El rey de los chicharrones: 4.000 kilos al mes y envíos a Alemania

El local tiene 33 años de vida, y múltiples anécdotas: «Mi jefe fue el que lo abrió. Aquí nadie se toma una cerveza, o una coca cola. Bueno, sí, sí, se la toman, claro, pero siempre acompañado de una tapa de chicharrones. No hay nadie que venga para tomarse algo sólo; siempre, con una tapita de chicharrones. Yo jamás lo he visto. Mire aquella mesa, y aquella, y aquella, y aquella», advierte. José Antonio coge el teléfono, y corta rápido: «Es por la carne. Cada día nos llega carne. ¡Todos los días! Normalmente, llega entre las siete y las ocho de la mañana. Y ojo, es carne fresca, de El Pozo. La preparamos, la cortamos, y ya está lista para el día siguiente. La que usted se está comiendo ahora llegó ayer. Es todo fresco. Así, todos los días. Aquí viene gente de Carmona, de Utrera, de Dos Hermanas, de cualquier sitio de Sevilla, y también de muchos sitios de España. El otro día se llevaron chicharrones a Tenerife. También a Barcelona, a Villarreal, incluso a Alemania. Lo dejamos bien preparadito para que no tengan problema durante el vuelo. A mí me pueden decir que mis croquetas no son como las de Casa Ricardo, vale. Es así. Pues lo mismo con nuestros chicharrones. Hay restaurantes que nos compran, y para mí es un orgullo. Después de 18 años aquí, es muy especial que tengan que venir a nuestro barrio para comprar los mejores chicharrones. Hay mucha gente que hace muchos kilómetros para llegar hasta el bar», una reflexión a la que le añade un tinte de salubridad: «Si usted se toma una cerveza, pues no pasa nada; si se toma 20, pues sí que pasa, ¿no? Con los chicharrones pasa lo mismo. Le voy a contar algo: más del 50% de la grasa se va cuando se fríe. Se pierde, y se queda en torno a la mitad, ¿a que sí?», pregunta mientras mira algunos clientes asiduos día a día. Acaban riendo, y celebrándolo. «¿Quién quiere otra tapita?», acaba. El rey sigue mandando.