones fundamentales y, de otra, en la confianza de los ciudadanos en esos dirigentes. Hoy no se dan ninguna de estas dos condiciones.
¿Cree que una conmemoración de este tipo puede acercar a los españoles o, por el contrario, ahondar en el clima de polarización que se vive desde hace años?
Hacen falta liderazgos nuevos, que abran caminos en vez de cerrarlos. A los miembros del extinto Partido Andalucista, durante los cincuenta años de su existencia, por más que nuestro objetivo fuera conseguir un poder andaluz, siempre nos preocupó y nos ocupó España y, aunque huérfanos hoy de aquel partido, seguimos luchando por el poder andaluz, también seguimos preocupándonos y ocupándonos de España.
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